16. Ashes.

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¿Cuánto tiempo pasó?

Tras las noches difíciles, ya parecían años. La oscuridad llegaba a tragarse al pobre adolescente completo... Necesitaba verlo, y saber que estaba bien...

Realmente lo extrañaba...

Se tiró al suelo, con un fuerte dolor que se extendía por todas sus piernas... No aguantó estar de pie por mucho tiempo más.

¿Desde hace cuánto tiempo se fue Byron...?

—¡Fue solo un día, no exageres!

Colette le gritó a Sandy, quien estaba narrando todo desde su punto de vista totalmente adormilado, sin hacer algo realmente de ayuda por su equipo.

El chico reaccionó, y agarró sus bolsas de arena para seguir intentando luchar.

—¡Perdón, pero eso no quita que Edgar siga en el suelo!

Bueno... Eso es cierto...

Colette se percató de esto, volteó a ver al chico que no podía levantarse... En seguida vio a una chica ardiente -literalmente- corriendo por él. Al reaccionar y darse cuenta que lo iba a hacer cenizas se tiró sobre Edgar y se metió con él en los arbustos para evitar que los quemara, en lo que Sandy le tiraba arena en la cara a la rival...

—¿¡De verdad creíste que pelear en caza estelar iba a distraerlo!?

Colette le gritó molesta a Sandy mientras Amber se retorcía sobre su lugar por la arena que le entró en los ojos.

—¿¡QUÉ!? ¡Es mi modo favorito!

Y sin previo aviso, Sandy fue golpeado por... ¿Una tormenta de nieve?

El soplador comenzó a golpear una y otra y otra vez a Sandy, mientras el anciano solo reía para si mismo. Y de nuevo, sin previo aviso, un pequeño chico apareció literalmente de la nada para dispararle estrellas ninjas a los tres.

Ni siquiera les dió tiempo de progresar, los tres ya estaban muertos.

"Leon ha eliminado a Sandy."

"Leon ha eliminado a Colette."

"Leon ha eliminado a Edgar..."

Sería buen momento para decir que Leon le gana a todos si no fuera porque el tiempo había acabado, y apesar de eso, el equipo del dormilón profesional, la loca por autógrafos y el emo triste habían ganado.

Leon estuvo a una estrella de salvar la partida, pero no lo logró.

Mientras que el menor se iba haciendo rabietas, la chica se tallaba los ojos y felicitaba al equipo ganador. El anciano, bueno, solo se fue sin decir ni una sola palabra más.

—Ya no quiero jugar...

Edgar susurró mientras que Colette lo comenzaba a cargar.

—¿No quieres probar una más? Puedo usar mi tormenta de arena para curarte la próxima.

El azabache renegó y la albina sonrió.

Rooms, Anxiety and Silence [OLD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora