Capítulo 47

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Me detengo en el centro del semicírculo, con todas sus miradas posadas en mí. No me intimida estar rodeada de hombres, mucho menos cuando soy yo quien lleva el arma en sus manos. Le doy un breve vistazo a mi esposo, que desde una esquina observa cada paso que doy, esperando un solo movimiento en falso en mi contra para aniquilar al responsable.

Pero la verdad no lo necesito. Todo esto es una puesta en escena, un juego para liberar la tensión. Estos hombres siempre han estado bajo mis órdenes sin importar las consecuencias, la familia de Taras es una de las más honorables que conozco y la traición no es parte de su legado.

Arkadiy me heredó el mejor ejército, ni más ni menos. Y los hombres de Knowlan simplemente no están interesados en pasarse al bando contrario pues no ganarían absolutamente nada. Admito que quise buscar un culpable en Dasha, quise desquitarme con ella en un momento de frustración pero jamás lo haría, es el soldado más leal que jamás pude tener. Y me disculparé con ella, en su momento. Con los demás por el contrario...

No seré tan buena con los responsables, aunque debería decir responsable. Con los años al lado de Taras he aprendido su don de leer a las personas sin que se enteren y por supuesto en silencio. He notado cosas, he unido otras desde que salimos de Alemania y por más que logro buscarle un sentido a las acciones de Rodion Lavrov no las encuentro.

Desde que mi hija me contó lo ocurrido, quien fue su agresor, solo tengo dudas en mi cabeza: ¿Qué hace aquí? ¿Por qué permitió que su hermano hiciera lo que hizo si ellos siempre estaban juntos? ¿Cómo es posible que no supiera de las alianzas que hacía Rustam para traicionarnos? Recalco, ellos siempre estaban juntos, eran como el cielo y las estrellas. ¿Por qué dejó que Valentina lo matara sin más, sin inmutarse? Solo tengo una teoría: él sabe todo y es parte del motín. Rustam sabía que debía morir para hacer creíble la historia, si es que en realidad lo está, y Rodion debía llevar a cabo la actuación final.

¿Inteligente? No. ¿Arriesgado? Mucho.

No me creo ya su historia de que ama a mi hija, simplemente no puedo hacerlo. Tengo una mala corazonada y mi intuición nunca falla. Él oculta cosas, sabe mucho más y está aquí fingiendo ser el tipo perfecto, el soldado ideal y el hombre que merece mi Valentina.

Se acabó el teatro.

—¿Nadie dará un paso al frente?— apunto a cada uno con el cañón de mi arma —Bueno, yo elegiré al azar. De tin marín...— recito el cántico en español dejándolos con expresiones confundidas en sus caras y apuntándolos a cada uno con mi pistola según digo cada palabra —... de dos pingüé— termino en Rodion, quien rodea a Valentina de la cintura —Aléjate de mi hija— ordeno con voz sombría.

—¿Qué?— refuta, fingiendo sorpresa por supuesto.

—¿Mamá?— inquiere Valentina confundida —No...

—Aléjate de mi hija— recalco con más fuerza e ignorando a mi chica.

Cuando todos notan que no estoy bromeando, que voy completamente en serio, diviso por el rabillo de mi ojo como se ponen alerta, tocando los cañones de sus armas. Bien, porque esto podría ponerse feo.

—Lana. Yo... ¿por qué?— tiene el descaro de incluso tartamudear con incredulidad. No desisto, mantengo mi arma firme en su dirección —Sabes que estoy con ustedes.

—Valentina, quiero que te alejes de él ahora mismo— le hablo a mi hija, quien con pasos dubitativos inicia su recorrido lejos de Lavrov, pero no es lo suficientemente rápida. Él afirma su brazo alrededor de ella en un movimiento rápido y usa su arma para ponerla cerca de la sien de Valentina —Ahí está. Solo necesitaba un pequeño empujón.

Reina Rusa© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora