Durante unos largos minutos, el edificio entero tembló y se derrumbó a pedazos. Tuve la suerte de haber podido esquivar todos los trozos de techo y paredes, pero otra chica no. La luna que se filtraba por el tejado me permitió ver que la pequeña niña yacía en el suelo, sepultada bajo los escombros. Escuché unos sollozos sobrecogedores provenientes de algún rincón de la iglesia. Seguía aturdida, por lo que me costó un rato averiguar que el chico estaba agazapado en el fondo de la iglesia.
Me acerqué con cuidado y un poco agachada.
-¿Estás bien?- pregunté con la voz más dulce e inofensiva que tuve. Inmediatamente se quedó en silencio-. No voy a hacerte daño- avancé un poco más haciendo gestos tranquilizadores-, te lo prometo.
El chico me miraba aterrorizado. Tenía los ojos muy abiertos, aunque hinchados y rojos por el llanto. Me fijé en que agarraba con fuerza un colgante. Cuando llegué a su lado, me agaché delante de él.
-Me llamo Adara- le sonreí-. ¿Tú cómo te llamas?- no me respondió. Solo se quedó mirándome con el mismo gesto de miedo. Le tendí suavemente la mano-. Dámela, voy a hacer un truco.
Me miró desconfiado, pero finalmente me tendió la mano muy lentamente. En cuanto la toqué, me metí en su mente y vi que su animal favorito era el perro. Aproveché para transmitirle toda la tranquilidad que pude. Me separé de él un poco, levantándome, y creé un labrador de fuego. El chico abrió los ojos con sorpresa.
-¿A que es bonito?- dije con orgullo-. Puedes acercarte a tocarle, si quieres. No te vas a quemar- envié al perro a que se pusiese a su lado.
Fue dando saltitos y correteando. Primero le lamió la cara y luego le empezó a hacer gestos con la cabeza para que le acariciase. Después se tumbó en el suelo apoyando su cabeza en las piernas del chico, quien por fin sonrió.
-Me... me llamo Credence- dijo con una voz baja y temblorosa. Me miró a los ojos, pero luego miró al perro. Me fijé en que el collar que llevaba era un símbolo de las Reliquias de la Muerte.
-¿Te gusta el perro, Credence?- me senté a su lado, apoyando mi espalda en la pared y acariciando también al perro.
-Sí... es muy bonito. Y cariñoso-al oír eso, el labrador levantó la cabeza y le lamió la mejilla. Credence sonrió-. Muchas gracias.
-No es nada- nos quedamos unos minutos en silencio, descansando. Tenía muchas preguntas, pero sabía que si le hablaba del tema le iba a hacer daño y se iba a volver a asustar. Obviamente no quería eso-. Qué colgante más bonito- dije con normalidad. Se tensó un poco.
-¿Es usted una bruja?- titubeó un poco al preguntarlo. Me acerqué un poco más a él.
-No- dije con tono de confidencialidad-, soy algo mucho mejor- me miró sin entender nada y decidí demostrárselo-. No todos los magos y brujas pueden hacer esto.
Me puse de pie, me quité el abrigo y batí las alas con fuerza, levantando el polvo y algunos escombros. Credence tuvo que taparse los ojos con un brazo y emitió una exclamación de sorpresa. Volé dando círculos por la iglesia, y para añadir espectáculo creé pequeñas aves de fuego que me acompañaban y que cantaban. Para acabar, me quedé en el centro de la sala e hice que las aves se colocasen de forma simétrica a mi lado. Levanté las manos y las hice desaparecer, provocando algunas chispas inofensivas. He de decir que fue mágico en todos los sentidos.
-Wow- exclamó el chico con los ojos muy abiertos y brillantes.
De repente, detrás de mi escuché unos aplausos. Lentos y breves. Toda la angustia, el miedo, la tristeza y el dolor que había conseguido hacer desaparecer en Credence volvieron con más fuerza que antes, opacando la breve felicidad. El perro se levantó de un salto y empezó a gruñir, amenazador. Me posé en el suelo con delicadeza y atraje el abrigo para ponérmelo. Me di la vuelta y, debido a la oscuridad de la noche, me costó ver que se trataba de Percival. Bueno, de Grindelwald. El perro se puso a mi lado.
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PHOENIX• Animales Fantásticos [COMPLETADA]
FanfictionLas Phoenix son unas de las criaturas más poderosas que pueden existir. Con su belleza engatusan, con su telepatía modifican las emociones a través de los recuerdos y con su fuego abrasan a sus enemigos. Estas criaturas se creían extintas. Hasta aho...