XXVI

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— Yo quiero una número uno y una malteada de — dije pensativa tratando de decidir el sabor — fresa — dije segura y el chico toco la pantalla — ¡no! Mejor chocolate — reí — disculpa — dije apenada ya que ya lo había marcado.

— No te preocupes, tómate tu tiempo — dijo el chico con una sonrisa galante. Sentí como la mano de Tomás pasaba por mi espalda, para llegar a mi cintura y lentamente me apegó hacia él. ¡Bienvenidos celos!

— Vainilla, si mejor vainilla — dije finalmente y volteé a ver al chico quien su galante mirada había sido sustituida por una mirada sumisa — Tomás — lo llamé y cambio su intimidante mirada por una más suave. Tomás pagó y le entregó un pequeño letrero con nuestro número de orden.

— Lo bueno es que llame temprano para reservar una mesa — bromeo pasando su brazo por mis hombros.

— Cielos — fingí estar sorprendida — creo que te debio haber costado demasiado conseguir una mesa, es una de las mejores del lugar — nos sentamos en la supuesta mesa especial.

— ¿Se les ofrece algo más? — se refería específicamente a mi, ya que su mirada estaba fija en mi.

— No — contesto Tomás duramente, rápido volteé a verlo — gracias — dijo mirándome.

— No te pongas celoso — dije cuando el rubio se fue.

— No estoy celoso — afirmó desenvolviendo su hamburguesa que era dos veces más grande que la mía.

— ¿A si? — dije con el empleado de esta noche: el sarcasmo — porque la verdad parecía que lo querías desarmar a golpes — suspire — seguro es mi imaginación.

— Sí, eso es — seguimos platicando de cosas sin sentido, me hacía preguntas, le respondía. No podía parar de reír, aunque el intentaba no hacerlo, terminaba haciéndolo.

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— ¿Sigues pensando lo mismo sobre mi? — pregunte cesando un poco las risas.

— ¿Porqué preguntas? — preguntó recargandose en el auto.

— Porque... — mire hacia abajo — porque en realidad me importa mucho lo que tú piensas de mi — mordi mi labio inferior.

— No — dijo tomando mi barbilla y alzó mi rostro — no pienso lo mismo — se acercó lentamente con un fijo objetivo. Mis labios.

Me acerqué al igual pero desvíe mi rostro y llegue a su mejilla donde deposite un suave beso.

— No beso en la primera cita — susurre entre risas en su oído.

— Me has besado antes sin siquiera tener una cita — dijo también en mi oído.

— Pero ahora la tenemos — golpeé su estómago jugando — y no hay beso en la primera cita.

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— Ivo Serue, tenemos que hablar — cerré de golpe el casillero de Ivo.

— ¡Estás loca mujer! Casi me quedo sin cabeza — exageró.

— Qué lastima, ahora tenemos que hablar.

— ¿Sobre? — preguntó abriendo nuevamente su casillero.

— Cancelemos la apuesta — dije sin rodeos.

— Tienes que estar bromeando ¿no? — preguntó riendo mientras seguía sacando sus libros.

— ¡Maldición Ivo! No es broma — volví a golpear la puerta volviendo a cerrarla por segunda vez.

— Entonces ¿te rindes? — pregunto abriendo el casillero de nuevo matándome con la mirada.

Me, Myself & I (C. R. O) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora