Greek Gods : El Secreto de Dionisio

9. Aerosol

Jade:

Mi despertador suena dos veces y lo apago para seguir durmiendo, el ladrido de Yako golpea con fuerza mis tímpanos.

El vuelve a ladrar.

—Ya oí, Yako. Ya oí. —Me levanto de la cama adormilada .—¿Por qué no despiertas a Esmy?

Reviso mi reloj. Mierda.

Yako ladra nuevamente.

—Shh.. Yako.—Intento calmar a mi perro, pero el ladrido de un San Bernardo podria despertar a toda la cuadra.—Yako, no, despertaras a mamá.

Busco su correa y lo saco al jardín, espero que deposite sus necesidades y lo recojo en una bolsita, para después llevarlo al tacho.

Me lavo las manos una vez de regreso adentro y me apresuro en vestirme, bajar las escaleras y tomar lo primero que tengo en mano como desayuno, lo que resulta ser unas galletas integrales.

Me giro hacia la puerta y Yako comienza a ladrarme al ver que me voy.

—Yako, no la...

—¿Por qué no dejas dormir, perro tonto?.—Suelta mi hermana bajando por las escaleras. Se soba los ojos y se detiene al verme cambiada. Mira a Yako.—Ya decía que no podías ladrar por nada.—Mi hermana se cruza de brazos.—¿A donde vas , hermana mayor?

—Entrenar.

Esmy frunce el ceño.—¿Entonces ya tienes compañero?

—Si, lo tengo.

—¿Y es...?

Decirle a Esmy que entrenare con un Greek Gods, me arriesgo a que le salte la sopa a mi madre, aunque ella ignora que entre al concurso, se molestara más cuando se entere que Dionisio, un Greek Gods es mi pareja.

—No.

—¿No?

—Conseguí ora persona que me ayude.

—¿Otra persona? ¿Quien es?

—¿Por qué el interrogatorio, hermanita? Despertaste muy curiosa.

Esmeralda suspira.—Asi despierto cada vez que Yako me levanta.

Yako ladre, me agacho a acariciar a nuestro perro y me giro hacia ella.

—¿Qué le dirás a mamá?

—Hasta que se entere ya habré pasado la segunda ronda. Por ahora no le diré. 

—Jade.

—¿Me cubres?.—Pido juntando las manos.—Por favor...

Ella suspira.—Por ahora y espero ese dinero cuando ganes.

Mierda.

—Eso lo hablamos despues.

Esmy junta ambas cejas. Beso a mi perro y luego le doy un abrazo a mi hermana.

—¡Te lo encargo!

Dionisio:

—¿Aquí entrenaremos?.—Jade da la vuelta por todo el salón desgastado, donde entreno con mis estudiantes.

—¿Tienes algún problema con eso?—Inquiero.

—No.. me gusta.—Dice ella casi sonriendo, da un par de vueltas y empieza a estresarme.