En la actualidad...Esquivo la navaja que viene en dirección a mi cara, a pesar de que mi movilidad es un poco más limitada. Siento movimiento a mi espalda y lanzo un codazo que da justo en el blanco. Escucho un quejido y una maldición, sonrío aunque no me distraigo.
Otro ataque frente a mí me hace alzar el brazo para cubrir mi rostro, un corte en mi antebrazo me hace sisear y miro ceñuda al sujeto frente a mí. Listo. Esto acaba aquí. Sostengo su muñeca cuando vuelve a arremeter en mi contra, retuerzo su brazo con fuerza y en un movimiento rápido le hago poner de espaldas y caer de rodillas, al mismo tiempo que pongo mi cuchillo en su garganta.
Se queja de dolor ante la fuerza que ejerzo en su brazo torcido, presiono el filo en la piel de su cuello y acerco mi boca a su oído.
—Estás muerta— susurro con saña, sin embargo noto por el rabillo del ojo que seré atacada por la espalda. ¡Eso es sucio! Suelto el cuchillo, tomo el arma de la cintura de mi dominado atacante y me giro a apuntar a la cabeza del segundo quien me mira con sorpresa —También estás muerta— sonrío con malicia.
—Y Svetlana las vuelve mierda por octava vez consecutiva. Necesitan practicar ese ataque, chicas— chasquea la lengua Dasha y me río.
Dejo libre a mis hijas, Viktoriya rápidamente se pone de pie y me mira con el ceño fruncido.
—Me ibas a romper el brazo, mamá, ¿acaso estás loca?— se queja y me encojo de un hombro.
—Tienes una pésima defensa, incluso una embarazada puede dominarte fácilmente— le recrimino, señalándole a la vez mi abultado vientre —Mi movilidad es solo del sesenta por ciento y aún así logro derribarte, Viktoriya. No sé cómo pretendes ser un buen soldado si ni siquiera te esfuerzas. ¿Conoces la palabra disciplina?— no recibo una respuesta, solo un mohín de niña malcriada y resoplo resignada —Mejor ve a practicar algo de tiro.
Ella rueda los ojos y se da la vuelta, tan digna como ninguna, no va a admitir que es mala, pero tampoco va a protestar sobre lo que digo. Así son las cosas. Me vuelvo hacia Valentina y sonrío, en secreto es mi gran orgullo.
—No digas nada, tengo un pésimo ataque. Lo sé.
—No de hecho eres ágil, pero necesitas ser menos predecible. Anticipé lo que harías incluso antes de que te acercaras.
—Vale, trabajaré en ello— se encoge de hombros en un gesto que la identifica mucho con su padre.
—Tómate un descanso, luego pelearas conmigo— le ordena Dasha con una sonrisa tan maquiavélica como divertida. La hará papilla.
—No mates a mi única hija funcional— susurro en broma y ella mantiene esa sonrisa de lado.
—No prometo nada— señala mi brazo —Estás sangrando.
Arrugo la frente y miro la herida. Se me había olvidado. Joder, papá y Taras me van a matar, últimamente están muy sobreprotectores.
—Debo curarme antes de que Taras lo vea.
—Muy tarde.
Me tenso ante su voz y miro a mi mejor soldado con los labios apretados. Dasha me lanza una mirada divertida y tras saludar a Taras, se da media vuelta dejándome a solas con mi esposo. Grandioso. Me siento como una niña que ha sido descubierta haciendo travesuras.
Me giro y sonrío con falsa ternura.
—Hola, cielo— bato mis pestañas exageradamente y él arquea una ceja. Un gesto que lo hace ver demasiado sensual.
Está de brazos cruzados, con piernas ligeramente separadas, con ese porte serio que me pone a hiperventilar. Con su típica máscara de hombre taimado, pero con esos ojos tormenta de depredador que podrían congelar el mismo infierno. Demonios, está subiendo la temperatura aquí.
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Reina Rusa©
Ficción General***DISPONIBLE EN FÍSICO** Los años pasan, las grandes Organizaciones prevalecen, la Bratvá no es la excepción. Han sido dos décadas de fuerte mandato, nunca nadie se atrevió a desafiarme, el Linaje se adoptó a su nueva cabeza y extrañamente la paz...