Capitulo 11: More than a Truce

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Después del desayuno, Severus se acomodó en un sillón cerca de la chimenea del salón, esperando que Harry ocupara la silla de enfrente. En cambio, el joven se bajó al suelo, cerca de los pies de Severus, y se recostó entre sus rodillas. Con la cara ardiendo y el corazón palpitando, Severus se estremeció ante el toque de Harry tan abajo en su cuerpo y esperó poder mantener la compostura. Un toque en la parte más suave del pie de Severus o en la parte interior de su muslo, y sería masilla en las manos de Harry. Se aseguró de que sus pies permanecieran firmemente plantados en la alfombra y levantó una mano para acariciar el suave cabello de Harry.

Con un suspiro, Harry volvió a apoyar la cabeza en el muslo de Severus y sonrió. -Oh, Severus. Eso se siente maravilloso-.

Severus tragó con fuerza y asintió, incapaz de hablar con los labios de Harry rozando el interior de su muslo. Dioses, un poco más abajo y se prendería fuego.

-¿Estás bien, Verus? Estás callado-.

Severus hizo un esfuerzo hercúleo para recuperar la cordura. Con voz áspera, dijo: -No soy particularmente locuaz en los mejores días-.

Harry se inclinó hacia atrás para fruncir el ceño a Severus, y luego una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro. -Sientes esto, ¿eh? ¿Te gusta que te toque?-.

Severus se estremeció. -Por favor, Harry. No juegues conmigo-.

-¡Verus! ¿Qué hace falta para convencerte de que no soy así?- Un suspiro cargado de pena calentó la rodilla de Severus. -¿Quieres que me aleje?-.

Severus cerró los ojos para ocultar su dolor y su deseo. -Eso podría ser lo mejor-.

Harry dejó escapar un pequeño jadeo y se apartó de un tirón. -Oh. De acuerdo. Lo siento-.

Manteniendo la cara baja para que Severus no pudiera leer su expresión, Harry se apresuró a ir a la otra silla y casi volcó la mesa de café por el camino. Se sentó de golpe, con los nudillos blancos sobre los reposabrazos, y le dedicó a Severus una sonrisa forzada. El flequillo salvaje de Harry le ensombreció los ojos.

-¿Qué tenemos que hacer ahora?- Su voz era tensa, como si estuviera luchando por no quebrarse. A juzgar por su agarre mortal a los reposabrazos y su postura tensa, así era.

Una fría oleada de conmoción recorrió a Severus cuando se dio cuenta de que acababa de rechazar a Harry, y de que le había hecho mucho daño. El joven se esforzó por mantener oculto su dolor por el bien de Severus, por respetar sus deseos, pero Severus no había pasado veinte años espiando por nada. Harry estaba conteniendo las lágrimas por el más mínimo hilo.

-Harry, te duele, ¿verdad?-.

La tensión del joven aumentó. -Estoy bien-.

-No lo estás. Te he hecho daño-. Severus se acurrucó sobre sí mismo, la angustia le desgarraba el pecho. -Yo, yo entiendo si deseas irte-.

Harry se levantó de un salto, con el terror y la pena evidentes en sus ojos amplios y llorosos. -Tú, ¿me estás enviando lejos? ¿Por qué? No lo entiendo, Severus. Pensé que querías que te tocara. Me dijiste que eso curaba tu dolor. Entonces, ¿qué he hecho mal? ¿Por qué ya no me quieres cerca de ti?-.

Cada palabra cortaba a Severus con más fuerza que los cuchillos de Bellatrix. Cuando la voz de Harry se quebró en la última frase, Severus se precipitó hacia él y lo atrapó en sus brazos.

-Perdóname-, susurró, con la voz tan rota como la de Harry. -No era mi intención hacerte daño ni provocar tu marcha. Simplemente no sé lo que estoy haciendo, Harry. Nunca había estado tan cerca de alguien y no sé cómo ser... complaciente-.

THE SEVENTH DAY SEERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora