Capítulo 51

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—Tenemos algo— anuncia la voz de Sergéy tras la puerta luego de dar dos toques.

A regañadientes Taras me deja ir, me visto lo más rápido que puedo y salgo de la habitación con mi esposo siguiéndome los pasos. Encuentro a la pareja de mis capitanes reunidos con su hijo, quien con el entrecejo fruncido teclea en su computador.

—Son los programas de reconocimiento facial, han arrojado una alerta. Ha detectado a Konstantin en un bar— el chico se vuelve a verme —De los suyos, general.

Ignoro el hecho de que me ha llamado general y frunzo el ceño confundida. ¿Qué hace Konstantin en uno de nuestros bares? Quiere que lo atrapemos o simplemente es un idiota.

—No entiendo nada. ¿Cuál es el objetivo de Konstantin en todo esto? No tiene sentido— murmura Taras detrás de mí.

—La existencia de Konstantin nunca tuvo sentido. Sin embargo aquí está, molestándome y con una sentencia de muerte casi segura— me inclino hacia la pantalla que muestra la barra, está solo, sentado tomando de una botella.

Siempre ha sido un completo inútil, ni siquiera sé cuál es su propósito. ¿Vengarse de mí? Eso ha mencionado pero no ha hecho nada al respeto más que brindar apoyo con sus hombres a Dierk y Milenka. ¿Qué gana él de todo esto? ¿Qué satisfacción obtiene?

Konstantin siempre fue un cobarde, siempre odió ensuciar sus propias manos y es incapaz de dañarme él mismo. Por eso utiliza a todos como medio de ataque. Nunca vendrá por mí directamente, jamás metería sus manos al fuego. Esa es la respuesta a las interrogantes.

Sobrevivió para verme crecer y luego caer de súbito a manos adversarias. Lamentablemente las cosas no han salido como esperaba, no soy un árbol fácil de cortar, no soy una plaga fácil de exterminar, deberían saberlo ya.

—No es de interés ahora— comento. La verdad es que no supone una amenaza, no para mí, él puede pasar a un segundo plano, al menos por ahora —Dejémoslo tomar un trago en paz— sonrío de lado cuando todos me observan como si hubiera mutado.

—¿No vas a hacer nada al respecto, madre? ¿Es en serio? Él, junto a Liebeskind, te tuvieron retenida contra tu voluntad. La mujer de la que he escuchado historias ya le hubiera arrancado cada miembro del cuerpo— gruñe Valentina.

La entiendo, juro que lo hago. Está dolida, está enfurecida, está decepcionada de sí misma. Y todo lo que ha pasado no es más que un detonante a la mísera que ha vivido las últimas semanas, pero debe entender una cosa: hago cada movimiento para obtener algo a cambio, para tener éxito. Aprendí a no dejarme llevar por los impulsos y a no cometer errores.

Es mi hija, es mi sucesora, pero se está saliendo de control y no voy a permitir sus arranques de venganza.

—Y lo va a hacer a su debido tiempo. Primero vamos por los objetivos complicados, luego por el sencillo corderito. Yo decidiré cuándo hacer pagar a Konstantin, no tú, ni siquiera Taras. Así que voy a pedirte que te retires y te calmes antes de volver con nosotros, es una orden— le espeto, con incredulidad, a mi hija perfecta.

Ella aprieta sus labios rosados y sale del salón haciendo un berrinche. En momentos como estos, compadezco a Slava por haber tratado conmigo a su edad. Miro a Taras y él encoge un hombro antes de sacar su arma y revisar si tiene balas.

—Es tu viva imagen, no tengo nada más que decir al respecto— ataja en respuesta.

—Es ardiente— añade un muy imprudente Dimitri, ganándose una mirada escalofriante de mi marido —Mejor me callo— se vuelve hacia el computador evitando la ira de Taras.

—Solo continúa vigilando a Konstantin, quiero saber qué hace, con quién se mezcla, a qué juega. Me divertiré con él, en cuanto regrese de mi visita a Dierk Liebeskind— pongo mis armas sobre la mesa, dejando desconcertados a James y a Sergéy.

Reina Rusa© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora