Me mata - Trimberly

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Cansada, harta y sola era como se sentía la pelinegra. Demasiado cansada sobre todo.

Estaba cansada de las constantes discusiones con Trini y harta de su actitud. De esa actitud de mierda que la latina había adoptado desde hace cuatro meses.

—Me mata lo que estas haciendo— exclamó Kim después de lanzar una almohada a la castaña.

Trini esquivó el proyectil, miró con reproche a su novia desde el sofá en el que estaba recostada.

—Yo no he hecho nada— se defendió.

La pelinegra se cruzó de brazos.

—Es precisamente eso lo que me está matando— confesó.

Por más que Kim intentaba mantener a flote la relación parecía que a la castaña no le importaba, como si le diera igual si seguían juntas o no. Lo cual lastimaba a la pelinegra.

Kim aún la amaba, pero se amaba más a sí misma. Y ya estaba cansada de intentarlo por las dos, de ser solo ella en el barco.

En ese momento entendió lo que Billy le había dicho tiempo atrás: "Hay gente que no vale lo que duele". El moreno tenía razón, y para su mala suerte Trini era una de esas personas.

—Kim, amor— se levantó, sin embargo, la pelinegra se alejó.

No quería que la tocara, estaba cansada de que solo se portara cariñosa cuando la veía de esa forma, ella no lo merecía.

—Involúcrate del todo o no lo hagas— comentó.

Trini lo intentó de nuevo, tomó a Kim de los hombros para que no se alejara. No quería perderla, lastima que no sabía como mantenerla a su lado.

—Soy idiota y...

—Lo eres— afirmó.

Esta vez no, esta vez no caería ante las palabras dulces de la castaña o ante sus disculpas. Ya había pasado por muchas, no necesitaba más.

—Cuantos errores podríamos evitar si escucháramos a mamá— susurro.

Trini la miró sin comprender del todo a que se refería.

—¿A que te refieres?— expuso su duda.

—Mi madre tenía razón sobre nosotras, no estábamos listas para vivir juntas, no estábamos listas para prometernos una vida juntas— explicó —No cuando aún no vivíamos lo suficiente solas— añadió.

Kim se escapó del agarre de la castaña, todo sería más fácil si no la tenía a cinco centímetros de distancia.

—Tu madre no sabe lo que dice, a ella no le agrado— recordó —Es más, me odia porque estas aquí conmigo y no con el estúpido de Jason— soltó.

Ese era un buen punto.

—No me agarras pero tampoco me sueltas— hablo después de unos minutos en silencio —Estamos juntas pero parece que somos unas desconocidas compartiendo departamento y no quiero seguir viviendo así— explicó —Es hora de que cada una tome su propio camino, Trini— agregó.

Kim se dirigió al dormitorio por sus maletas, había aprovechado que Trini tenía trabajo por la mañana para empacar sus cosas. Así sería más sencillo.

—Kim...— camino hacia la pelinegra cuando regresó a la sala.

—No me digas que lo lamentas— se apresuró a decir —Si me amas tanto como dices, solo déjame ir, lo necesito— confesó.

El corazón de Trini se rompió un poco ante las palabras de Kim, ella la amaba eso era cierto, pero las cosas eran complicadas entre ambas.

Si Kim necesitaba irse, alejarse de ella para estar mejor, para estar bien, ella no se opondría.

—Te amo, eso no cambiará nunca— prometió —Eres y serás la mujer más importante para mi— las lagrimas comenzaron a amenazar con salir de los orbes de la pelinegra —Espero encuentres lo que necesitas— intentó sonreír.

Algo difícil teniendo en cuenta que estaba dejando ir al amor de su vida.

La pelinegra con algo de duda se acercó para besar su mejilla, sacó el anillo de su dedo anular y se lo ofreció a la castaña, quien rápidamente negó.

—Es tuyo, lo compré para ti— recordó.

Una diminuta sonrisa apareció en los labios de Kim.

—Cuídate, te amo— una lagrima rodo por su mejilla.

Con torpeza Trini se acercó y limpió su mejilla, sus miradas se encontraron por un corto tiempo hasta que Kim se alejó.

Tomó sus maletas y se dirigió a la salida, era momento de irse, de encontrarse a sí misma.

—Espera— gritó la más baja, a pasos apresurados se acercó a Kim y sin más la beso, un beso tierno y salado por las pequeñas lágrimas que se les escaparon a ambas —Nos volveremos a encontrar, algún día— prometió.

Fue lo último que escucho la pelinegra de la que alguna vez fue su prometida, novia y amiga. Una promesa incierta, que podría cumplirse o quedar en el olvido.

One Shots - MultifandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora