Capítulo 60.
Desde lejos pude observar a Uriel que provenía del pasillo que estaba dirigido hacia la cocina y se sorprendió al verme.
—Vaya, Ashley —sonrió Uriel—. ¿Por qué no notificaste que estabas aquí?
Luego de cuestionarme desvió su mirada de mí y observó hacia la dirección de Vanesa, mientras avanzaba sus pasos.
—Vanesa... —pronunció Uriel.
Por un momento pensé que había algo entre Uriel y Vanesa extraño. Permanecieron por unos segundos mirándose en silencio sin omitir ningún tipo de sonido o señal alguna. De pronto se escuchó la voz de Federico llamar a Uriel.
Uriel apartó su mirada de Vanesa y abandonó la sala regresando a la cocina.
—Uriel es meramente un tóxico —pronuncié.
Vanesa no dijo nada y permaneció callada. Suspiré por un buen rato largo. Parecía como si los ratos le habían mordido la lengua a Vanesa. Me cansé de esa situación y me movilicé de la sala dejando a Vanesa sola.
Entré a la cocina y observé a ambos hermanos riéndose no sé de que mientras cada uno cortaba algo encima de la meseta. Sin emitir algún sonido caminé lentamente hacia ellos mientras escuchaba sus conversaciones.
—Hello —pronuncié.
Ambos se giraron a verme.
—¿Desde cuándo estás aquí? —me preguntó Uriel.
—¿Por qué no dijiste nada, amor? —me preguntó Federico.
Sólo sonreí.
Aparté mi mirada hacia el centro se ellos sin mirarlo a ambos a la cara.
—Continúen, vine no hace rato.
—Si tienes hambre cuñada, ve a la nevera ahí tenemos pastel —pronunció Uriel.
—No tengo hambre aún.
Ambos me dieron la espalda y volvieron a hacer lo que habían empezado. Yo tranquilamente me devolví hacia la sala.
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Horas más tarde...
Después de haber comido junto a los demás, me levanté del lugar y me dirigí hacia la sala quedando frente a una ventana que podía observar mi casa, obviamente no podía ver nada, todo estaba tranquilo.
Minutos más tarde se aproximó Federico a mí y me abrazó de espaldas.
—¿Qué haces aquí tan sola, mami?
—Sólo observo.
Me dio un beso en la mejilla izquierda, y dejó su cabeza sobre mi hombro.
—¿Qué tal todo con tu mami?
Hice una mueca.
—Como siempre —pausé—. Tú sabes como ella es. Y además no quiere saber de ti.
—Espero que no le estés dando importancia a lo que ella opine de mí.
Suspiré.
—Lo dices porque no la conoces.
Quise seguir hablando pero me helée al ver a Gilbert llegando frente a mí, sentí como si me bajara la presión.
—Quiero ir al baño —me excusé para apartarme de Federico y en seguida me movilicé hacia el baño.
Permanecí dentro del baño por unos minutos y luego me transladé a la sala de nuevo, pero no me ubiqué por la ventana donde yo estaba. Federico se encontraba sentado en un sofá, me aproximé a él y me senté encima de él, luego me rodeó con sus abrazos y quedamos uno pegado al otro.
Iba a decir algo, pero escuché la voz de mi madre y deduje que estaba discutiendo con Gilbert. Me agrié por dentro, sentí mucha rabia, tenía ganas de estrangularlo.
—Amor... Tu madre está discutiendo con alguien —rompió Federico el silencio que había entre los dos—. ¿No te importaría ir a ve que sucede?
—No me interesa.
—¿Por qué Ashley? No sabes si podría necesitar ayuda.
—Es una persona que no tiene importancia.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo sé, porque lo ví, pero olvida el asunto no pasará de una simple conversación.
—¿Me podrías contar más? —insistió Federico y me hizo dudar sobre si contar o no.
Permanecí pensativa por unos segundos.
—Podríamos ir de pesca —sugirió Federico rompiendo el silencio que existía en ese preciso momento—. No sé... O tal vez a otro lugar.
Lo pensé por unos segundos para luego responder.
—Mejor, quedémosno juntos aquí —le respondí—. Quisiera preguntarle algo, pero no creo que sea conveniente que te lo pregunte aquí.
—¿A mi habitación?
—Sí.
Nos movimos y avanzamos hacia la habitación, una vez allí nos sentamos en el mueble grande uno al lado del otro.
—Supongo que me quieres preguntar algo referente a Uriel —dedujo y no pude evitar reír.
Muy pocas veces me animaba a conversar con Federico sobre su hermano.
—¿Qué opinas sobre la relación de tu hermano? —cuestioné—. ¿Crees que de verdad esa relación pueda perdurar?
—El sólo mencionar a Uriel me provoca dolores de cabeza—me respondió.
—Te entiendo, lo mismo digo de Fernanda.
—Creo que sería mejor que olvidaras el asunto de un juntos para siempre —me recomendó Federico—. No creo que Fernanda y mi hermano puedan tener un futuro juntos.
—Tu hermano es un moralmente inmoral —argumenté resignada, suspiré—. Voy a confiar en tus palabras y a olvidarme de aquel asunto. Fernanda no tiene un pasado no muy claro que digamos.
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Acuéstate conmigo ahora y siempre
RomanceAshley es una joven llena de vida casi graduada de la universidad, se enamora totalmente de nuevo vecino Federico