XIX

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— Aceptalo te agrado — dije sobre su oído para después besar su mejilla.

— Basta — dijo poniéndose de pie tratando de liberarse de mi abrazo — sabes muy bien lo que pienso de ti — rodee la banca para acercarme a él.

— Y quiero cambiarlo — le dije seriamente — ¿No te das cuenta Tommie?

— Lo que no entiendo — negó con la cabeza — ¿Porque conmigo? ¿Qué no puedes seguir a otros de los cientos de chicos que hay aquí? — dijo con fastidio — por enésima vez, aléjate de mí, búscate a otro y así los tres salimos ganando — pasó su mano por su sien.

— Me agradas. Si, si puedo seguir a otro de los muchos chicos de aquí pero... no quiero — le respondí sus preguntas.

— ¿Por qué?

— Por qué cualquiera me diría que si a la primera — reí — y dicen que lo que fácil viene, fácil se va — acomodé mi mochila en mi hombro — pero no te molestare más, como dije hace rato ya fui suficientemente rechazada — hice un intento de sonrisa — rompiste récord Tomás Campos — suspire— ¿Era para eso que querías verme?— que patético yo esperaba que fuera para decirme que estaba enamorado de mí y quiere gritarlo a los cuatro vientos. Exagerado ¿no creen?

— No, no era para eso — dijo con un tono más suave — era para... — comenzó a hablar pero al parecer se arrepintió — para nada, olvídalo — sacó sus llaves de su bolsillo y tomó su mochila que aún estaba en la banca.

— Vamos, dime — insistí antes de que comenzara a caminar.

— No — volvió a negarse.

— Nesecitas mi ayuda — alargue risueña y su mirada cayó al piso — dime, no le diré a nadie de que me pediste ayuda — reí y puso los ojos en blanco.

— ¿Podrías cuidar a Giuliana y a Román por unas horas?

— ¿Qué no era que no querías que se relacionaran conmigo? — pregunte divertida.

— Sabes... olvídalo — dijo molesto y comenzó a caminar.

— Hey, hey — dije y camine detrás de él para tomarlo del brazo — renta un sentido del humor — le dije mientras lo hacía voltear hacía mi — claro que los cuido — sonreí.

— G... gra...

— Si no lo quieres decir, no lo digas, no es necesario — lo interrumpi ante su dificultad para agradecerme.

— Tengo que ir a la tienda, tengo tres días de no ir y él que los cuida mientras no estoy, hoy no puede hacerlo, llegaré cerca de las ocho ¿está bien? — asenti perdida en esos ojos impregnados de un color intenso — ten — me entrego las llaves de la casa.

— Entonces nos vemos en un rato — se dió la media vuelta para caminar hacía su motocicleta.

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Subí a mi auto, no me molestaba tener que pasar el día con Giuliana y Román, después de todo si no lo hiciera me quedaría totalmente aburrida en casa.

Conduje hasta el colegio de Giuliana, batalle para recordar el camino ya que la vez que había ido con Tomás todo el camino lo había estado mirando a él.

— ¡____ viniste! — alargó con felicidad al verme.

— ¡Si! — le contesté con el mismo entusiasmo — y no solo eso — sonreí ampliamente — hoy los cuidaré — le conté y un alegre "wi" salió de sus labios.

Se sentó en el asiento del copiloto y sola abrochó el cinturón de seguridad. Partimos ahora con rumbo al colegio de Román quien igual que su hermana se emocionó al verme. ¿Por qué Tomás no podía ser igual?

Me, Myself & I (C. R. O) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora