34. As the end draws near. ⚠️

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Horas.

Horas eran en las que habían estado caminando sin parar en busca de una salida todo ese maldito tiempo.

O... Bueno, tal vez sea un poco exagerado decirlo de esa forma.

Edgar a decir verdad sentía sus viejos tenis ardiendo de las suelas tras haber pisado sin querer un par de ocasiones charcos aquel líquido viscoso, y bueno, Colette solo se limitaba a saltarlos mientras trataba de buscar una señal dentro de los túneles.

Se detuvieron un segundo, habían encontrado una zona abierta en los utilidors, dónde había un especie de lago repleto de basura y los dichosos desechos tóxicos, mientras que una cueva enorme los rodeaba.

Lo que se les hacía ridículo era que incluso habían luces funcionando ahí, a duras penas, pero... ¿Quién pondría luces en esa zona?

Colette tomó una foto de la zona y de todos los desechos. Siguieron su camino.

Así, durante un par de minutos, sin decir nada, sin hacer nada más que caminar...

Hasta que su oído se agudizó de tal forma que pudieron oír ruidos al fondo del camino por el que iban... Exactamente, un camino en completa oscuridad...

Se oía una gotera... Y... Podían oler algo quemándose.

Carne humana quemándose.

Colette por más nerviosa que estuviese por el miedo de encontrarse un cadáver, se aproximó a la zona mientras Edgar apuntaba el rifle con sus manos temblorosas, por cualquier cosa que pudiese pasar.

La luz del teléfono no era tan fuerte como la de una lámpara... Pero era suficiente para poder ver un brazo en medio de la oscuridad, quemándose al ser golpeado por varias gotas de esa sustancia negra... Que caía del techo.

Ambos estuvieron al borde de vomitar, pero no sé retuvieron de acercarse más...

Era...

Jacky... O lo que parecía ser su versión en la vida real.

Estaba en el suelo inconsciente. Algunas partes de su uniforme amarillo, el cual estaba diseñado para extraer esos mismos desechos, había sido quemado tras pasar mucho tiempo expuesto a las quemaduras... Y por lo tanto su piel, de sus brazos y abdomen estaba quemándose...

No dudaron ni un segundo más.

Colette corrió hacia la mujer de las coletas y la levantó, arrastrándola lejos de aquella extraña gotera de material ardiente para hacer que su piel dejase de deteriorarse por las quemaduras.

Edgar se acercó, forzando su vista para buscar en medio de la oscuridad...

-El señor Mike dijo que estaba con ella cuando ocurrió en accidente...

Colette lo alumbró con su celular, y haciendo un gesto con la cabeza, le sugirió seguir caminando...

-A ver si encontramos luz y al señor Mike...

Edgar asintió, y así fue. Ambos se ayudaron el uno al otro a cargar a la mujer por lo largo del pasillo, mientras el sonido de la gotera se perdía en la lejanía...

Hacía frío... Las luces rojas a medio funcionar no hacían más que aumentar la tensión, al igual que el sonido de las pisadas sobre el metal del suelo.

Parecía irreal, parecía un sueño.

Una experiencia única en la vida que recordarían con detalle por el resto de sus vidas...

Rooms, Anxiety and Silence [OLD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora