capitulo 27: Order and Chaos

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Mientras Harry aclimataba sus ojos a la lectura del Mapa del Merodeador bajo la cubierta de su "escritorio", consideró la mejor manera de jugar esta reunión. Severus no le había dado muchas sugerencias más allá de "actúa como un Slytherin", y aunque a Harry le emocionaba saber que se había ganado la confianza de su alma gemela, unas instrucciones tan vagas no eran un buen plan de ataque. Sobre todo porque si realmente actuaba como un Slytherin, bien podría haberse pintado una diana en la frente para que Dumbledore se diera cuenta. -'¡Mírame, soy diferente!'-.

No, no podía romper su patrón de comportamiento tan drásticamente, pero entonces ¿qué debía hacer? Con la yema del dedo, trazó su mapa, siguiendo los pasillos hacia arriba mientras consideraba sus opciones. En primer lugar, ¿qué esperaría ver Dumbledore? ¿Qué querría ver?.

Bueno, Harry sabía lo que el anciano quería realmente, pero no tenía intención de ser el "arma pequeña y buena". Además, Dumbledore sabía que Harry ya estaba en ese juego de todos modos, así que fingir ser manso y suave no lo llevaría a ninguna parte. Lo que significaba que Harry no podía volver al comportamiento de sus primeros años, defendiendo al líder de la luz a toda costa, incluso en contra de sus propios intereses. No, a Dumbledore le parecería tan sospechoso un retorno a la fe ciega como una rebelión abierta o un comportamiento de serpiente furtiva.

Tampoco podía volver a su anterior enemistad con Severus. Además de que Harry dudaba de su capacidad para hacerlo convincente, lo más probable es que la Orden ya hubiera informado de la defensa que Harry hizo del hombre durante la debacle de los Siete Potter's. No, Dumbledore no se lo creería si Harry volviera de repente a tratar a Severus como la escoria de la suela del zapato.

Por otra parte, Dumbledore tampoco sabía nada de la verdadera naturaleza de Severus, ni siquiera podía imaginar la profundidad del amor y la dulzura que residían bajo su dura coraza exterior. Dumbledore creía lo peor de Severus, por lo que sin duda esperaba que Harry hubiera estado expuesto a una ira feroz durante el último mes, o al menos las dos primeras semanas más o menos.

De haber sido así, sin duda a Harry le resultaría más difícil amar al hombre. El Gryffindor que había sido una vez se habría irritado con ese trato, se habría rebelado y se habría negado a ser visto como un niño.

Y tal vez era así como debía manejarlo. Sobre todo, ignorar el sarcasmo de Severus, ya que Harry sabía que el hombre tenía un buen corazón en el fondo, pero negarse a soportar cualquier cosa que implicara que era demasiado joven o demasiado estúpido para manejar algo. Golpeó con el dedo en el mapa, afirmando la elección de la acción para sí mismo. Harry podía hacerlo. No le gustaría, pero podía hacerlo. Un pequeño chasquido a los peores golpes de Severus no le haría daño al hombre. Y si lo peor llegaba y Harry decía algo que sí hiriera a Severus, siempre podría intentar disculparse por su conexión mental.

Suspiró y trazó un pasillo con el dedo, siguiéndolo hasta el quinto piso: el aula de McGonagall debía estar por ahí.

Uf. La idea de intentar caminar por la línea entre "adolescente rebelde irritado" y "el chico que vivió para hacer la voluntad de Dumbledore" era desalentadora. Se consoló sabiendo que aquella era la última reunión de la Orden a la que tendría que asistir en mucho tiempo. Tenía horrocruxes que cazar y otros podrían hacer su espionaje más fácilmente. No Severus esta vez -Severus no era lo suficientemente confiable, ni por la Orden ni por Dumbledore. Pero McGonagall, ahora estaba en una posición privilegiada para ser una excelente espía. Y tenía la capacidad de hacerlo bien.

Al oír la estruendosa voz de Dumbledore, Harry dio un salto, perdiendo su lugar en el mapa a mitad del pasillo de transfiguración.

-Bienvenidos a todos-, dijo Dumbledore con un brillante brillo. -Gracias a todos por venir-.

THE SEVENTH DAY SEERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora