Capítulo 42. Robert y Federico en mi casa
Como era de costumbre Anderson solía contarle todo lo que veía a mamá. Mi madre atravesó la puerta rápidamente con Anderson y se plantó al frente de nosotros. Robert la saludó cordialmente, al igual mi madre.
—¿Quién es usted? —le preguntó mi madre a Robert.
—Soy... —no pudo terminar por que yo interrumpí.
—Es mi novio mamá —mencioné.
Mi madre se sorprendió sin apartar sus ojos de Robert. Robert se giró hacia mí para observarme sorprendido.
—¿Te gusta mamá? —le pregunté curiosa —. Me imagino que sí, ahora dejarás de molestarme porque Fe...
No pude continuar justamente iba a mencionar el nombre de Federico y era lo que estaba viendo en ese momento. Observé a Federico que cruzó por la ventana e iba justo a la parte trasera de mi casa.
—Los voy a dejar para que se conozcan. Voy a vestirme y a terminar de arreglar algo en mi habitación —alegué, me levanté y me incliné cerca de mi madre —. Mamá te encargo a Robert, no quiero que lo trates mal. Llévatelo a la cocina y prepárale algo de comer, o mejor dicho prepara para todos.
Me moví sin decir nada más, caminé hacia las escaleras y subí rápidamente, llegué a mi habitación, y aún no vi nada raro. Coloqué seguro a la puerta, y me aproximé hacia la ventana próxima, proseguí a abrirla, luego me movilicé hacia la otra ventana e hice lo mismo.
De un momento a otro visualicé cómo Federico se asomaba a mi ventana. Y sus ojos se toparon con los míos.
«Me lo imaginaba».
Continuó moviéndose hasta entrar adentro de mi habitación.
—¿Tú aquí?
Federico se aproximó a mí sin decir ni una sola palabra, se paró en frente de mí quedando muy cerca. Aún no lo podía creer.
—¿Qué quieres? —le pregunté en un noto bajo.
—Esto —susurró.
Terminó de acercarse lentamente y me rodó con sus brazos, acercó su boca a la mía, y con su lengua movió mis labios, abrí mis labios y nos besamos. El fuego uterino empezó a arder, mi cuerpo quería más y más, pero sobre todo sexo.
Moví mis manos, las coloqué sobre su espalda, e iba subiendo su playera rentamente sin dejar de acariciar su espalda, bajé mis manos y le agarré las nalgas, yo quería acelerar todo porque abajo me esperaba Robert y mi madre, nos fuimos quitando la ropa lentamente hasta quedar completamente desnudos.
Federico me llevó con él hacia la cama y se posó encima de mí, con sus labios recorría todo mi cuerpo hasta que de un momento a otro sentí su carne dentro de mí, jadée en ese momento mientras su sexo entraba en mí en búsqueda de nuestro placer, yo trataba de que no se escuchara ningún sonido de mí, pero era imposible, los gritos y los gemidos eran involuntarios. Hasta que al fin llegamos al placer máximo y quedamos pegados tratando de componer nuestra respiración.
Federico recostó su cabeza al lado de mí, y yo contenía la mirada hacia el techo.
—Vaya, si que eres sorprendente —mencioné —. ¿Por qué no fuiste a trabajar?
Se rio.
—Vine a casa a ver a buscar algo que se me quedó, y vi tu carro estacionado, me pareció extraño que estuvieras en casa a esta hora —me respondió aún sosteniendo su cabeza en la misma posición —. También tenía días que no te veía, yo quería venir a verte.
—¿A verme nada más? Tú sólo vienes a mi casa a tener sexo conmigo —dije con irónicamente —. Debemos de salir más a menudo, no sólo como amantes sino también como amigos.
—Lo intentaré, pero contigo es difícil yo poder contenerme —argumentó —. ¿Por qué estás en tu casa a esta hora?
—Porque me van a mover de posición y estaré libre por una semana —le contesté —. Federico, creo que sería mejor que regreses a cumplir con tu labor. Tenemos mucho tiempo para sexo y muchas cosas más.
Por un rato permanecimos juntos en la misma posición, hasta que Federico se movió y se apartó de mí, tomó su ropa y luego se la puso. Yo no aparté mi mirada de él para nada mientras se vestía, terminado de vestirse se despidió de mí y se marchó por el mismo lugar de donde vino.
Me movilicé al baño y tomé una ducha, cuando salí de la ducha me moví a vestirme, y cuando estuve lista bajé las escaleras, desde allí escuchaba a Robert y a mi madre conversando. Llegué a la cocina y me senté en el comedor mientras mi madre impartía sus charlas de moral.
Respiré y recordaba el momento que tuve con Federico hasta que la comida estuvo, y mi madre la sirvió, Anderson no hablaba solo visualizaba uña y tablet hasta que tomó el cubierto para comer. Comimos tranquilamente y después de esto, agarré a Robert por las manos, lo hice movilizarse para irnos de mi casa. Me fui con Robert en su auto y ni siquiera teniamo ideas a donde ir, visualicé en una tienda ropa de baño para la playa y me dio una idea.
—Vamos para la playa Robert —establecí decidida —. Estaciónate en la tienda que está allí —señalé el lugar —. Compraremos ahí.
—Me parece bien.
Robert se estacionó al frente de la tienda, bajamos del auto y ahí compramos que ponernos, luego nos desplazamos a otro lugar y compramos comida rápida para llevar. Al final llegando al lugar acordado, nos cambiamos de ropa y Robert compró cerveza para tomar, bebíamos mientras conversábamos cosas de la vida sin incluir nada del trabajo y ni de las personas que nos rodeaban por el momento.
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Acuéstate conmigo ahora y siempre
RomanceAshley es una joven llena de vida casi graduada de la universidad, se enamora totalmente de nuevo vecino Federico