Sex appeal. |Henray|

Capítulo 9.

Desperté del hiatus. ♥

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—Ese chico es muy raro. Dicen que viene de intercambio—. Escuchaba, escuchaba todo, pero ellos creían que él no lo hacía. Aplastó con su cuchara la compota de manzana, mientras en su regazo descansaba un libro descansaba el libro del principito.

"Eres igual al principito, cariño" Recordaba a su madre acariciando su mejilla mientras el abrazaba uno de los peluches que hizo de un zorro, con el cual podía sincerarse, a diferencia de con las personas. ¿Por qué siempre le fue tan difícil hablar con personas? Su madre lo entendía, su madre no lo forzaba... Ella le daba la seguridad que no tenía. Y ahora estaba solo, inseguro, y sin idea alguna de cómo continuar con su vida sin la compañía de su madre.

—Oye—. No levantó la mirada, aunque escuchó la voz de un muchacho a su lado, fuerte—. ¿No has leído bastante ese libro? —. ¿Y él que iba a saberlo? Se quedó en silencio, como era normal en él. No estaba acostumbrado a escuchar su voz, aun no, aunque hubiesen pasado dos años desde que su madre lo dejó. Su padre decidió hacer algo radical y meterlo a un colegio, algo que... Antes no tenía. Karen, su linda madre, siempre lo consintió, dejándolo con un tutor privado que podía ser capaz de llevar su condición—. ¿Estás sordo? —. El muchacho se auto-invitó a sentarse a su lado, y comenzó a moverle el hombro una y otra vez, zarandeándolo.

—Oye, Chris, déjalo. Él es "especial" —. No era especial, no de esa forma al menos. Tenía las mismas capacidades mentales, pero era... Silencioso, tal vez porque no entendía a las personas, porque nunca se esforzó en estar con otro, porque... Porque su madre era todo lo que tuvo.

—Eh, está llorando. Vámonos—. ¿Por qué su madre lo dejó solo? ¿Por qué tuvo que abandonarlo en un mundo tenebroso, oscuro, y lleno de gente mala? ¿Por qué nunca le enseñó lo importante que era socializar y lo mantuvo encerrado? No quería echarle la culpa a su madre, pero tampoco quería pensar que fue todo porque no era igual que los otros.

Tal vez si era especial.

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El sueño que lo despertó en la mañana era más un recuerdo ingrato que otra cosa, pero uno no podía controlar a su inconsciente. ¿Por qué tenía que recordar esas cosas? No logró conciliar nada en la madrugada, así que empezó con su rutina desde antes que sonara su alarma.

Se levantó a cepillarse, porque odiaba su aliento después de despertar. Hizo algo de yoga, una rutina que había empezado debido a que su terapeuta insistía en que era bueno para su mente. Su padre le había regalado una colchoneta, y la usaba en la sala con el televisor encendido en algún programa matutino al cual no prestaba atención.

Después de una hora, se dirigía al baño. Lavaba su rostro con un jabón para su acné nada prematuro, tomaba una píldora para el celo en ayunas, y se bañaba. Allí era su momento favorito, pues colocaba su música a todo volumen, mientras se movía lentamente bajo el agua y enjabonaba su cuerpo demasiado delgado para su gusto. Odiaba tener unas extremidades tan largas y delgadas, sin ropa, podría parecer fácilmente un horrible monstruo: Delgado, largo y alto.

Salía a vestirse con algo que eligió el día anterior para evitar gastar tiempo, pero al haber despertado esa mañana tan temprano, decidió atreverse a cambiar su ropa. Unos pantalones cafés claro, una camisa de cuello color cielo, un saco sin mangas y en cuello V de un color azul más oscuro, y un saco café más oscuro. Sus zapatos sin cordones, y unas medias algo atrevidas: Con vacas de colores.

Era... aburrido. Pero le gustaba eso, le caracterizaba, le daba seguridad, le daba la idea de no ser relevante en una historia a la cual no pertenecía.