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Narcissa daba vueltas por la habitación.

- Ya basta, Cissy - le dijo Bellatrix a su hermana - si se enterá, la buscará.

- No lo hará.

- El amo lo sabrá, te lo aseguro - le dijo, persiguiéndola hacia todos lados.

El día estaba gris, como el corazón de Draco. Alyssa le había traído muchos problemas a su familia, pero Narcissa se lo debía, su deuda estaba saldada, por haber resguardado a su hijo, por haberle enseñado lo que significaba el amor, por haberlo amado, protegido y cuidado, de sí mismo más que de nadie.

Una simple humana, porque eso es lo que era Alyssa, quien nunca había deseado formar parte del mundo mágico. Narcissa lo había descubierto a través de la legeremancia, le había dado un regalo, había saldado su deuda con ella, con Las Serpientes, con todo aquello que la acongojaba.

- Debes enseñarle - le dijo con decisión - enséñale oclumancia.

- Cissy.

- Bella, por favor - imploró Narcissa - Draco es todo lo que me queda, lo estoy perdiendo.

Bellatrix Lestrange. Una de las brujas más poderosas de su generación, quien su lealtad sólo estaba con el mundo de las sombras, de las artes oscuras, con Lord Voldemort. Abrió su amargado corazón ante las suplicas de su hermana y dijo:

- Llámalo.

La Ravenclaw que conquistó SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora