XVIII

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Sin Mateo, sin Ivo, sin Tomás... ¿Qué se supone que haga ahora? Que tedioso que era estar sola. Ivo estaba con Melissa, Mateo con la estúpida de Nicole y Tomás pues el era feliz con su Soledad.

Empuje fuertemente las puertas de la cafetería, seguramente habría pocas personas, pero nunca estaba de sobra llamarla atención, al menos no para mí.

Perfecto, no podía ser más perfecto. Mateo sentado sobre la mesa sujetaba a su "Barbie" por la cintura mientras la devoraba por completo. Decidí ignorarlos, camine hasta una de las últimas mesas, no estaba de humor para ver las asquerosidades que el "par de enamorados" hacían.

Saque mi celular ¡no tenía nada que hacer! A los cinco minutos me aburrí de los juegos precargados en mi móvil, así que saque una hoja y un par de marcadores para empezar a distraerme. Comencé a escribir en la hoja mi nombre, una y otra vez, entre corazones, estrellas, caramelitos y otras formas abstractas, la hoja blanca comenzaba a llenarse.

— ¿Pero qué? — fue lo único que alcancé a decir cuando que arrebataron la hoja haciéndome rayar la mesa.

— ¿Qué es esto? — pregunto Tomás mientras se sentaba frente a mi viendo la hoja que prácticamente arrancó de mis manos.

— Primero, ¿qué demonios te ocurre? — era mi turno de usar la indiferencia — En segundo ¿qué no era que no querías que estuviera cerca de ti? — frunci el ceño al ver su rostro divertido— y tercero, no te importa — de la misma forma en la que el lo hizo le arrebate la hoja de las manos.

— Nada, aún te quiero lejos de mi y no sé, puede que si me interese... caramelito — contestó en orden cada una de mis preguntas.

— ¿De verdad te intera algo sobre mi? — pregunte bajando la hoja para después Recargarme sobre la mesa.

— No — sonrío hipócritamente — Pero al imbecil de Mateo le enfurece verme cerca de ti — volteo sobre su hombro para hacía la dirección donde estaban los "tortolos".

— Oh vamos monito — rei — deja estarte inventando escusas para estar cerca de mi — sonreí — no las necesitas, sé que te gusto — le giñé un ojo, no tardaría en explotar.

— ¿Qué? — soltó una carcajada— por favor, solo quiero provocarlo para así tener un motivo por el cual partirle la cara — tomó la hoja nuevamente para examinarla.

— Así que quieres provocarlo — repetí y este asintió con la cabeza — yo te ayudo Tommie — me coloque de pie. Caminé hasta él quién me miraba extrañado sin saber lo que planeaba. Lo tomé de la mejilla y me acerqué a él uniendo nuestros labios. Estos se mezclaban tan suavemente, tan dulcemente. Era increíble lo que provocaban en mí sus lindos y perfectos labios. Me separé lentamente, sus ojos se abrieron, no podía mentirme. Lo disfrutaba. Sonreí en el momento en que nuestras miradas se conectaron, di un corto beso sobre sus labios antes de tomar mi mochila para dirigirme hacía la salida de la cafetería.

Como era de esperarse, todas las miradas se posaban en nosotros, algunas me seguían a mi y otras miraban a Tomás quien seguía sentado en la mesa. Sentía la fuerte mirada de Mateo sobre mi, pero como hace unos instantes decidí ignorarlo.

Volteé s oso bre mi hombro para mirar donde se encontraba Tomás. Tomó la hoja con cierto enojo y también comenzó a caminar hacia la salida, no debía detenerme.

Caminaba a toda velocidad por los pasillos, haciendo caso omiso a sus llamados. Tenía que salir lo antes posible de ahí, tenía que escapar de su camino ahora mismo.

Logré salir del edificio sana y salva, seguramente querría asesinarme por haberlo besado frente a muchas más personas. Volteé hacía atrás y cuando creí que se había cansado de seguirme lo vi saliendo corriendo por la puerta "rayos" pensé al recordar mis preciosos pero nada deportivos zapatos que me impedirían a toda costa poder huir. Sin embargo lo intente comencé a correr por los jardines del campus. Corría todo lo que mis piernas permitían, tal vez si corría por un tiempo, se cansaría y lo olvidaría. Pero a quien engaño, ese hombre era uno de los mejores del equipo. Tardó menos de un minuto en alcanzarme. Me tomó de la muñeca, para tratar de detenerme y con un pequeño tirón me atrajo a su cuerpo, pero ante un estúpido movimiento mío terminamos en el piso. Termino tirado sobre el césped conmigo sobre él. Su ceño estaba fruncido mientras me miraba con enojo. Rápidamente me puse de pie para volver a huir, pero este me tomó del tobillo haciéndome frenarse golpe enterrando uno de mis zapatos en la tierra. Tomás empezó a reir al verme en tal dilema.

Me, Myself & I (C. R. O) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora