Capítulo 48. Juntos de nuevo
Ludmilla había estado avergonzada porque mi hermano la había visto con Tadeo, permaneció dentro de mi habitación y tuve que llevarle la comida a la cama. No le comenté nada al respecto a mi hermano porque sentí no era necesario. Mi mamá al enterarse de que David había venido a la casa regresó de nuevo con Anderson.
A mediados de la tarde me acomodé en la sala de estar y tomé una revista para leerla, al poco rato pude percibir la presencia de Anderson que acercaba a mí, aparté mi vista de la revista y fijé mis ojos en él.
—¿Qué quieres Anderson?
Me sonrió.
—Sólo quería saber cómo estabas.
—¿Y desde cuándo te preocupa mi estado? Que yo sepa tú nunca seriamente me haces esos tipos de pregunta, al menos que quieras algo. ¿O me equivoco?
Anderson sacudió la cabeza.
—No Ashley. Es que hace días que no he sabido de ti.
—Ah, pues gracias por preguntar.
—¿Cuándo me llevarás a pasear? —sonrió mostrando los dientes —. Ashley no seas pesada conmigo, yo disfruto más saliendo contigo que con mamá.
Lo observaba y en serio que tenía razón. Respiré y tomé una desicion.
—Veré que haré por ti.
—Quiero que me lleves donde los vecino de al frente.
En ese momento me acordé de Federico, hacia días que no hablábamos.
—Está mañana vi que salió con una mujer a... —añadió —. El que te gusta.
—Anderson deja las cizañas. ¿Sí? —me levanté de donde estaba y dejé la revista a un lado —. Vamos.
Anderson se emocionó y me acompañó, caminamos juntos hacia la casa de al frente. Justamente Uriel nos abrió la puerta y nos miraba sorprendido.
—¿Qué pasa Uriel? No es extraño de que estemos aquí, así que invítanos a pasar.
—Adelante.
Nos permitió entrar y nos sentamos alegremente.
—Anderson ve a la sala se juego mi hijo está allí jugando —pronunció Uriel mientras caminaba hacia nosotros.
Anderson se movió rápidamente y se desapareció sin decir nada. Mientras que yo observaba a Uriel seriamente y decidió tomar asiento a mi lado.
—¿Tienes algo Uriel que decirme?
—Algo no —me contradijo —. Te muchas cosas que contarte Ashley. Tenías varios días que no venías aquí.
—¿Fernanda?
Se rio irónicamente.
—No del todo. Pero... —tomó un respiro —. Creo que al hablar de mi hermano sería algo serio.
Sentí una punzada en mi corazón.
—Ashley, sé que no amas a mi hermano, pero hay algo que debes de saber... No eres una santa y no debo juzgarte por tus acciones. Mi hermano está profundamente enamorado de ti —confesó dejándome en chock.
No podía creer lo que me estaba diciendo, pero el hecho de que me dijera que su hermano me amaba no me aclaraba lo demás dicho.
—¿Pero sucede algo? —cuestioné curiosa.
—Pues, ahora hay una colega detrás de él, viene constantemente y salen mucho.
Esa última parte me hizo enojar.
—Y a mí casi nunca me invita a salir —mascullé —. Que bien.
—No te enojes Ashley.
Hice caso omiso de sus palabras.
—No me ha invitado a cenar, ni a cenar —musité —. En verdad Gilbert tiene razón, soy un desastre.
—No digas eso Ashley —contradijo Robert —. Eres una muy buena.
—No me hagas reír Uriel, sabes muy bien de que Fernanda y yo somos iguales.
Hubo un silencio entre nosotros, en mi caso me sumergí entre mis pensamientos.
—Tú eres más valiosa que Fernanda.
Al escuchar esas palabras me moví para observar a Uriel sorprendida.
—¿Qué sucede contigo Uriel? ¿Hombre de hielo? ¿Señor perfecto? —cuestioné sorprendida.
—Fernanda lo único que busca es tener sexo, mientras tú eres lo contrario. Te preocupas por tener una pareja a tu lado —me explicó.
En seguida entendí a que se refería.
—Yo sí creo que ella te ama.
—No, ella no me ama y ni yo la amo a ella.
—¿Amas a Vanesa?
—No.
—Debieras de cambiar de idea e intentar vivir una nueva vida Ashley.
—Ya lo estoy haciendo aunque tú no lo creas. Y dile a tu hermano de que ni se arrime por mi casa.
Uriel se rio.
—¿Estás celosa Ashley?
Me moví incómoda.
—¿Podemos conversar otro día?
—¿Por qué Ashley? —refutó Uriel con mucha seriedad.
—Tengo que hacer algo en casa.
—Te dije que quería conversar conmigo algo muy serio.
—Lo sé pero si quieres ve mañana a mi casa.
Pude ver la cara de decepción de Uriel pero eso no me importó.
—Está bien Ashley, como tú digas. Ve y huye, eso es lo que tú quieres.
No me importó haber dejado a Uriel en la sala y me marché sin mirar hacia atrás. De hecho Uriel podría haber tenido razón. Regresé a mi casa e ignoré a mi mamá.
Llegué a mi casa e inmediatamente subí las escaleras, una vez en mi habitación me acomodé sobre mi cama y Ludmilla me miraba extrañada.
—¿Discutirte con tu mamá? —me preguntó Ludmilla acercándose hacia a mí.
—No Ludmilla.
—¿Entonces?
—Me enteré de que Federico anda con una colega. A mí no me invita a salir, pero a ella sí. Y según Uriel, Federico está enamorado de mí.
Ludmilla me miró ilusionada.
—Wow, ya antes yo te había comentado sobre Federico.
Desvíe mi mirada de Ludmilla.
—¿Estás enamorada de Federico?
No respondí a su pregunta.
—¿Ashley? —volvió insistir Ludmilla —. Amiga, dime.
—Estoy enojada nada más.
Me moví inmediatamente de donde estaba y salí de la habitación. Me sentía incómoda, no sabía que hacer, ni a donde ir hasta que al final me quedé en la cocina.
Al rato mi mamá entró y se quedó frente a mí.
—No quiero distracciones para David, espero de que tu amiga no le vaya a calentar las orejas a mi hijo —me advirtió —. De lo contrario la sacaré de mi casa.
—Mamá, que cruel eres. Además Ludmilla no está interesada en David, sino en otra persona. Y ni siquiera te lo imaginas.
—¿Qué no me imagino? Pobre de ese caballero que cayó en las garras de esa sinvergüenza de Ludmilla.
Rodé los ojos y me moví de ahí.
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Acuéstate conmigo ahora y siempre
RomanceAshley es una joven llena de vida casi graduada de la universidad, se enamora totalmente de nuevo vecino Federico