Capítulo 9.

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Tenía la esperanza de que lo que pasó ayer fuera un sueño, pero no, en mi teléfono estaba la llamada con Andrew y los mensajes. Lo único que hice fue llorar, llorar porque lo extrañaba, llorar lo que en todo este tiempo no hice para demostrar que era fuerte.

Andrew fue la primera persona a la que amé, fue mi mejor amigo desde que tengo uso de memoria, siempre estuvo conmigo. Me acuerdo que solía pasar las tardes en su casa, haciendo los deberes o jugando, la mayoría del tiempo jugábamos. Me empezó a gustar cuando tenía 12, me acuerdo que empecé a fijarme mucho más en él. A los 15, él y yo empezamos nuestra relación, a esa altura yo ya estaba muy enamorada de él. Yo como toda niña, planeaba un futuro a su lado, me imaginaba viviendo en una casa de campo, ya que a los dos nos gustaba la tranquilidad, me imaginaba a él y a mí despertando en la misma cama, imaginaba como iba a ser nuestra boda, imaginaba una familia con él, nunca pensé que nuestra relación terminaría. De vez en cuando sí me ponía a pensar en que todo terminaría, pero nunca pensé que llegaríamos a este punto de no hablarnos, pensaba que terminaríamos y hablaríamos para retomar nuestra amistad, pero no fue así.

No quería levantarme de la cama, no quería hacer nada, solo quería llorar mientras veía las fotos que tenía con Andrew, y eso hice. Fui a la cocina, cogí una botella de agua y otra vez me metí entre mis sábanas.

- ¿Por qué? ¿Por qué tiene que regresar justo ahora? Justo ahora que estoy conociendo un chico que me llama la atención, ahora que me veía un poco preparada para querer a alguien que no sea Andrew - dije para mi misma.

Nadie me iba a sacar de aquí en todo el día, no quería ver a nadie, ni siquiera a Matthew. Otro día más que iba a faltar a clases.

Matthew

- Agh, no quiero levantarme - dije perezosamente mientras me movía en mi cama y me estiraba.

- Muévete Matthew, no tengo todo el día - dijo mi hermosa madre, nótese el sarcasmo.

-¡Pero si son las ocho de la mañana! ¿Por qué tan temprano? - dije mientras continuaba dando vueltas, al parecer no calcule bien la medida de mi cama, ya que en una de esas vueltas me caí dándome un golpe en la cabeza - Auch, eso dolió - dije a la vez que tocaba donde me golpee.

- Hay que ir a ver a tus abuelos, ya sabes cómo es tu papa cuando quiere ir a ver a sus padres - rodee los ojos, mi relación con mi familia paterna no era la mejor, no me agradaba la idea de tener que ir a visitarlos.

- Esta bien, ya voy a vestirme, pero no prometo nada - dije a mi mama como una advertencia de que no me quedaría callado si me decían algo en la reunión.

- Me conformo, te deje la ropa en la silla del escritorio en una hora nos vamos - dijo mi madre mientras salía por la puerta y la cerraba.

Me levanté como pude, sin ganas de salir de mi cuarto, en mi mente pasaban excusas para no ir, decir que estaba enfermo o que tenía algún síntoma del COVID, pero las quite de mi mente, no quería preocupar a nadie.

- Nayara - susurré, acordándome que ayer no la ví en todo el día.

Me acerque a la ventana, pero estaba todo cerrado, las persianas estaban bajadas. Fruncí el ceño, miré la hora y eran las 8:15, debería estar con su primera clase. Era raro, a lo mejor le pasó algo. Busqué mi teléfono, pero no lo encontraba.

- ¿Dónde mierda lo deje? Cuando no quiero el teléfono está a la vista, pero cuando lo necesito no está - dije frustrado.

Vi como mi perro metía la pata debajo de la cama para coger algo. Se me hizo raro así que me acerque para ayudarle, cuando me agache lo ví.

Amor de cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora