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La visión era borrosa, manchas de verde y azul ocupaban su distorsionada vista.
Le dolía todo el cuerpo.
-¿Rubius?
La voz poco a poco lo trajo de vuelta, ahí estaba Vegetta a su lado, aún tendido en el lugar en donde fueron emboscados.
Intentó hablar pero de su boca no salió sonido alguno.
-No te muevas, idiota. Estás herido.- le regañó el de ojos amatistas.
-Tienes serias quemaduras.- suspiró -Aparecieron de la nada en tu piel, ya me tendrás que explicar luego el que pasó. Por lo mientras te llevaré a casa, no creo que se lo mejor quedarnos aquí
Sus brazos se deslizaron debajo del cuerpo de Rubius para poder levantarlo y llevarlo consigo.
Rubius cansado y adolorido cerró sus ojos y apoyó su cabeza sobre el pecho de Vegetta, no se quedó dormido, solo necesitaba reposar, había dolido como llamas infernales, lo cual probablemente no estaba tan alejado de la realidad.

Las finas llamas de las velas se movían suavemente, siendo estás las únicas fuentes de luz, enfrente de estás uno de los jefes supremos, con su vestimenta negra, la cual era obligatoria en aquel lugar, su máscara reposaba en el suelo a su lado. La puerta fue abierta y por esta entró el otro jefe, Fargan.
-¿De qué quieres hablar, Willy?
-Sabes que es verdad lo que le dije a Rubius, ¿verdad?- dijo mientras se levantaba aún dándole la espalda al recién llegado
Fargan se mantuvo en silencio, había olvidado lo intimidante que podía ser Willy cuando se lo proponía.
-¿Creías que no me iba a enterar de que tú estuviste ahí y que lo dejaste pasar?- dijo mientras le miraba de reojo
-Mira Fargan. No va a haber castigo, eres el único que de verdad ha sido fiel a toda esta causa, así que lo dejaré pasar. Pero aún así, no quiero tener que lidiar con algo así.
-Entiendo, ¿eso es todo?- preguntó algo cauteloso.
-No- le respondió haciendo girar su máscara entre sus manos, la cual había recogido cuando se levantó. Se giró hacia Fargan.
-Ve a buscar a Mangel- ordenó
-¿Qué? ¿Porqué?
-No me cuestiones. Solo ve a buscarle. Es el momento de empezar todo esto
El de ojos color ámbar se dió la vuelta y salió de la habitación. Ahora se encaminaba a su propia habitación para cambiarse el atuendo y salir a buscar al mencionado.
Una vez se hubo colocado sus ropas casuales y su máscara de búho salió del cuartel general con la luz del día. Decidiendo ir a su casa más tarde, por el momento iría a casa de Alex para ver cómo iba su recuperación.

Lágrimas recorrían su rostro. No se imaginó que aquella visita sería tan dolorosa, lo peor es que no entendía el porque había perdido el control de aquella manera. Los dos policías que había visto en la entrada le acompañan a su cuarto, podía sentir sus duras miradas sobre él, incluso si lo único que veía eran sus esposas y sus pies.
No tardaron más de 2 minutos en llegar a su tan monótona habitación, como siempre en cuanto entró cerraron la puerta detrás de él y le pusieron llave.
Se recostó en su cama, se preguntaba cuándo lo darían por "curado", puesto que ya se había curado físicamente, pero al parecer por cómo lo trataban probablemente estaba enfermo psicológicamente. Y por cómo veía las cosas encerrado en prisión terminaría, contemplaba sus manos esposadas, comenzando a temblar, atrajo sus manos a su pecho, acomodándose en un ovillo, cerrando unos ojos plateados con manchas cafés en el iris.
Silenciosas lágrimas recorrían su rostro. Lo que hizo que saliera de unos pequeños golpes en la puerta.
Curioso, Luzu se sentó en su cama y miró hacia la puerta, en el piso había una hoja doblada en dos. La curiosidad le invadió, así que se levantó por completo, cuando estuvo frente al papel, se sentó junto a él recargado su hombro contra la puerta cerrada. Su mano tomó la papel y lo desdobló con cuidado.
"Tengo el lugar perfecto en mente. Ten paciencia" rezaba el papel. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Luzu, tal vez su precaria memoria estaba en lo correcto y sí eran amigos. Por un momento se olvidó de las esposas que mantenían cautivas a sus manos y se llevó la nota al pecho, tenía a algo por el cual mantener la esperanza.
Los días pasaron...Luzu cada noche contemplaba la nota con una sonrisa en sus labios. Ese día después de la terapia el doctor de siempre apareció en su puerta su se sentó a su lado en la cama de la habitación, haciendo que Luzu se apartará un poco, pues poco le agradaban los doctores.
-Luzu...- comenzó -Creo que estás listo para dar otro paso
Aquello llamó la atención del castaño, haciendo que está vez mirara a los ojos al médico.
-Veo que tengo tu atención. Bueno te voy a explicar
Después de 10 minutos de explicación Luzu caminaba por los pasillos del hospital, llevaba ropas que según dijeron le había traído Auron. Sus manos estaban libres, sería completamente libre de no ser por el rastreador que que llevaba en la muñeca.
Sentir la luz del Sol fue una sensación maravillosa después de estar mucho tiempo encerrado en un mismo lugar.
El pueblo se veía tranquilo y acogedor, pero las personas en este le miraban con cautela, listos para huir por si aquella persona de antes ojos escarlatas se acercara a ellos.
Siguió caminando hasta el campo que le indicaron, ahí estaba Auron, con un picnic montado, tampoco había rastro de que él estuviera internado en el hospital. Se dirigió hacía él, cuando oyó un murmullo entre los árboles cercanos, alcanzando a ver lo que parecía un uniforme policiaco, al cual inconscientemente le dirigió una mirada escarlata, pero lo ignoró por el momento y se dirigió hacía donde estaba el de ojos negros.
-Auron...
-¡Luzu! Ven, traje un poco de comida

|∆~Your worst nightmare~∆| LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora