Severus se dobló para poder mirar fijamente a la cara del asqueroso elfo. La criatura había resistido hasta ahora todos los intentos de sacarle la información, pero ambos magos sabían que el elfo había estado antes en la cueva. Y Severus aún tenía un as en la manga.
-Escúchame, elfo-, dijo con una voz grave y oscura que hizo correr a la mayoría de los estudiantes y mortífagos. -Conozco al menos quince venenos distintos diseñados específicamente para matar a los de tu clase. Lentamente. A menos que quieras que te arranquen la piel o te hiervan los intestinos, te sugiero que dejes de evadirte y nos digas la verdad-.
Kreacher dejó de golpearse la cabeza contra el suelo el tiempo suficiente para lanzarle a Snape una sonrisa dentada y sangrienta. -Entonces me libraría del asqueroso Maestro mestizo-. Reanudó su autoflagelación como si nunca hubiera dejado de hacerlo.
-'Uno pensaría que sería menos doloroso simplemente responder a la pregunta'-.
Hacía tiempo que habían renunciado a intentar evitar que la asquerosa bestia se castigara a sí misma. Tal vez el dolor lo motivaría a dejar de desobedecer a su amo, aunque a estas alturas, Severus tenía sus dudas de que algo pudiera hacerlo.
Harry gruñó: -¡Respóndenos, desgraciado!-.
El elfo se limitó a canturrear y a seguir golpeándose la cabeza, haciendo un macabro compás contra el sonido del paso de Severus.
Severus gimió y se sentó en su silla. -Este elfo es realmente un demonio, Harry. No me extraña que Black lo odiara tanto-.
-Sí, Sirius detestaba a esa mierdecilla, con razón, pero....- Los ojos de Harry se abrieron de par en par, y Severus casi pudo ver los engranajes girando en su mente. Llegaron a la conclusión al mismo tiempo.
-¡Regulus!-.
Las orejas de Kreacher se alzaron, aunque el elfo las miró con no menos recelo incluso mientras se golpeaba en la cara una y otra vez.
-Deja de castigarte, Kreacher-, espetó Harry.
El elfo se calmó y sonrió, aunque su labio ensangrentado arruinó el efecto.
-Así que eres capaz de seguir órdenes -dijo Severus con un suspiro exasperado.
Harry fulminó con la mirada a la demente criatura. -Cuando le conviene, el muy chiflado. Severus, tú conociste a Regulus Black, ¿no es así?-.
-Fue un leal mortífago hasta su muerte hace veinte años. Por supuesto que lo conocí, por lo pomposo que era-.
Kreacher mostró sus dientes torcidos. -¡No sabes nada del señorito Regulus! El señorito Regulus era un buen hombre y un buen hijo de la Casa Black. Fue amable con el pobre Kreacher-. El elfo miró como si dijera: -'No como tú'-.
Harry ignoró al elfo. -Severus, esta es una pregunta extraña, pero es importante. ¿Sabías el segundo nombre de Regulus?-.
Severus frunció el ceño. -No es que vea qué tiene que ver con nuestro objetivo actual, pero creo que era Arcturus. No estoy seguro, sin embargo...-
Harry se levantó de un salto y dio una palmada, sonriendo. -¡R.A.B.! Lo sabía-.
Sin más explicaciones, Harry se lanzó a su habitación. Tanto el elfo como el humano miraron desconcertados hacia la puerta por donde había salido Harry mientras el chico rebuscaba en su baúl, murmurando.
-No, ese es mi chivatoscopio-oh, cállate. Estúpida cosa. Hmm. ¿Qué es esa luz violácea que lo rodea? Qué raro. Debe estar roto-. Una pila de libros golpeó en el suelo. -Oh, un buen lote de ranas de chocolate. No te preocupes si lo hago-. Un envoltorio crujió y una canilla fue rápidamente sofocada, probablemente por los dientes de Harry. -Maldita sea. Aquí tampoco. ¿Dónde está el estúpido?-. Las palabras de Harry se volvieron ininteligibles, como si se hubiera metido en su baúl. Después de un momento, gritó: -¡A-ha! Lo he encontrado-.
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THE SEVENTH DAY SEER
FanfictionHarry y Severus se ven empujados a esconderse juntos después de que Severus es descubierto como espía y Harry escapa de casa de los Dursley. Otra profecía sobre Harry sale a la luz, una que ha existido desde Merlín, arrastrando dolorosas y aterrador...