*Nota Autor: Advertencia para una discusión sobre un intento pasado (y sin éxito) de agresión sexual a un adolescente.
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Harry se despertó en algún momento después del amanecer, todavía cansado y con el dolor adormecido de la pérdida en la boca del estómago, pero bien por lo demás. La luz del día y el consuelo de Snape durante la noche habían mitigado su dolor. Esperaba que Snape tuviera buenas noticias sobre los demás. Harry no estaba seguro de poder aguantar si alguien más hubiera muerto por él.
Después de explorar a tientas el pasillo, encontró el baño y se duchó para quitarse lo que parecía ser meses de suciedad y sudor. La noche anterior se había hecho un encantamiento de limpieza, pero nunca había sido tan completo como una ducha de verdad. Una vez que se había lavado el pelo con lo que suponía que debía ser el shampoo de Snape y se había restregado el resto del cuerpo con el jabón de menta que le habían proporcionado, Harry se sintió como una persona nueva.
Después de vestirse con una camiseta y unos vaqueros limpios, se las arregló para transfigurar una nuez de repuesto en un cepillo de dientes y se limpió el sabor a arena de la boca. Otra transfiguración convirtió el cepillo de dientes en una navaja de afeitar y, después, en un peine. Harry se extrañó de su repentina habilidad cuando antes no había sido capaz de fabricar esos objetos sin un hechizo específico, pero no cuestionó su suerte.
El espejo emitió un resoplido irónico cuando Harry hizo todo lo posible por alisarse el pelo con poco resultado.
-Es mejor que te centres en las batallas que puedes ganar, querido-.
Harry puso los ojos en blanco. -¿Qué, te refieres a eliminar a Voldemort y salvar el mundo?-.
-Ese es el espíritu-.
Al parecer, los espejos mágicos carecían de capacidad de sarcasmo.
Sacudió la cabeza y se metió el peine en el bolsillo. Era mejor guardarlo, ya que no tenía ni idea de adónde le llevaría el día.
Con un bostezo, entró en el salón con los pies en medias y descubrió a Snape descansando como un gato en un sillón de aspecto acogedor, con un libro abierto en el regazo y los pies desnudos. Harry tragó saliva al verlo, con el corazón palpitando. Dioses, el hombre se veía sexy así. Harry respiró con fuerza, sorprendido por sus propios pensamientos, y un calor feroz le envolvió la cara.
Snape levantó una ceja por encima de la portada de su libro. -¿Tienes algo en mente, Potter?-.
Harry tragó saliva. -No, no señor. Sólo un poco de calor. Eh, es, no importa. ¿Qué estás leyendo?-.
-Estoy refrescando mis conocimientos sobre las enfermedades hereditarias y sus tratamientos-. Snape le dedicó una sonrisa triste. -Me ha parecido prudente estar preparado por si no podemos salir hasta que haya pasado tu enfermedad-.
Harry se frotó el dedo del pie en la alfombra y sonrió por debajo del flequillo. -Gracias, señor. Por cuidar siempre de mí-.
-Hasta ayer, me temo que no he estado cuidando de ti en absoluto, Harry. Te he mantenido vivo. Eso no es lo mismo que cuidar de ti-.
Harry guardó silencio. Conocía demasiado bien la diferencia entre el amor y la supervivencia.
Después de un momento, Snape dijo: -¿Pudiste descansar después de que me fui?-.
-Sí. Dormí bien, teniendo en cuenta. No te oí tener pesadillas. ¿Estuviste bien?-.
Snape negó con la cabeza. -No pude dormirme lo suficiente como para empezarlas-.
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THE SEVENTH DAY SEER
FanfictionHarry y Severus se ven empujados a esconderse juntos después de que Severus es descubierto como espía y Harry escapa de casa de los Dursley. Otra profecía sobre Harry sale a la luz, una que ha existido desde Merlín, arrastrando dolorosas y aterrador...