*Capítulo 30. FINAL.

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Como había asegurado Richard, sus cosas fueron sacadas de la casa que tenía en las afueras, y dejadas en un garaje donde pagaban por mes el cuidado de estas; si no pagabas, se vendían. No es cómo si tuviera algo relevante en su casa, después de todo... Odiaba ese lugar en ocasiones. Demasiado grande y ostentoso. El apartamento de Henry le resultaba más familiar.

Y con eso, Henry lo invitó a vivir a su casa. No era muy grande, pero ambos se acoplaron bien a la convivencia. Ray sacó toda su ropa del garaje, y cosas como sus pertenencias materiales estaban ahí una encima de otra.

—Podemos comprar una casa—. Ray miró a Henry, sin entender.

—Amor, no tenemos dinero—. Empezaba a trabajar el siguiente mes, en el cual, a Carina le habían programado el parto. Henry iría, claro, para que su olor fuera lo primero que sintiera el cachorro, y así adoptarlo. El trabajo era sencillo, simplemente sería el jefe de un área encargada de la publicidad y la recaudación de fondos, en una ONG amiga de la empresa Norm; el salario era bueno, la verdad, podrían vivir cómodamente. Henry no trabajaría, por el momento; porque deseaba estar atento del cachorro, al menos hasta que este lograra ir a un colegio.

—Tienes ese carro y esa moto. Podemos venderlas—. Sugirió. No le molestaba su apartamento, pero ya con el cachorro, David, y con su gato, no creía que ese pequeño lugar fuera suficiente. Ambos estaban caminando, tomados de la mano, mientras iban de un lado a otro después de hacer los papeles con Camila, la mejor amiga de Ray.

Ella se encargó de todo lo de la adopción, y el contrato, el cual Carina firmó sin problemas. La alfa era una mujer fuerte y de gran presencia, pero parecía que todos tenían debilidad ante Henry, pues de inmediato le tomó cariño, asegurándose de que era lo mejor que le pasó a Ray. Este se había ruborizado ante la risa de ambos.

— ¿Crees que podamos?

—Uno es un auto de alta gama, y la moto seguramente será aún más fácil.

—También debemos pensar en la boda, cariño—. Era cierto, ambos estaban marcados, pero Ray quería celebrar una boda formal con su chico. Este insistía en que no era necesario, igualmente, ambos no tenían muchos amigos.

—Podemos pensar en eso después—. Lo tomó de la mejilla, dándole un suave beso—. Más bien, pensemos en lo que necesitamos comprar para el cachorro.

Ambos continuaban con su vida cotidiana, encargándose de un montón de cabos que dejaron sueltos. Lograron vender la moto de Ray, al igual que el carro, y con ello, Henry comenzó a buscar conjuntos residenciales de casas en una zona agradable de la ciudad. Él sentía que eso ayudaría al cachorro. Le encantaba verlo así, comprometido, como un lindo padre omega amoroso.

Carina cada vez estaba más fastidiosa, llevándose a Henry en todo momento, y este siguiéndola. No les dejaba tiempo a los dos, y sabía que no tendrían después de parto. Aun así, no era el sexo lo que le faltaba, sino, más bien, llenarlo de mimos. Le gustaba ser cariñoso con su omega.

— ¿A dónde vas, amor? —. Ray, a pesar de estar ocupado con los tramites, siempre llegaba a casa en la noche. Henry también, pero esa noche estaba vistiéndose.

—Me reuniré con Steve. Como Tony ya está en embarazado, están esperando que arregle mi situación con él—. Aunque Henry sentía que no tenía nada que arreglar; Tony era gruñón, pero Steve siempre estaba con esa mirada llena de amor.

—Me dejarás solito—. Hizo un puchero. Henry se acercó al mueble donde estaba, dándole un suave beso, moviendo poco a poco los labios, para encajarlos y soltar los contrarios—. Eres injusto.

—No demoraré. Y cuando llegué, podemos... —. Henry se había vuelto más desenvuelto frente a la sexualidad, con él. La mano del chico acarició su hombro, detrás de él, hasta entrar por la camisa, acariciando el firme cuerpo del alfa, enredando sus dedos entre los vellos. Besó la oreja del mayor, dándole un leve jalón al lóbulo—. Así que no chilles—. Le dio un sonoro beso en la mejilla y se fue.

Sex appeal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora