El Sol se reflejaba en todo su esplendor sobre el mar, dando una vista aún más hermosa del océano. Decenas de personas nadando y disfrutando de los últimos días del verano, pronto la vuelta a clases sería un hecho.
Lena rodó sobre su toalla solo para mirar a su esposa, esa rubia de lindos ojos azules, tan azules como el mismo océano. Kara estaba a unos metros construyendo con ayuda de Lucas, su hijo, un gigantesco castillo de arena. La mirada de la pelinegra viajó de sus dos amores a su tercer persona favorita en el mundo, Liam, su otro pequeño.
—¡Liam!— gritó, atrayendo la atención del mayor de sus gemelos —Te quiero en la orilla a menos que estés con tu madre— dijo en el mismo tono.
El ojiverde asintió, lo menos que quería era que su madre pelinegra lo volviera a castigar sin videojuegos otra semana. Aunque su otra madre le prestaba su consola cuando Lena no estaba en casa, claro eso era un secreto entre ellos.
—¡Es el mejor castillo de arena del mundo!— exclamó Lucas.
El pequeño estaba bastante contento con lo que habían construido su madre y él, de mayor esperaba ser un gran arquitecto como la rubia.
—Eso es porque lo hicieron los mejores— comentó la mayor.
Eran esos pequeños momentos los que hacían tan feliz a Kara, divertirse con sus hijos, mirar a su esposa, pasar tiempo de calidad con su familia.
—Creo que alguien está siendo muy soberbia— la dulce pero firme voz de Lena hizo que ambos rubios se giraran para mirarla.
Kara no pudo evitar mirar de pies a cabeza a su esposa, prácticamente devorándola con la mirada. ¿Pero quién la culparía? Lena era simplemente hermosa, espectacular y sobretodo sensual.
Aparte era su esposa, ella podía mirarla con hambre tanto como la pelinegra podía hacerlo con ella.
Al percatarse de la mirada de su esposa la ojiverde agradeció haberse librado de todo ese papeleo el día anterior, ahora podía pasar el fin de semana con su familia y con algo de suerte el día siguiente encerrada en la recámara con la ojiazul. Claro, solo debía enviar a sus pequeños a casa de la tía Alex, la pelirroja y Maggie estarían felices de recibirlos.
—Aprendí de la mejor— hablo en cuanto pudo salir de su trance.
Los años podían pasar pero el efecto que Lena causaba en ella jamás desaparecía, ambas lo sabían y la pelinegra era más que feliz con ese dato. Alex había llamado a esos pequeños trances de Kara "El efecto Luthor", por supuesto ese efecto solo pasaba con la presencia de Lucas, Liam o Lena. Fuera de ellos ningún Luthor dejaba a la rubia babeando.
—Oh, cariño— besó su mejilla —Eres tan dulce— sonrió.
Eses fue la señal para Lucas de que debía alejarse de sus madres, amaba a ambas, por supuesto que lo hacía pero no quería quedar traumado con sus muestras de amor o comentarios un poco subidos de tono.
—No demasiado profundo— advirtió Lena cuando el rubio comenzó a alejarse.
—Tengo doce, mamá— se quejó.
Kara río por la pequeña discusión de su hijo y esposa, era algo habitual que la pelinegra sobre protegiera a los gemelos y que ellos se quejaran por eso.
—Por mi puedes tener cincuenta, de igual forma seguirás respetando mis reglas y obedeciéndolas— aseguró —¿No le dirás nada?— esta vez se dirigió a su esposa.
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One Shots - Multifandom
FanfictionPequeñas historias de mis ships favoritos. De todo un poco.