Capítulo 19.

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Las cosas fueron agitadas las siguientes tres semanas. A veces se quedaba hasta tan tarde en la editorial, que Sean alcanzaba a ir a su casa y volver. No solo estaba el hecho de que prontamente se sacarían nuevos libros y debían estar acosando a los editores. Sino que, además, el viaje que se haría era más grande de lo que pensaba.

Hubo personas que se negaron, así que se les dio un día libre. Por otro lado, los que decidieron asistir, tuvieron que dar su firma para descuento de nómina, y las personas que se encargaban de la nómina de los autores, en ocasiones, llegaban asustados porque no sabían proceder.

Por último, Jace se sumergía tanto en el trabajo, que ello lo ayudó a olvidarse de su desamor con el jefe. Dejó de pensar en sus sentimientos, y cada que se reunía con este, se decidía a ser igual de seco como debió serlo siempre. A pesar de que su vida amorosa iba en decadencia, no fue lo mismo en cuanto a la amistad. Estar con Sean era un relajante y él siempre estaba pendiente; Piper era una buena compañera y lo ayudaba mucho en cuanto a las organizaciones, se comunicaba con ella seguido debido a esto; y Steve, en ocasiones, lo invitaba a comer, asegurándose de que no dejara esto en segundo plano.

Podía decir que, por ese lado, su vida mejoraba. Y no estaba del todo mal.

—Bien, a cada uno se le envió cómo debía registrarse, y logística del evento se encargará del resto—. Piper suspiró, aliviada al tener a Jace de apoyo en todo eso, y feliz de que este hubiese contratado a una agencia de logística, lo que hacía todo muchísimo más fácil.

—Gracias, me ayudaste mucho—. Ambos estaban en el recibidor de la cabaña principal.

El lugar era agradable, bonito, y muy grande. Había carpas que, seguramente, eran para la fiesta de la noche. Por otro lado, los que empezaban a llegar eran llevados a la cabaña que debían, además de ser organizados en sus habitaciones. Todo corría bastante bien para su alivio.

—Será mejor que te organices en tu cuarto—. Habló Piper, quién ya se había organizado, pues llegó antes con Sean en el auto. Jace tuvo que tomar la oferta de su padre de llevarlo, bajo la intensa mirada de "No vayas a hacer algo raro en el trabajo". Sí, esperaba no decirle aún a su padre lo que ocurrió con Cooper.

—Te acompaño—. Sean se acercó, tomándolo del brazo, y ambos se dirigieron a las escaleras que daban al segundo piso. Allí siguieron hasta el tercero, donde estaban las habitaciones individuales. Era extraño que, a pesar de ser un simple asistente, tuviese su habitación separada como Cooper o algún ejecutivo que fuera.

Al caminar por el pasillo, llegaron a la puerta donde quedaba su cuarto, y al otro lado, Cooper salía de su cuarto. Bastante conveniente, pensó Jace, abriendo la puerta.

—Jace, amor, ¿quieres que te haga compañía? —. Sentía, por alguna razón, que Sean hablaba de esa forma con Cooper presente de apropósito; y es que siempre que lo trataba con tal cariño, sentía el olor del alfa, además de la mirada intensa.

—Está bien. Las actividades empiezan a las nueve—. Le siguió el juego, porque admitía que le encantaba esa sensación de superioridad. Iban a entrar al cuarto, cuando el alfa cruzó el pasillo, deteniendo la puerta.

—Norman, lo necesito para organizar algunas cosas. Tenemos trabajo mientras llegan todos—. Se veía arrebatadoramente sexy, odiaba a ese endemoniado alfa. Era alto, acuerpado y de largas extremidades. Llevaba el cabello levemente húmedo hacia atrás, un pantalón hasta las rodillas que mostraba sus varoniles piernas torneadas, una camisa blanca bastante trasparente, y una camiseta abierta de color azul. Simple pero atractivo. Normalmente lo veía con trajes... O desnudo. Mierda.

—Iré en un minuto, señor—. Iba a cerrar de nuevo la puerta, pero este seguía impidiéndolo.

—Ya—. Miró a Sean, y después a Jace. El chico le pasó su maleta a Sean, sacando de esta su celular, sus audífonos y su laptop.

Sex appeal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora