Capítulo 33

24 3 0
                                    

Capítulo 33. Algo revelado a la luz

Gilbert no se cansaba de escribirme cosas por whatsapp, estaba muy enfurecido por la pelea que tuvo con Robert, pero no era sólo por eso. Aún tenía en mi memoria que él me había dicho de que; aunque yo no esté con él, me haría la vida imposible. Esa misma noche del día en que ambos se peliaron, Henry llegó a mi casa, no me extrañé y lo invité a pasar.

Henry avanzó su paso un poco tímido y me siguió hasta el mueble.

—¿Qué te trae por aquí aquí? —le pregunté.

Se acomodó al mueble como si estuviera en su casa, y subió los pies arriba de la mesa pequeña que hacía juego con el mueble.

—Estuve un poco cerca y me animé a llegar —me respondió —. No sé si te molesta mi visita.

—Para nada, no me molesta.

—¿Y tu madre...? ¿Anderson?

En ese momento me eché a reír.

—¿Por qué te ríes Ashley?

—Ella no se encuentra, y ni Anderson. Ambos se fueron no sé a donde por unos días.

Henry me miró extrañado y alzó una ceja.

—¿Así es tu madre?

Asentí.

Recordé que Henry no conocía totalmente a mi madre, así que cambié de tema y evité comentarle algo más de mi madre. Conversamos por un buen rato hasta que escuchamos el timbre de mi casa. Me levanté rápidamente y observé por una rendija de la ventana para ver quien estaba tocando el timbre. Y mis ojos visualizaron el cuerpo de Gilbert.

Me aparté de allí y llegué hacia Henry.

—Ven —le susurré.

Henry me miró sorprendido.

—¿Qué sucede?

—Hay un idiota que quiere venir a hacer escándalos a mi casa.

Se movió rápidamente.

—Si quieres le doy una bofetada —pronunció Henry.

—No es necesario, ya está muy ensalzado —lo tomé del brazo y lo llevé conmigo —. Sólo sígueme la corriente.

Henry y yo continuamos caminando juntos hasta la puerta de al frente, una vez que habíamos llegado, abrí la puerta y Gilbert nos observaba sorprendido.

—Mira Henry, este es el idiota que no me deja en paz en el trabajo. Vino aquí a hacer escándalos, el ridículo ese. Pero me agradecería que le rompieras la boca tu también.

Gilbert se rio.

—No me digas que volviste con este imbécil —dijo Gilbert con ironía.

—Sólo somos amigos —le contesté —. ¿Y si volvemos qué?

Gilbert arrugó la cara. Y de un momento a otro, vi como Henry le dio una bofetada que lo hizo caer al suelo. Esa escena me sorprendió quedando estupefacta.

—Oh, por Dios —musité.

Ya Gilbert estaba un poco débil por la pelea que había tenido, está vez se levantó y nos miraba con mucho odio a ambos.

—Vete —le ordenó Henry.

Pero Gilbert clavó su mirada en mí sin quitarla. Le hice una seña para que se marchara, y sin más preámbulos se marchó. Al ver que Gilbert se había retirado  volvimos a entrar a la casa.

—Sé que me vas a preguntar mucho se cosas.... Así que te escucho —dije mientras caminaba de nuevo hacia el mueble.

Henry se acomodó a mi lado muy serio sin decir ni una sola palabra.

—Es un imbécil —argumenté —. Me imagino que se calmará por unos días.

—¿Es algún ex novio? ¿O enamorado? —cuestionó Henry.

—Nunca fue mi novio, sólo es un enamorado.

—¿Y trabaja en tu trabajo? ¿O me equivoco? —inquirió.

—Sí, trabaja en mi trabajo y es una pesadilla.

«Esto no se va a poner bueno».

Si cuando estuve de novia con Henry le habría dicho eso, me hubiera hecho renunciar en mi trabajo.

Se puso más serio.

—¿Por qué no te buscas otro? Todo este tiempo haz estado laborando allí bajo la sombra de aquel individuo. Tú nunca me dijiste nada.

—¿Crees qué es fácil abandonarlo todo por un imbécil? —refuté —. Yo nunca he tomado en serio sus palabras.

Visualicé que Henry se movió incómodo.

—No lo tomas en serio, pero no sabes que pueda ocurrir mañana. Hoy estás aquí pero mañana quien sabe.

—Lo sé Henry, lo sé.

Respiré.

Por unos minutos se escuchó el silencio de ambos.

—Si tú quieres, yo podría dormir aquí hoy —propuso Henry.

Sus palabras me sorprendieron, y me agradó.

—Quizás aquel estúpido podría venir —añadió.

—Por mí no hay ningún tipo de problemas. Sólo que si tienes hambre, tendrás que preparar algo para ti. No estoy de humor para cocinar.

Esa misma noche Henry se había quedado en mi casa a dormir, lo invité a dormir conmigo, pero no hubo nada de sexo, prendimos la televisión y nos pusimos a ver películas. Cuando nos dimos cuenta, era muy tarde. Y llegamos en un acuerdo de no ir a trabajar al día siguiente. Le escribí a Robert por whatsapp para que me ayudara en eso. Seguimos viendo películas hasta las cinco de la mañana. El sueño nos había vencido y quedamos dormidos mientras veíamos la televisión.

Al siguiente día, ya el día estaba muy avanzado, se sentía el resplandor del sol en su máxima potencia. Rodé las cortinas de una de las ventanas, y me quedé observando a través de ella. Lo que vi me dejó sorprendida. Mi vecina Lola estaba teniendo sexo con Chamaro; el indio.

Me aparté en seguida, no quería que nadie me viera de que yo estaba husmeamdo y me voltée hacia Henry. Lucía muy bien dormido, luego me aproximé al baño para hacer el aseo personal y continué con vestirme.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras a prepárame desayuno mientras Henry dormía. Despertó como a las dos de la tarde y preparé la comida para los dos.

Acuéstate conmigo ahora y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora