ValentinaDespierto en el suelo con un dolor de cabeza punzante, me tomo unos segundos para poder identificar el lugar donde estoy y qué ha pasado, pero en cuanto caigo en cuenta me pongo de pie con el corazón acelerado. Mi madre no está.
Salgo corriendo de la habitación y busco por toda el ala de maternidad de la clínica, nadie ha visto nada y nadie sabe nada. ¡Cómo es posible! Decido ir a las otras zonas del centro de salud pero irónicamente nadie ha visto a la jodida dueña de todo este maldito edificio. Cuando papá se entere se volverá loco y todos aquí, junto conmigo sufriremos las consecuencias de la incompetencia.
Él me confío a mamá, me dio la tarea de cuidarla y no pude pelear siquiera. Esa mujer, la enfermera, es lo único que recuerdo antes de que me atacara y cayera al suelo. No sé qué más pasó y eso me enoja. Mucho.
Asustada pero consciente que tengo que asumir mi responsabilidad, salgo del hospital y me voy a mi auto. Ya dentro, exploto, dejo salir la frustración golpeando el volante y luego liberando las lágrimas. Esperaron que mamá estuviera indefensa para tomarla, de lo contrario jamás atentarían contra ella. Fui entrenada para este tipo de situación, mamá me lo advirtió cientos de veces pero nunca se está realmente preparado, mucho menos cuando es tu madre la que es arrancada de tu lado.
No soy fuerte, no soy valiente. Todo fue una vil mentira que me creí, justo ahora solo quiero correr a los brazos de mi papá y que me susurre que todo estará bien, así como cuando tenía seis años y temía de las tormentas.
Saco el auto del estacionamiento y piso el acelerador a fondo en la carretera, debo llegar, pero no soy capaz de contarle mi error a papá a la cara, así que decido llamarle. Activo el manos libres y cuando su voz llena el auto, comienzo a llorar de nuevo.
—Papá, la perdí— sollozo —No sé qué pasó, no recuerdo nada. Desperté en su habitación, estaba desorientada, juro que la busqué por todas partes. Se la llevaron, papá.
Digo balbuceos casi sin sentido, mi padre se queda en silencio y eso me hace llorar más. ¿Por qué no me dice nada? Hasta gritarme es válido justo ahora. Necesito que me diga lo estúpida y descuidada que fui antes de que me refugie en sus brazos.
—¿Dónde estás, amor?— suena tranquilo aunque sé que no lo está. Al menos no se escucha enojado y eso es un avance.
—Estoy conduciendo hacia allá, llego en unos diez...— un golpe en mi lado derecho del auto me hace gritar y rodar en la carretera, mi frente se impacta con el volante cuando me sacudo bruscamente y al segundo algo caliente y espeso rueda por mi piel.
Maldición. Maldición.
Salgo del vehículo cuando comienza a humear el capó, intento buscar mi teléfono para reconectar con mi papá pero me empujan y mi cabeza se golpea con el auto, dejando todo negro a mi alrededor.
***
Abro los ojos de golpe. No puede ser, no de nuevo. ¿Qué pasa con el mundo? Todo se ha vuelto en nuestra contra en un lapso de menos de dos horas. Me levanto lentamente de una cama que más bien parece concreto de lo dura que está. Estoy en una habitación grande, con pocos muebles por no decir ninguno. Hay un vaso de agua en el suelo junto a la cama y evito beberlo aunque muera de sed, no sé qué podría contener eso.
Me pongo de pie y me acerco a una de las ventanas, están condenadas por barrotes de hierro y resoplo. Genial. No podría ser peor para mí. Apenas puedo ver qué hay afuera pero puedo divisar edificios, así que estoy en un complejo residencial. Doblemente genial.
Comienzo a buscar sin resultado útil una forma de escapar de aquí pero no hay absolutamente nada, ni una madera astillada en el piso. Este lugar está perfectamente acondicionado para no escapar, lo que me da a entender que esto estaba planeado con antelación. ¿Serán las mismas personas que tomaron a mi madre? No tengo mucha información, pero sé qué hay alemanes detrás de esto y sumado a que Viktoriya escapó de casa, todo es muy extraño.
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Reina Rusa©
General Fiction***DISPONIBLE EN FÍSICO** Los años pasan, las grandes Organizaciones prevalecen, la Bratvá no es la excepción. Han sido dos décadas de fuerte mandato, nunca nadie se atrevió a desafiarme, el Linaje se adoptó a su nueva cabeza y extrañamente la paz...