El veintinueve de julio fue la última noche de Harry Potter en 4 Privet Drive. Se acabaron los días sin comer, se acabó el ser un bicho raro por existir, se acabaron las palizas. Al filo de la medianoche, gracias a una orden de emancipación anticipada que Kingsley había forzado, la querida varita de Harry perdería el rastro y él tendría -por fin- acceso a su magia siempre que la necesitara. Podría haberse alegrado si no supiera que los mortífagos y Voldemort le estarían esperando en cuanto asomara la cabeza por la puerta. Al menos sus familiares habían seguido el consejo de la Orden y se habían trasladado esa misma tarde. Sus amigos y aliados se ahorrarían cualquier despedida incómoda y él se libraría de su compasión.
Gracias a Merlín por las pequeñas misericordias.
Volvió a leer la última carta de Ron y Hermione -recibida a principios de la semana- y tomó un sorbo de una Coca-Cola que había robado a los Dursley antes de que se mudaran y lo dejaran sin nada para alimentarse.
-Estaremos allí temprano, la noche del 29. Así romperemos las protecciones en lugar de esperar, y podremos sacarte antes de que Quien Tú Sabes sospeche.
-Llámalo Voldemort, Ron. Es sólo un nombre, por el amor de Merlín.
-No hay nada que hacer, 'Mione'. No tentaremos al destino hasta que tengamos a Harry sano y salvo, ¿ves? En fin, se acerca el gran día, ¿eh? Espero que hechices bien a esos muggles...
-¡Ron! No lo escuches, Harry. Aunque se lo merezcan.
-¡Déjalo, Hermione! Caramba. Deja que un hombre termine su carta en paz. Oh, ahora está enfadada. Me enteraré de esto más tarde, ¿sí? Durante semanas, apuesto.
De todos modos, como decía, cuando termines de embrujar a los muggles, cuida tu enfermedad de integración. Es algo que nos pasa a todos los magos cuando llegamos a la mayoría de edad. ¿Recuerdas cuando Hermione se enfermó justo al comienzo de la escuela el año pasado? Ella había recibido su herencia entonces. Es peor a medida que aumenta tu nivel de poder, así que, conociéndote, estarás de baja una semana.
Eso sería gracioso, en realidad. Hay una leyenda, ves, sobre un mago muy poderoso profetizado desde la época de Merlín. Se supone que tiene una enfermedad de integración de siete días y luego profetiza al final de la misma, prediciendo el final de una gran guerra o algo así. Es sólo un cuento de hadas, pero más vale que esperes convertirte pronto en Trelawney porque todo lo descabellado, raro o imposible te pasa a ti, amigo. Salud.
-¡Ronald Weasley! Harry ya tiene suficientes preocupaciones como para que le llenes la cabeza de tonterías. Ve a hacer tus deberes de verano ya. Los conejitos de polvo se los están comiendo.
Harry se rió, emocionado por la posibilidad de volver a verlos esta noche. Dioses, le encantaban. Por muy tontos que fueran. Hedwig se encaramó en el respaldo del sofá y miró por encima del hombro de Harry su carta, como si intentara determinar qué era lo que le hacía tanta gracia.
Él le frotó la cabeza. -No es nada. Solo Hermione amenazando a Ron con conejitos de polvo-.
A propósito de nada, se preguntó si había conejitos de polvo de verdad en el mundo mágico. Con pelo y dientes. Tendría que revisar su libro de Cuidado de Criaturas Mágicas alguna vez.
Un golpe en la puerta le hizo saltar un metro en el aire y derramar su Coca-Cola por la frente. Con un gruñido, absorbió el exceso de líquido con una servilleta y salió al pasillo, con el corazón retumbando en el pecho.
-Esto es todo, chica-, le murmuró a Hedwig. -No volveremos a venir aquí nunca más. ¿Crees que echarás de menos este lugar?-.
La lechuza emitió un graznido que sonó sospechosamente como una risa.
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THE SEVENTH DAY SEER
FanficHarry y Severus se ven empujados a esconderse juntos después de que Severus es descubierto como espía y Harry escapa de casa de los Dursley. Otra profecía sobre Harry sale a la luz, una que ha existido desde Merlín, arrastrando dolorosas y aterrador...