Capítulo 12.

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Su cuerpo dolía, como si le hubiesen pasado tres camiones encima. Sus piernas se sentías gelatinosas, vibraban de lo que supuso era un calambre. Y ni hablar de su interior: Húmedo y pegajoso. ¿Cuántas veces lo hicieron? Preguntárselo sería inútil, porque tampoco se sentía infeliz con el resultado. Claramente fue más de lo que había tenido antes, demasiado superior. ¿De eso se trataba un prime? Insaciable. Recordaba a penas la noche que cayó casi dormido, pero el alfa no se detuvo en ningún momento. Quería más, porque su hambre solo podría zacearla alguien de su tipo. Pensó, inconsciente, en Steve y Tony. Si Steve era un beta, no se imagina lo difícil que sería saciar a un omega prime.

—Buenos días—. Cooper le acarició la mejilla, y el chico levantó la mirada al hombre. Se sentía exhausto, nada bello. Seguramente estaba lleno de marcas, con un olor pastoso y desgastado, y unas ojeras majestuosas—. ¿Qué tal dormiste? —. Le besó el cabello, y Jace ronroneó feliz ante el hecho de que un alfa que se veía completamente fresco después de ser tan salvaje, lo tratara con tal ternura, a pesar de que sabía que no se veía precisamente a su nivel.

—Bien—. Su voz estaba algo desgastada, seguro gimió mucho. Oh, Dios. No es que tuviera vergüenza de su naturaleza sexual; más bien era el recordar que estaba ahí, en su cama, en el apartamento que su madre le dejó, con su jefe, y, aparentemente, amigo de la infancia. Su padre, de enterarse, castraría a Cooper. Era muy sobreprotector—. ¿Y tú? —. Se acurrucó más en el brazo del mayor, y recorrió con sus dedos el abdomen de este, abrazándolo. Se sentía tan protegido con ese hombre; muy diferente a otros.

—Bien—. Estaba feliz de despertar al lado de Jace, no podía negarlo. Lo rodeó con un brazo, y lo atrajo a su cuerpo, mientras giraba un poco el torso, quedando cara a cara—. Hoy no debemos trabajar—. Jace asintió, dándole un beso en el cuello.

Entonces, su celular sonó, y ambos, muy en contra, tuvieron que separarse. El chico se levantó a buscarlo, encontrándolo en el bolsillo de su pantalón. Lo tomó de allí, viendo el nombre su padre en la pantalla. Suspiró, tosió un poco para oírse decente, y contestó.

—Hola papi—. Murmuró, pero Cooper escuchó, soltando una risita. Que ternura. Sí supiera Richard que anoche su hijo le decía papi a él.

—Cariño, ¿sabes qué día es hoy? —. Jace escuchaba a su padre más feliz de lo normal. Trató de pensar, pero nada se venía a su cabeza. Eso lo desesperaba. Normalmente era muy centrado y no olvidaba nada—. Bueno, no hoy. El lunes cumplo años—. Mierda.

—A-ah, sí—. No, no, no. Lo olvidó por completo. Se dio un suave golpe con su mano vacía, y Cooper lo miró, sin saber de qué trataba el bajón de color en el rostro del chico.

—Pasaré por ti en media hora, cariño. Sé que ya debes estar vestido, eres tan juicioso. Pero tengo que recoger algo antes—. Mordió su uña, levemente ansioso.

—Vale, papi.

—Te quiero, cariño—. Y le colgó, escuchando como último un beso dado al teléfono. Apretó su celular. ¿Cómo había sido tan despistado? Puso por encima su placer antes que, a su padre, la única persona que lo quería honestamente. Miró a la cama, Cooper parecía buscando una respuesta.

—Debes irte—. Cooper se levantó de la cama, completamente desnudo, y se acercó al chico, tomándolo de los hombros.

— ¿Pasa algo? —. Jace negó.

—Mi papá y yo tenemos que ir a celebrar su cumpleaños—. Cooper entendió. Claramente se sentía decepcionado de no poder pasar el día con el chico, después de tan intensa relación. Pero, entendía la importancia para este de su padre, y no podía ponerse como alfa furioso, cuando este ni siquiera sabía que su hijo y él estaban... ¿En algo? —. Lo siento tanto—. Murmuró Jace. No quería que se fuera.

Sex appeal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora