Capítulo 50. Fernanda y yo de nervios
Durante el transcurso del trayecto hacia mi casa, Ludmilla me había interrogado sobre que era la cosa tan importante que tenía que conversar con Fernanda. Le di pocas explicaciones a pesar de que éramos amigas.
Llegamos a mi casa y mi madre nos miraba como siempre; sospechosa y curiosa.
Dos horas más tarde me encontraba viendo televisión con Ludmilla en mi habitación, escuché el sonido de una llamada entrante a mi móvil, me aproximé a tomarlo y visualicé el nombre de Fernanda. Luego me moví hacia el baño y desde allí hablé con ella.
—¿Vas a venir?
—Estoy frente a tu casa, ven a abrirme la puerta Ashley.
—Pero toca el timbre mi madre y mi hermano están en la sala.
—No Ashley, ven tú. Conoces a tu madre.
—Desde luego, voy.Colgué.
Me movilicé del baño y dejé el móvil arriba de la cama. Ludmilla parecía muy entretenida con su lap top en mano. Llegué a la sala y la voz de mi madre me hizo detenerme.
—¿Todavía tu amiga no ha podido arreglar su problema Ashley?
Alcé una ceja y me detuve a observar a mi madre por unos segundos.
—No te preocupes porque ella esté aquí, preocúpate por la llegada inesperada de tu hijo —pronuncié mientras caminaba hacia la puerta —. Además no creo que Ludmilla permanezca aquí por mucho tiempo.
Continué caminando hasta llegar hacia la puerta, mi madre no volvió a decir nada por el momento. Abrí la puerta y Fernanda entró hacia adentro, cerré la puerta observando a mi madre, me miraba con una ceja alzada.
—Buenas tardes —pronunció Fernanda.
—Buenas tardes —repitió mi madre.
—Mamá, por favor retírate necesito conversar con mi amiga a solas —dije caminando hacia el mueble —. Y procura de que Anderson no venga a molestar, mejor dile que vayáis jugar con su vecino.
Mi madre se movilizó dejando a solas con Fernanda, se sentó a mi lado y desde ahí comencé mi conversación.
—¿No crees qué ya está bueno de que tú y Uriel dejen de pelear? —cuestioné incómoda —. Ese tipo es un desastre, discute de una manera muy fea por el vecindario con su novia, y estoy segura de que todo esto...
No pude continuar mi conversación porque Fernanda interrumpió lo que yo iba a decir.
—¡Ashley! —exclamó Fernanda —. ¿Para eso me invitas a tu casa?
—Quería...
—No Ashley, Uriel no forma parte de mi vida, ¿cómo quieres que te lo haga entender?
—Estoy segura de que ambos están enamorados —contradije y luego me levanté quedando frente a Fernanda —. Es más demuéstrame de que no miento, ven conmigo.
—¿A a a dónde? —cuestionó sorprendida.
—Tú sabes muy bien.
Fernanda me miraba sorprendida y noté que estaba un poco nerviosa.
—Vamos —proseguí —. Iremos a casa de Uriel, como amigos.
—Pero Ashley, Federico podría estar ahí —protestó.
—Federico no sé encuentra.
La tomé por los brazos y en contra de su voluntad salí de la casa con ella en dirección hacia la casa de al frente. Toqué el timbre y el mismo Uriel abrió la puerta quedando sorprendido al ver a Fernanda allí conmigo.
—¿No nos va a dejar entrar? —cuestioné.
Uriel abrió la puerta y nos permitió entrar, Fernanda sólo miraba hacia el piso. Con Fernanda me aproximé hacia el mueble y nos sentamos.
—Te voy a matar —murmuró Fernanda.
Uriel no nos miraba y se quedó cerca de la ventana.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —cuestionó Uriel.
—Visitándote —le respondí.
—Ashley creo que tú... —pausó Uriel —. No sé cómo decirte que...
Pasó sus dedos sobre su barbilla. Pero supuse a que se refería.
—Uriel tú y Fernanda tienen mucho de que hablar —deduje para que él evitar mencionarme a su hermano.
—Ella y yo no tenemos nada de que hablar —me dijo rápidamente.
—¿Ah no? —cuestioné irónicamente.
Pausé porque percibí que alguien entraba por la puerta, fijé mi mirada hacia la puerta y la persona que entraba hizo que me pusiera nerviosa, el corazón se me quería salir. Nunca me había sucedido con Federico y para mí fue una sorpresa.
—¿Ashley qué te pasa? —me preguntó Uriel.
Uriel se movió y también vio a su hermano entrar. En seguida me levanté para huir de ese lugar.
—Ya nos vamos —pronuncié.
Fernanda se levantó rápidamente e intentamos irnos, pero no podíamos porque Uriel me detuvo y Federico detuvo a Fernanda.
—Uriel, por favor —susurré.
Me negó con la cabeza.
—Ustedes acaban de venir a nuestra casa y se quieren ir rápidamente. De aquí no se van hasta que yo lo diga —pronunció Uriel en un tono alto —. Hermano, no dejes que la otra se vaya, tráerla aquí juntos a su amiga.
Fernanda no protestó de ningún modo y volvimos a sentarnos de nuevo, esta vez con nuestras miradas fijada al piso. Uriel se encontraba frente a mi parado y Federico frente a Fernanda.
—¿Qué pretenden? —protestó Fernanda.
De ambos escuché una risa irónica.
—Ashley mi querida amiga dime la verdad —insistió Uriel —. ¿Por qué viniste con Fernanda a mi casa?
Giré mi rostro hacia Fernanda y la observaba con determinación.
—Uriel ya te lo dije.
—¿Ustedes dos vienen a la casa de dos hombres sin saber si no van a salir folladas? —cuestionó Uriel.
Su pregunta me sorprendió y lo miré sorprendida.
—Uriel... —mencioné.
—¿Qué? —cuestionó Uriel.
—Uriel yo necesito conversar con Ashley —dijo Federico.
En seguida observé a Federico nerviosa y sorprendida. No tenía el valor de mirarlo a la cara.
—Yo no tengo nada que hacer aquí —alegó Fernanda.
—Tú tampoco te vas Fernanda.
Fernanda lo miró incrédula.
—¿Por qué tanto misterio? — cuestioné.
Federico en seguida me observó y sentí que su mirada decía todo lo que él quería decirme. Era imposible negarme y decidí proseguir.
Suspiré vencida.
—Está bien ustedes ganan —pronuncié.
—¿Ashley vas a dejarme con Uriel? —cuestionó Fernanda.
Desvíe mi mirada hacia Fernanda.
—Él quiere hablar contigo, así que no le daré largas al asunto —le contesté, aparté mi.mirada de Fernanda y le puse en Federico —. Vamos a conversar Fede.
De inmediato Federico llegó hacia a mí, me tomó del brazo y me llevó con él hacia el área de juego.
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Acuéstate conmigo ahora y siempre
Roman d'amourAshley es una joven llena de vida casi graduada de la universidad, se enamora totalmente de nuevo vecino Federico