Capítulo 18.

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—Solo habla con él—. Le había dicho Sean antes de separarse en el elevador—. Tienes que ser claro, ¿bien? Y, si llegas a sentirte mal, me avisas y subiré corriendo, ¿de acuerdo? —. Sean era un ángel. Ambos se fueron a sus puestos de trabajo después de llegar juntos.

Cooper estaba en su oficina desde temprano, y eso le dio valor a Jace de acercarse a esta. Tocó dos veces, y se le permitió pasar. El mayor no lo miró siquiera, y eso le alivió, pues sería más fácil hablar como si estuviera solo.

— ¿Pasa algo, Norman? —. Mordió su lengua. Sería difícil, después de todo. Caminó hasta quedar frente al escritorio del hombre, y trató como pudo de no dejarse intimidar por las feromonas.

—Yo... —. Su voz se fue, no sabía que decir, menos si lo trataba de esa forma tan poco personal cuando ambos habían tenido una relación carnal, solo eso. Bueno, tal vez, con algo de suerte, no caería nuevamente en la búsqueda de empleo por un malentendido y celos de la pareja de su jefe. Aunque... Esa omega no tenía nada qué celarle, después de todo, era la descripción de omega prime perfecta.

—Hable, Norman—. Tomó aire tres veces, antes de armarse de valor que trató de recolectar esa noche en vela. No pudo dormir ni un poco, seguro tendría ojeras, y los medicamentos para la ansiedad no estaban funcionando. Recordó esas pastillas, por alguna razón; y también a su terapeuta. Anoche había escrito a esta para que lo atendiera en la tarde. Era un buen inicio de conversación.

—Debo salir antes el día de hoy.

—No puede—. Habló seco—. Tenemos trabajo—. Jace cruzó las manos en su espalda, jugando con sus dedos, en ningún momento bajó la mirada, agradecido de que el mayor ni siquiera deseara dedicarle una.

—También teníamos trabajo la semana anterior e igual nos fuimos a tirar a su mansión—. Soltó, lo más acido que pudo. El mayor dejó su bolígrafo de golpe en el escritorio, asustando al chico. Y aunque lo empezó a observar con los ojos azules intensos, no cedió en ningún momento. No lo haría nuevamente. Infló su pecho—. Le aconsejo que, a la próxima que quiera llevarse a un omega a la cama, no es necesario engañarlo con sentimientos que no tiene. Es más fácil solo decirle que quiere coger. Créame, se lo darán de gratis—. Giró en sus tobillos, listo para irse, pero, de la nada, su ambiente se volvió negro.

Sintió como dejaba de respirar, como su cuerpo se sentía débil y su omega comenzaba a surgir cual animal en su interior. Gimió, ronco, adolorido, cayendo de rodillas al suelo. Al principio, llegó a intimidarse por las feromonas de Cooper; después dejó ese pensamiento. Pero, ahora, nuevamente sentía temor autentico hacia un alfa. Aquel que se paró frente a él, mirándolo desde arriba con superioridad, y unos ojos llenos de emociones que quería no descifrar.

—Deberías aprender tu lugar—. Estiró su mano, acariciando la mejilla del chico. Trataba, en serio, de no dejarse llevar por aquellas emociones oscuras que empezaban a surgir al recordar la imagen de su abuelo, y la idea de este de tener una familia. Cooper también quería una, y aunque amaba a Jace, prefería a su abuelo ante cualquier cosa; porque él no lo abandono cuando su madre lo dejó solo por completo, y debía comenzar a comportarse nuevamente, dejando esa postura de alfa indefenso que sentía cuando veía a Jace—. Los omegas como tú solo sirven para una cosa.

Jace se sentía mareado, tratando de enfocar los ojos del mayor, mientras su mente divagaba en un lugar y otro. Empezó a salivar, sus labios no alcanzaban a retener el fluido, y el pulgar del mayor lo acarició, encantado, de alguna forma, con verlo así. Estaba en una pelea interna, y no sabía por quién debía apelar. Su corazón anhelaba a ese omega, pero su mente le recordaba al niño roto que su madre dejó en una casa abandonada.

— ¡Hay un niño acá! —. La policía lo estuvo buscando por horas, y cuando lo encontraron, estaba en una precaria condición. La mujer alfa lo había abandonado en la casa de un amante, huyendo con el mismo. Duró una semana sin comer, sin dormir pensando que su madre volvería. Era muy pequeño. Su abuelo fue el único capaz de interesarse lo suficiente para buscarlo.

Sex appeal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora