Greek Gods : El Secreto de Dionisio

Epílogo

Jade:

El ultimo mes se volvió un remolino en mi vida, empezando por el rechazo de Dionisio, las explicaciones que tuve que darle a mamá sobre la idea de haberme casado, saber que le dispararon a mi esposo, Dionisio hospitalizado y..

"Te amo... me enamore de mi esposa"

Las palabras suenan como un bonito final de película romántica y vienen a mi cabeza en todo momento, justo como ahora cuando estoy apunto de salir al escenario.

Me coloco los aretes largos y me levanto del sitio, al camerino no tardan en  ingresar Rubí y Zafiro, mientras Ambar sigue dándolo todo sobre el escenario y por el ruido que provocan nuestros clientes me queda claro que están complacidos.

—Realmente creí que tendríamos menos gente por esa horrenda construcción. —Resopla Zafiro.

Mi hermana ingresa al camerino.—Ya casi lo acaban, mamá esta alterado por eso y debe desquitarse con una de las dos, hermanita.

—¿Por qué? ¿Viste el lugar? Se ve mejor de lo que fue Greek Gods, dudo mucho que sea otro club.

Me levanto de la silla y observo mi figura en el espejo, llevo falda, blusa y unos pantis, junto a unos zapatos de tacón rojo, y que quitare igual que cada prenda mientras me muevo sobre el tubo.

—Bellísima. —Zafiro coloca las manos en mi hombro y me mira a través del espejo. —Debemos hacerte una despedida.

Me rio. —No necesitan hacerlo.

—Claro que si y.. —Se gira hacia Rubí, quien ya esta cambiándose el traje por las perlas de color rojo, una nueva adquisición de mamá. —Claro que estas invitada.

Espero un comentario sarcástico, pero Rubí se limita a terminar de vestirse.

La canción de Ambar esta por acabar y me apresuro en dirigirme a tomar su lugar, nos cruzamos en las escaleras que me dan pase al escenario y salgo con las luces apagadas, las mismas que se encienden enfocándome cuando llego al tubo.

Lo rodeo y doy dos pasos adelante, los silbidos abarrotan The Angels y comienzo a moverme al ritmo de la música con cada paso provocativo que hace arrojar billetes hacia mi, me arrastro sobre el suelo, levanto el trasero y me acaricio el cuerpo desabrochando cada prenda, hasta quedar con las perlas verdes que forman un top y unas bragas, sigo sobre el suelo acercándome a los clientes que insisten en tocarme y traspasan la barra de seguridad, pero los mantengo en calma dándoles lo que desean.

Y es a mi.

Apenas los toco y no hay necesidad de eso, se vuelven locos porque solo basta un coqueteo, me arrastro dejando que pongan los billetes en las tiras de mis bragas y cuando me levanto apoyada en mis manos, me encuentro esos ojos observándome en plena oscuridad.

Me paralizo un segundo, pero sigo con el acto dirigiéndome hasta el tubo, esta vez entregándolo todo aunque el este ahí.

Observándome sin parpadear.

(***)

Las chicas salen a complacer a los clientes mientras Zafiro canta sobre el escenario y yo me dirijo a los camerinos, camino alrededor y me pongo la bata encima.

—Mierda.

Estoy feliz, estoy feliz que ya se encuentre tan bien como para poder caminar o venir aquí.