Capítulo 39

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Taras

Envuelvo mis dedos con las vendas mientras siento todos mis músculos tensionarse. No puedo permitirme fallar, hoy tengo una sola oportunidad, todos nosotros de hecho. Debo aprender que no estoy solo en esto, que tengo hombres leales que me siguen sin dudar, una familia, pero no puedo parar de pensar en nada más que en mí... en mí fallando en rescatar a Svetlana, perdiéndola y volviéndome un monstruo finalmente.

—Estaremos aterrizando en unos minutos, por favor abrochen sus cinturones— anuncia nuestro piloto por los altavoces.

Vuelvo a mi asiento no sin antes contemplar en el baño mi aspecto de vagabundo, mi apariencia física es lo que menos me importa, pero no puedo evitar hacer una mueca de asco ante lo que me he convertido en las últimas semanas. Apenas he tenido tiempo para prestarme atención, ¿cómo hacerlo? Mi esposa lleva días desaparecida, he estado enterrado en toda esta mierda de mantener a flote la Organización, ocupado intentando investigar al fantasma que ha estado jugando con nosotros. No soy quien solía ser en un largo tiempo, pero la ira sigue siendo igual de potente y la desplegaré sobre el hijo de perra alemán en cuanto lo tenga enfrente.

Trueno los dedos y el avión comienza a descender, tenemos una noche para prepararnos, poner a trabajar nuestro principal objetivo, todos tenemos una misma meta y es sacar a Lana de ahí con vida, lo demás es insignificante.

Es arriesgado estar aquí, no estamos listos para una guerra en lo que a hombres respecta, perdimos todo lo que teníamos en semanas, el imperio que creímos levantar, solo era un castillo de arena, pero jamás abandonaríamos a nuestra reina; incluso sin nadie a mi lado hubiese venido a buscarla personalmente, no me importa si es una misión suicida, recuperaría a mi mujer.

Sin embargo aquí estamos, a punto de jugar de nuevo a conflictos de bandos, buscando una muerte posiblemente segura, a ganar o perder todo. De lo que suceda aquí es que dependerá toda la Bratva, Yaroslav y Vladislav se quedaron para defender allá, pero están técnicamente a la deriva, con pocos hombres y mucho menos municiones. ¿Qué es lo que estamos haciendo? Estoy llevando a toda la familia directo al infierno.

Contemplo la ciudad de nuestra mayor desgracia mientras el avión se cierne sobre ella, yo hubiese preferido viajar por tierra pero tardaríamos bastante, por aire llamamos más la atención pero reducimos horas de trayecto, horas que podemos invertir en recuperar a Svetlana.

Pienso en lo que somos, en lo que fuimos por veinte años y de repente, de un día para otro, se fue a la mismísima mierda todo. Es absurdo, cómo del cielo caímos en picada al inframundo sin nisiquiera darnos cuenta. Todo por una mujer que por años Lana confió. El diablo se puso en nuestra contra, reuniendo a todos nuestros enemigos en uno solo letal y poderoso, que nos atacó por todos nuestros puntos débiles hasta llevarnos al borde del colapso.

—Ya estoy aquí, mi reina. Te buscaré y juntos arrancaremos corazones y haremos una mierda putrefacta a todo el que se nos atraviese en medio.

No tarda mucho la aeronave en tocar tierra, me pongo de pie de un salto, estoy ansioso, con ganas de por fin encontrarla. Tengo este irrefrenable e imperioso deseo de mandar todo a la mierda y correr hacia donde está pero eso sería absolutamente estupido además de peligroso. Mi lado irracional está ganando más y más fuerza, me quiere dominar y aunque lo controlo, es más persistente que yo. Un día más lejos de Svetlana creo que será mi fin.

Descendemos del avión, es pasado del medio día y tenemos pocas horas para preparar todo y adentrarnos a las propiedades de los Liebeskind. El atardecer es nuestro aliado en esto, la noche nuestra mayor cómplice. La oscuridad es el factor principal dentro de nuestra operación, pero el silencio nuestro mayor enemigo, los sonidos de disparos se amplificarán y llegarán a los oídos cercanos, es por eso que debemos ser rápidos, salir de allí tan pronto como entremos.

Reina Rusa© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora