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Draco se había preparado durante dos meses para por fin visitar a Alyssa. Se había vuelto un experto oclumante gracias a las lecciones que a escondidas le daba Bellatrix. Draco sabía que era peligroso visitarla, y también sabía que no lo reconocería, sabía que no podía hablar con ella, pero la tentación era grande, y Lord Voldemort no lo seguiría hasta un pequeño bar de mala muerte repleto de muggles a las afueras de la Ciudad de México.

Draco sabía muchísimos idiomas, por lo que no le costaría poder entablar una conversación acerca del clima o los impuestos con esta nueva Alyssa.

- ¿Puedo invitarte un trago? - le preguntó Draco al ver que Alyssa se sentaba en la barra.

- Claro - le respondió - no eres de por aquí, lo noto por tu acento.

- Vivo en Londres - le dijo, un poco ansioso de saber que estaba bien - cantas muy bien.

- ¿Qué te trae por aquí, señor...

- Malfoy, Draco Malfoy - le dijo, estrechándole la mano - ¿y tú eres?

- Señor Malfoy - le dijo, aceptando su mano - soy Alyssa Carson.

- Es un placer - respondió, conteniendo el impulso de besar sus labios y decirle cuanto la extrañaba.

- ¿Quieres besarme, Malfoy? - se burló - pues haz fila, nómbrame un solo hombre que no quiera besarme en este bar.

- No quiero besarte - Draco rodó los ojos.

- No es lo que parece - le dijo Alyssa, algo que comenzó a incomodar a Draco.

- Estás ebria - le dijo, poniendo un billete de cien en la barra - vamos, te llevaré a tu casa.

- Mi Salvador - se mofó Alyssa.

Draco se llevó a Alyssa a su apartamento, le pasó un brazo por la cintura, bajo los hombros y caminó con ella por las calles desiertas de ciudad de México.

Dieron las cuatro de la mañana cuando por fin Alyssa logró conciliar el sueño.

- Te amo, Lyss - se despidió Draco besando su frente una última vez, para siempre, y salió por la puerta de su apartamento sin mirar atrás.

La Ravenclaw que conquistó SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora