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-Esos dolió, oficial- dijo el de ojos escarlatas entre risas...no de locura...al menos no de momento.
La pala era empuñada en su mano como si la misma ya fuera una extremidad del castaño.
Tenía que agradecer a Alex. Gracias a que esté activó su casco le era más fácil hacer creer a su mente que no era más que otra persona más...No era Alex, solo un polícia que ocupaba un casco, nada más, nada menos.
Alzó su pala y se lanzó al ataque, tenía un tiempo limitado así que trató de derrumbarlo o al menos herirlo rápidamente, o no tendría tiempo de ponerse la máscara y sería consumido un poco más.

Fargan rondaba por las afueras de la casa, buscando a Auron, se concentraba para poder encontrarlo más rápidamente.
Pronto encontró una escalera en el lateral de la montaña de la casa. Bajó por estas mientras pasaba una mano por la pared buscando algún signo de algo que lleve a la liberación del de piel naranja.
Su visión ámbar de momento no localizaba nada, preguntándose si de verdad había algo ahí. Pero en su inteligencia aumentada por la concentración se dijo que tenía que haber una razón por la cuál esté ahí, ya que el final no daba a ningún lado, solo a una pared. Y aparte Luzu tiene otras entradas...tiene que haber una razón para esta escalera, ¿correcto?
Contemplaba y examinaba las paredes, rezando poder encontrar algo mientras Alex seguía con Luzu, no sabía lo que sucedía ahí arriba, pero tenía un terrible presentimiento. Tenía que darse prisa.
Su cabeza comenzaba a palpitar, cada vez más rápido. El estar en aquella situación, utilizando todo lo que podía sus débiles habilidades podía con su mente, se dejó caer, desactivando todo tratando de mantenerse conciente.
Al fin lo encontró...
La base de una antorcha...
No tenía antorcha alguna, pero suponía que era la algún mecanismo, ya que no tendría sentido tener una antorcha cerca del suelo.
Desesperado buscó entre sus objetos alguna antorcha para ver qué sucedía al momento de colocar una en ese sitio.
Sus manos por fin chocaron con la madera de la antorcha en lo más profundo de la mochila. La sacó a una velocidad vertiginosa, y la colocó en aquella base.
Varios clicks llenaron el aire, para revelar una entrada a una estancia, negra, con lava fluyendo por las paredes, muy tetricamente con esa luz roja que lanzaba la sustancia.
Recorrió la estancia principal con la esperanza de encontrar algo, una pista o sonido.
Avanzó por todas las habitaciones, buscando, varias escaleras y habitaciones formaban aquel laberinto que se había ocultado, cómo aquel que fue construido por Dédalo.
Volvía a pasarse por la principal cuando escuchó porfi algo, aunque era inquietante.
Una risa incontrolable que parecía surgir de las paredes.
¿Otra habitación secreta?

Hoy al de cabello aperlado le tocaba hacer guardia al prisionero. Nadie podía averiguar quién era, ya que al parecer esa máscara había sido diseñada por alguien de mucho conocimiento tecnológico, ya que no permitía que algún tercero se la retirase.
Aunque para él no era necesario, ya había visto el rostro de aquella persona incontables veces.
Pero había prometido ni decir ni una palabra, y de ninguna manera él iba a decir algo.
Le miró casi sin importar la oscuridad de la habitación,  parecía que miraba el horizonte a través del vidrio morado que tenía de vicera ese objeto que cuidaba su identidad.
-¿Por qué no me hablas, eh?- preguntó el Hermano Oscuro, con enfado y confusión en su voz.
No recibió respuesta alguna, Rubius solo se quedó sentado cerca de la puerta con su mirada puesta en Vegetta.
Al notar como si este le miraba intensamente, apartó su mirada y distraídamente comenzó a dibujar en el piso garabatos sin sentido, tratando de no tener que mirar al chico lobuno.
-¿Cuánto tiempo voy a estar aquí?- preguntó secamente el atrapado.
Rubius solo se encogió de hombros como respuesta.
-Yo no decido eso- habló al final.
El silencio se apoderó del sitio, era un poco incómodo para ambos.
El celular del guardián recibió un mensaje, el cuál le indicaba que saliera de la habitación y se retirara.
El de ojos esmeralda se puso su máscara negra y salió no sin antes voltear al prisionero y hablarle una última vez.
-Tú te metiste en este lío, tú puedes salir-
La puerta se cerró detrás del chico vestido de negro, y dejó el lugar en completa oscuridad.
Tenía razón.
Él había sido el responsable, así que el tenía que salir de aquel lugar de alguna forma.
Miró su alrededor, y revisó las cadenas que le tenían preso.
No eran del metal común, eso lo podía notar con el suave tintineo que producían al moverse mientras chocaban los eslabones. Y eso ya solo provocaba demasiados problemas. Y solo se sumó a su preocupación cuando la puerta de su habitación se abrió y entró la misma figura que había comenzado esto.
Aquella máscara negra y el traje negro y rojo.
Caminaba lento hacía dónde estaba el de máscara de lobo.
Cuando llegó a dónde estaba él le tomó por el mentón, obligándolo a mirarle, mientras le examinaba el rostro cubierto por el casco.
-Es una lástima, pudiste haber llegado más lejos con nosotros...- le habló aún examinándolo, la voz era suave, pero parecía distorcionada de alguna forma.
-Pero recuerda...tú no eres mejor que nosotros- le dijo mientras, que para sorpresa del prisionero, sacó un cuchillo de uno de sus bolsillo del traje y lo acuchilló en el abdomen, del lado izquierdo, liberando el cuchillo, haciendo que el herido se estremesca en su lugar con un gemido de dolor, mientras la sangre roja empezaba a emanar de la herida.
-No hay mucha diferencia entre tú y nosotros, pequeño chico lobo-
Vegetta se estremecía por el dolor.
La voz era familiar, pero esa distorción hacía que no la pudiese ubicar...pero sentía qué conocía la voz.
Por el momento solo pudo rezar que el sujeto le tuviera piedad y no lo dejase morir desangrando por la herida en su abdomen que seguía sangrando sin descanso, de seguir así en unos cuantos minutos se desmayaría y luego moriría por la falta de sangre.

Maldición, dolía cómo los demonios.

|∆~Your worst nightmare~∆| LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora