Capítulo 11.

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Que bonito día para suicidarme. Ya quiero que todo esto terminé, quiero volver al instituto, quiero volver a salir normal, QUIERO SALIR DE MI CASA. Ya me estaba volviendo loca, ni siquiera sé que día era.

- No puedo estar ni un minuto más aquí - me levante de mi cama - solo necesito una cuerda y mis problemas se solucionaran.

Empecé a dar vueltas en mi cama.

"Deberías hacer ejercicio, tanto comer y acostarte te está pasando factura"

Debería, solo que soy muy perezosa y era incapaz de moverme de mi cama. A lo mejor debería retomar la lectura o la música. Presiento que esta cuarentena va a durar más de lo que imaginamos...

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Uno, dos, tres... Siguiente. Uno, dos y tres. Muy bien, sigamos, no te rindas. Y abajo y arriba.

Decidí darle una pequeña oportunidad al ejercicio, pero estaba viendo un video y como no se cansa esa mujer, no llevo ni dos minutos y ya no puedo levantarme. Solo es el primer día, en una semana le cogeré el truco y tendré más resistencia.

- ¿Por qué haces ejercicio? Yo te veo linda.

Fuck. Estaba haciendo la plancha pero esa voz me desconcentro y me caí de cara.

- ¿Sabías que eres un peligro para la sociedad? - pregunte mientras me levantaba  y me dirigía a la ventana de mi habitación - Es decir, no puedes ir por ahí asustando a personas que están bocabajo y depende de la fuerza de sus brazos, que por cierto no es mucha.

- No, pero gracias por mencionarlo - dijo mientras sonreía - A todo esto, estaba recordando que ayer ibas a decirme algo, pero justo llegaron mis padres.

Mierda, ¿no se había olvidado ya?

"Quiero ver que escusa barata le vas a decir"

- Emm, yo - piensa Nayara, piensa - era sobre... - ¿Qué digo? Ya no quiero decirle que me gustaba - pues, eso. Que, me gustó mucho la camisa que llevabas ayer y pues quería saber donde la compraste. Si, eso era.

Eso último lo dije más para mi que para él, debía autoconvencerme primero para que él se lo creyera.

- ¿Segura? Sabes que puedes decirme lo que quieras - pude detectar en su tono confusión. Solo asentí - Bien, pues la compré en Pull and Bear - dijo no muy convencido.

- Ya decía yo que me resultaba familiar, Andrew tenía una igual - ¿que acabo de decir?

Bien Nayara, vamos a analizar el panorama, acabas de mencionar a tu ex delante del chico que te gusta. Si, es perfecto, voy por buen camino, a este paso Matthew y yo acabaremos juntos, déjame pensar...

"!Nunca! Nunca acabareís juntos, Nayara. ¿Tú hablas antes de pensar o esa actualización no la tiene tu diminuto cerebro?"

- ¿Andrew? ¿Quién es él? - se le notaba confundido, capaz y podía arreglarlo todavía.

- Nadie, no es nadie, y acabo de acordarme de que tengo que entregar unos trabajos. Si, eso mismo, mis deberes, es decir, soy el futuro del país. Luego te escribo, adiós. 

Y sin más, entre y cerré la ventana. No era capaz de hablar de Andrew con Matthew. Todavía seguía confundida, tenía que aclarar mis pensamientos, tenía que aclarar todo.

¿Por qué el amor tenía que ser tan confuso y difícil? Todo esto debería de tener un manual de instrucciones o algo por el estilo. Como las máquinas, no soy una máquina pero preferiría serlo. No se que voy a hacer con mi vida.

Amor de cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora