Capítulo 16

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Ella apretó los labios al ver que se estaba derrumbando uno de los pilares de su plan. Se suponía que no debían descubrir que Viktoriya no estaba hasta una semana más tarde, cuando todo estuviera listo pero su maldito plan falló. Svetlana se había vuelto predecible los últimos años, sabía qué pasos iba a dar pero de nuevo había vuelto esa mujer callada, que no contaba nada, que actuaba con misterios. Y la única persona que había sembrado la semilla de la desconfianza en ella era Taras Dobrovolski, y lo estaba odiando por eso.

Pateó el escritorio y de él cayeron todas las cosas con las que estaba trabajando. Estaba enojada, fastidiada, todo se estaba arruinando y solo por una estupida que no hizo bien su trabajo.

Sacó el móvil de su bolsillo y escribió un mensaje rápido para enviar en cadena a distintos destinatarios:

Perdimos a Peskova. Nadie mueva un solo dedo, Svetlana estará muy a la defensiva.

Tiró el teléfono contra la pared y llevó sus manos a su pelo. Quería matar a alguien, pero debía controlarse o la descubrirían. Aún tenía a muchos merodeando, cualquiera podía ocupar el lugar de Natasha, solo debía ayudarle a involucrarse poco a poco.

Tenía los recursos, los soldados, solo debía seguir apegada al plan. Eso era. Respiró hondo y se calmó apenas. Miró su computador en el suelo y decidió que era momento de otra carta familiar.

***

Svetlana

Cuando Rodion trae a Natasha ella se muestra tranquila, relajada, todo lo contrario a su escena anterior cuando lloraba como magdalena. Incluso puedo ver una sonrisa cínica en la comisura de sus labios. Es buena, la maldita es buena y eso debo reconocerlo. Me engañó pero no por mucho.

Mi hombre la deja en su silla destinada, donde la ata mientras ella ni siquiera parpadea, cosa que me deja saber qué tan involucrada está en esto y lo preparada que está para este momento. Será difícil conseguir algo de información, por no decir casi imposible. No quiero ser pesimista, pero justo ahora no estoy teniendo esperanzas de resultados fructíferos.

—Vaya, déjame adivinar. No tienes hijos y tampoco robabas comida para alimentarlos— digo con ironía y ella ríe.

—Así es, pero fue épica mi actuación de madre desesperada que haría lo que sea por sus hijos, ¿no? Deberías ponerla en práctica para que tus hijas no sigan escapando de...— no dejo que termine la frase, golpeo su rostro, reventando su labio inferior. Hija de perra, odio que me digan que hacer —Sabía que harías eso.

Lame su sangre y sonríe aún más. Está loca.

—¿Qué hiciste con mi hija?— pregunto. Absoluto silencio.

Me vuelvo a ver a Taras y a mi padre, ambos asienten. Quieren dejarme esto a mí y eso es una sorpresa, así que voy a divertirme y a disfrutarlo.

—Yo no hice nada, solo dejé caer unas palabras por ahí y otras por allá, y su loca mente llena de fantasías y estupideces actuó sola.

Cuando termina de hablar vuelvo a golpearle, una y otra y otra vez. Descargando la ira que tengo desde que he descubierto que todos estos días he sido una inútil, una débil, que he dejado que todos se vuelvan en mi contra. Está bien, reconozco el error pero es hora de que volvamos a la normalidad.

Cuando su cara está enrojecida por mis golpes y algo húmeda por la sangre de las heridas causadas por mi anillo, me doy por satisfecha. Le pido a Rodion los cables de corriente, mis favoritos.

—Juguemos. Yo pregunto, tú respondes. Así de sencillo. Te daré mejores oportunidades que a tu padre, a él lo mutilé— veo en sus ojos que algo cambia, toqué una fibra sensible y eso es fascinante —¿Te duele hablar de papi? No sabes cómo disfruté ver como su alma se escapa de su cuerpo, fue exquisito.

Reina Rusa© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora