*Capítulo 4. (verdadero)

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Después del viaje, Henry sentía que algo en su relación había cambiado. Recordaba que esa noche subieron a dormir, compartiendo cama muy en su contra por parte del rubio. Aun así, no ocurrió nada, pero no sintió ese descanso al tener a un alfa como ese a su lado.

Su vida se volvió cotidiana, cada vez estaba más cómodo en su trabajo.

—Henry, querido—. Levantó la mirada de su plato, encontrando los ojos verdes de su padre, además de una sonrisa. Sobre la mesa puso una bolsa de regalo, y Henry ladeó el rostro sin entender precisamente qué deseaba con ello. Richard se dio cuenta, y empujó la bolsa cerca de él—. Feliz cumpleaños—. Una 'o' apareció en los labios del rubio menor. Se había olvidado de su propio cumpleaños. Siendo honesto, no lo celebraba desde... Desde que su madre murió.

Tomó la bolsa, más por obligación que por desear. De allí sacó una fina caja afelpada con un reloj de última generación ajustado en una almohadilla. Era bello, pero más del gusto de su padre que del propio. Eso siempre lo deprimía. Solamente su madre sabía que darle.

— ¿No te gusta? Podemos cambiarlo—. Su padre parecía deprimido.

—No. Está bello—. Lo sacó con sumo cuidado de la caja y la almohadilla, y lo enroscó en su muñeca, ajustándolo en esta. Era demasiado llamativo, demasiado caro... Muy impropio de él. Pero su padre lucía tan feliz al verlo con este, que, sencillamente, no podía decirle que no. Amaba a su padre.

Entonces su celular sonó, y contestó con uno de los airpods que tenía en su oreja.

—Habla Henry Hart—. Su padre entendió ello, y se levantó para ir a la caja mientras atendía la llamada. Tal vez era un día final de semana, donde se suponía descansaba. Pero siendo asistente de un CEO, no creía posible esa idea. No le molestaba, el trabajo lo absorbía, lo hacía olvidar por completo la idea de vacío existencial tan precedente en su interior.

—Henry, hablas con Ray—. Nunca se acostumbraría a la hermosa voz del alfa—. Necesito que nos encontremos en la editorial. Ocurrió una reunión de último momento y necesito las diapositivas que iba a exponer—. Henry sacó su celular, apuntando con el lápiz de esta lo necesario.

—Ya voy para allá—. Y colgó, dando dos toquecitos al audífono.

Su padre volvió, con una sonrisa, y extendió un par de mentas que le dieron al pagar la cuenta del restaurante.

— ¿Trabajo?

—Sí—. El menor se levantó, tomando su maletín café—. Perdón. Tendremos que vernos en otro momento, papá—. Su progenitor sonrió, restándole importancia. Lo abrazó con ganas, casi sacándole el aire. Richard, un alfa prime, era grande y fuerte; siempre lo asfixiaba.

—Eres un buen chico—. Le dio un beso en la mejilla—. Te llevo.

.:.

Al llegar a la editorial, entró al ascensor de la torre principal, la administrativa, y subió en este hasta el piso de la oficina de Ray. Mientras ocurría esto, iba anotando en su celular lo que faltaba en las diapositivas. Esperaba que todo estuviera bien. Ya tenía lista la presentación para el lunes; no pensó que adelantarían la entrega.

Llegó, dejando su maletín en el puesto. Sacó de este su libreta de apuntes, y se dirigió a la oficina del mayor, entrando a esta después de pedir permiso.

—Buenas tardes—. Habló con diligencia. Ray estaba sentado en uno de los muebles, con su laptop frente a él. Henry se acercó, sentándose al lado del mayor—. ¿Por qué decidieron adelantarla? —. Tal vez su deber solo era cumplir, pero tenía curiosidad que un fin de semana decidieran una reunión. Los grandes tenían familias, después de todo.

Sex appeal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora