Capítulo 20

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Taras bloquea la puerta y se acerca al grupo, me quedo de pie junto a la mesa y contemplo como todos llevan su máscara de seriedad. Tanto mi madre como Sherlyn se mantienen al margen, mientras los demás hacemos silencio en un círculo íntimo que nos sacará de todo este apuro, o al menos eso esperamos.

—Todos los que están aquí forman una parte importante de la Organización y también tienen mi confianza absoluta. Si podría poner mi vida en sus manos lo haría no porque sé que estaría a salvo y también sé que ustedes morirían por mí— miro a Taras que lanza la información que tenemos sobre la mesa a la vista de todos —Esto es lo que sabemos, lo poco que hemos podido rescatar y es básicamente nada. Es muy vaga la información y solo hay una forma de poder sobrevivir a esto y es manteniéndonos muy alerta.

—No podemos confiar en todos. Así que nuestras fuerzas están limitadas...— toma Taras esta vez la palabra.

Nuestro plan se basa en utilizar los menos soldados posibles para que la voz no se esparza y no llegue a los oídos de aquellos que están infiltrados, así también necesitaremos a los más fuertes, los que puedan soportar un ataque y resistirlo con una minoría exagerada. Utilizaremos armas de la reserva personal de la casona, para no alterar los libros de la armería y por ende dejar entender que nos estamos preparando para una probable guerra de bandos.

Necesitaremos francotiradores, informantes, soldados inteligentes y paciencia.

Utilizaremos los hombres leales a la casa Dobrovolski, son nuestra mejor opción justo ahora. Son resistentes, duros y se guían por las leyes de mi difunto consejero y suegro, Arkadiy Dobrovolski. Él tenía la filosofía de que la familia era sagrada y para nuestra suerte todos crecieron con esa ideología implantada en el cerebro, además de que los soldados son todos familia, entre primos lejanos, bisnietos y tataranietos de los primeros cabezas de la Bratva. De una u otra forma son todos Dobrovolski, seguirán a Taras al infierno si es necesario y esa es nuestra ventaja.

Los hombres de la familia Záitsev están descartados, no soy su favorita, me toleran pero si ven la oportunidad de volverse en mi contra lo harán sin dudarlo, como los Popov y los Lavrov, aunque hay una excepción: miro a Valentina. Eso podría ser bueno.

Quedarían en espera los hombres Kórsacov y los aliados externos. Y prefiero mantenerlos al margen a todos, lo que nos resultaría en solo una familia. Dependemos completamente de los Dobrovolski, unos setenta o cien hombres cuando mucho, si sumamos a los más jóvenes y a las mujeres que se han iniciado.

Miro a cada presente, no hay emociones que me indiquen lo que piensan cada uno. No veo discrepancia en los gestos de mi padre, James solo asiente, Dasha y Yaroslav observan a Taras con interés mientras habla.

—¿Es todo lo que tenemos?— frunce Sergéy el ceño. Mi esposo asiente una sola vez —Podremos con ello, si utilizamos el factor sorpresa.

—¿Qué hay de los alemanes?— propone mi hermano y lo miro rápidamente como si le hubiera salido otra cabeza. De ninguna manera, Alemania es una herida abierta aún, prefiero no molestarles o darles una oportunidad de acabar conmigo de una vez por todas.

—Ignoraré que siquiera lo consideraste— murmuro. Él suspira —Nos apegaremos a lo expuesto, es importante no cometer errores, mientras utilizaremos a los demás para encontrar a mi hija.

Tomo una profunda respiración cuando de repente me falta el aire, intento no demostrarlo y me aferro a la mesa. ¿Ahora qué mierda me sucede?

—¿Están seguros de que funcionará? Tenemos una sola oportunidad— cuestiona mi padre. Está cruzado de brazos mirando a Taras fijamente.

—No. No sabemos qué tan fuertes son sus hombres, cuántos tienen o cuántas veces atacarán. Tenemos dos amenazas: la supuesta hija de Slava y los japoneses. A quien llegue primero debemos responderle, no dejaremos que me arrebaten lo que con sangre obtuve— balbuceo con fuerza apenas —Recuerden que no sabemos a quienes nos enfrentamos, ni cuanta gente tiene dentro de nuestras paredes.

Reina Rusa© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora