Me, Myself & I (C. R. O)

XVI

— ¿Y a ti? ¿Cómo te fue? — pregunté divertida.

— Genial — contesto Ivo con esa hermosa sonrisa — ya somos novios.

— Felicidades — Dije sonriente, me gustaba verlo así de feliz aunque la tal Melissa, no fuera cien por ciento de mi agrado si lo hacía feliz, todo estaba bien — ¿Después me contaras? — pregunte esperando un "si" como respuesta.

— Claro.

La campana avisaba el inicio de la M primera clase hiso que entraramos al salón.
Me senté en mi lugar de siempre, abrí mi mochila y me di cuenta que no traía mi libro — rayos — pensé molesta, ahora tendría que regresar a mi casillero.

Me puse de pie y salí del salón aprovechando que aún el profesor no había llegado y justo cuando salía Tomás venía entrando.

— Hola guapo... — dije en un susurro solo audible para nosotros dos. Negó con la cabeza sin dejar de caminar. Sin duda "amargado" le queda corto.

El pasillo ya estaba vacío, giré hacia la derecha para caminar por el pasillo donde estaba mi casillero y fue ahí cuando lo vi.

— ¡Eres un idiota! — le dije a unos cuantos pasos de él.

— ¿Qué? — soltó una carcajada mientras se apoyaba en los casilleros y cruzaba los brazos.

— Como que ¿Qué? — fingi una voz grave.

— Ah... no me digas que Tomás te contó el susto que le di. Pobrecito, no se aguanta nada.

— ¿El susto que le diste? — me había confirmado que el había sido el que casi nos pasa por encima con el auto — No, no me lo contó — le contesté ahora más que molesta — yo iba en el auto con otros dos NIÑOS — le grité.

— ¿Tú ibas con el? — Frunció el ceño. Señores y señoras Mateo Palacios se moría de celos — ¿porque? — dio dos pasos quedando peligrosamente cerca — ¿Qué te traes con el? ¿Acaso... me cambiaste por tan poca cosa?

— ¿Qué te importa? — le contesté de mala gana — solo deja de hacer estupideces que relacionen a Tomás y a mi — me di la media vuelta pero rápidamente me tomo de la muñeca y de un solo tirón me regreso hacia él.

Comenzó acercarse más y más, Dios jamás había podido resistirme a esa oscura y profunda mirada.

— No me digas que caíste tan bajo como para buscarte a alguien como él para darme celos.

— Claro que no caí tan bajo — susurre — y lo sabes — si no era así porque se estaba literalmente muriendo de celos. Me corrí hacia un lado para escaparme de su aprisionamiento, pero fue inútil.

— No me digas que ese imbecil te soporta tus caprichos de niña mimada — levantó una de sus cejas

— No solo los soporta — ahora yo acorte la distancia entre nosotros — rayos, que ganas de besar esos labios rojos — pensé perdida en ellos — los cumple... — está bien, tal vez no era del todo cierto... o no era para nada cierto, pero Mateo no tiene porque saberlo. Ya que no le diría "En realidad estoy sola porque Tomás Campos ni la hora me quiere dar".

Tire fuerte de mi brazo logrando que me soltara y así regresar al salón de clases sin siquiera detenerme por el libro que había olvidado.

— ¿Pu... puedo entrar? — tartamudeé aún me sentía conmocionada por la charla con Mateo.

— Llega tarde una vez más ____ Lougthy — me informó.

— Lo siento — me disculpe para entrar y caminar hacia mi lugar.

Dios mío, mi corazón estaba a punto de descolocarse, ante la velocidad con la que palpitaba. Vendrás a rogarme para que vuelva contigo Mateo Palacios.

— Hola guapo... — susurro al momento que paso por mi lado, así que supuse que me lo decía a mi. ¿Qué no se cansaba de que la rechazara? Negué con la cabeza y no detuve mi paso al igual que ella.

Caminé hasta mi lugar, dejé caer mi mochila a un lado y me senté, para esperar a que el tipo ese que se hace llamar "maestro " termine su taza de café y le den ganas de entrar a dar clase.

Volteé hacía la derecha, estaba Ivo con su novia o no me interesa quien sea, y poco a poco el salón se iba llenando.

Hoy ____ seguramente estaría sola. Lo que da como resultado una ____ molestandome a mí.

— Buenos días clase — ¿Qué no se sabía otra frase?... siempre era la misma. Todos comenzaron a sentarse en sus respectivos asientos, excepto ella que aún no regresaba — ¿Quién te preguntó? A nadie le interesa si está o no — mi voz interna me reclamo. Tenía razón — Hoy veremos el capítulo de... — ¿más capítulos?

— ¿Pu... puedo entrar? — Tartamudeo ¿nerviosa?... que raro.

— Llega tarde una vez más ____ Lougthy — le recordó, aunque seguramente lo hacía con la intención de llamar la atención. Tan típico de ella. Esa falda blanca que se amoldaba a su diminuta cintura y aquellas caderas que resaltaban sus curvas como si se tratase de una segunda piel no podía quedarse sin lucir. Patética ¿no?

— Lo siento — se disculpó y entró caminando a su lugar de siempre. Tomo su mochila y sacó su celular, comenzó a teclear rápidamente, seguramente un mensaje. Lo dejo sobre el banco y miraba hacia Ivo quien miraba hacia abajo y sacó su celular, leyó y rió. Regrese mi mirada a ____ quien estaba concentrada en su libreta dibujando, mordía su labio inferior mientras que la pluma en su mano no se detenía, acomodaba su cabello de vez en cuando y levantaba su mirada hacia el maestro quien no dejaba de hablar.

Un golpe en mi espalda me hizo reaccionar, me había quedado tildado viéndola. Me estoy comportando como uno de sus admiradores. Que estupidez.

— No me digas que eres otro de los que andan detrás de esa falda blanca...

— Quieres callarte Gonzalo — le dije de mala gana.

— Pues tan siquiera disimula — hablábamos en susurros — o Mateo vendrá a reclamar lo que es suyo — por una extraña razón sentí como mi sangre hervía y me giré hacía él.

— En primera ella no me interesa, si me interesara no me importa "disimular" y el imbecil de Palacios puede venir a reclamar lo que quiera, tenlo por seguro que no se la acaba — no podía hablar más sinceramente.

— ¿Algo que quiera compartir con el resto de la clase sr. Campos? — todos voltearon a verme.

— En realidad no — conteste serio acomodandome nuevamente.

— Pues parece que tiene muchas ganas de charlar — ¿Charlar? — hágame el favor de cambiarse a ese lugar — señalando el lugar delante de nadie más y nadie menos que ____.

Con pesadez me puse de pie, ¿Qué no había podido elegir otro de los cinco asientos que se encontraban esparcidos por el aula?

Pase delante del maestro, no sin perder la oportunidad de asesinarlo con la mirada, noté como se encorvaba un poco — Que estupido — reí en mi interior.

Continuará...