15. The princess's crown.

563 92 115
                                    

. . .


-Sí... Bueno... Eso fue lo que pasó.

El chico del flequillo miró incrédulo a la albina, después volteó a ver al de cabello morado que estaba parado a mitad de la cocina, buscando algo con la mirada.

-¿Hicieron todo eso solo por mí? ¿¡Están locos!?

Colette bajó la mirada nerviosa...

-Bueno, yo sí, algo... Soy un loco soñador.

Dijo la voz cansada del chico en la cocina, y en seguida rió para sí mismo, en lo que los otros dos solo guardaron silencio. Solo Sandy entendía su propio chiste.

—¿Byron se sacrificó sabiendo lo que hacían con la gente ahí adentro?

Colette asintió.

—Ah, ya encontré las cucharas.

El otro chico no tardó más en regresar al comedor con dos platos con las recién encontradas cucharas en ellas.

—Esa receta me la enseñó Tara, espero que les guste. Perdón si es un mal momento, pero dijeron que no han desayunado y pues... Deben desayunar, creo...

Los amigos estaban en silencio total.

Edgar en especial solo miraba al plato que Sandy le había servido, sin palabras ni inspiración. Se sentía mal y era obvio...

Colette acercó su mano a la de su amigo...

—Edgar... Byron lo hizo porque le importas... Eres alguien con quién empatizó demasiado en poco tiempo, obvio te quería y quería que volvieras sano y salvo... Tómalo por el lado amable.

—Es que no lo entiendes Colette. No entienden... Soy una horrible persona y me odio cada día más. Que Byron haya hecho eso por mí, me hace sentir culpable...

Sandy se sentó al lado contrario de los amigos.

—¿Culpable por qué? No has hecho nada malo.

Edgar alejó su plato de comida un segundo para cruzar los brazos sobre la mesa y comenzar a llorar de nuevo en silencio.

Los otros dos lo miraron confundidos pero a su vez preocupados. El soñador hizo a un lado el plato para poder acercarse a Edgar y darle unas palmadas en la cabeza.

—Amigo, puedes contarnos si hay algo que te hace sentir mal, estamos aquí para tí.

—¡Sí! Ya no voy a ignorarte nunca más, ya superé esa etapa. Perdón por no prestarte atención antes, ahora puedes contar con que te voy a escuchar.

Escucharlo... Necesitaba que lo escucharan. Pero era difícil hablar cuando tenía un nudo en la garganta.

Alzó la cabeza de entre sus brazos, y miró a los dos chicos un tanto temeroso.

—Por mi culpa... Byron está aquí...

Sandy torció la cabeza y bostezó inconscientemente.

—¿Cómo así?

—Colette no lo recuerda, pero ambos trabajábamos a las afueras de este lugar, más allá del muro. Éramos empleados de veinticuatro horas en una tienda de regalos.

La albina frunció el ceño.

—Definitivamente no recuerdo.

Edgar negó.

—No, porque el borre funcionó contigo de inmediato. Yo recuerdo un poco de mi vida, pero el borre no fue tan efectivo conmigo.

—Oh, entonces somos hermanos de borre. Tampoco funcionó conmigo.

Rooms, Anxiety and Silence [OLD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora