Recuperé la consciencia en un sofá desconocido, en una casa desconocida y en un lugar conocido, pero con un familiar olor a té de hierbas secas. Abrí sólo un poco mis ojos para ver dónde estaba sin que nadie se diese cuenta. No entendía nada y estaba confusa.
Lo único que sabía era que no estaba en el Arcanus.
Al entreabrir los ojos vislumbré a un hombre que estaba de espaldas a mí haciendo el té en un pequeño rincón. Llevaba puesta una camisa blanca y unos pantalones grises y su pelo era castaño, o eso parecía porque no podía ver bien.
Se dio la vuelta y rápidamente cerré los ojos para idear un plan de escape. En ese momento se escuchó cómo alguien llamaba a la puerta y escuché las pisadas del hombre yendo a abrir.
-¡Profesor! Adelante, por favor. Aquí está la Phoenix de la que le hablaba, todavía está inconsciente.
-Así que por eso me has traído hasta Nueva York, Newt. Esperemos a que se despierte.
Los dos hombres volvieron al rincón de espaldas a mí y siguieron hablando en susurros. Esta era mi oportunidad.
Me levanté con mucho cuidado y sin hacer ruido, evitando que un gemido de dolor saliese de mi garganta producido por una herida en la pierna. Eso dificultaría mi escape. Seguí avanzando hasta la entrada sin hacer ni una pizca de ruido, mirándoles constantemente y andando de puntillas.
Todo parecía perfecto, hasta que un escarbato salió de la nada, me tropecé con él y caí al suelo haciendo que cayesen conmigo varios utensilios de metal y varias cuerdas, formando un gran estruendo.
Giré la cabeza lentamente deseando que no lo hubiesen escuchado, aunque sabía que era imposible. Seguramente lo habrían escuchado hasta en París.
Mi vista se enfocó en ellos, que me miraban con una pizca de asombro, de curiosidad y de burla.(Multimedia)
Todos nos quedamos quietos: ellos mirándome y yo mirándoles, esperando a que alguien hiciese algún movimiento. Decidí que sería la primera en actuar. Me levanté del suelo con mucha agilidad y velocidad e intenté correr hacia la salida, pero mis alas se habían enredado con las cuerdas y me volví a caer, esta vez haciéndome daño.
-Tranquila, no te queremos hacer daño- dijo el hombre al que habían llamado Newt
Se intentaron acercar a mí muy despacio para que no me asustase, pero no funcionó. Mis piernas no reaccionaron y ahí me di cuenta de que estaba cansada de verdad.
-Tu instinto te dice que puedes confiar en nosotros, ¿verdad? Si no, métete en nuestra mente y lo verás- volvió a decir el tal Newt
Miré al otro hombre, que observaba la situación bastante divertido. Al ver que le miraba dijo:
-No nos hemos presentado, soy Albus Dumbledore, profesor de la Escuela de Magia y Hechicería de Londres, Hogwarts.
-Y yo soy Newt Scamander, antiguo alumno de Hogwarts y cuidador de animales.
Ambos me miraron esperando a que me presentase, y como no lo hice Albus me preguntó:
-¿Y tú? ¿Cómo te llamas?
Resignada y para no ser maleducada, respondí:
-Hace mucho tiempo que nadie me pregunta mi nombre real, ya que todo el mundo me llama Phoenix.
-¿Quieres que te llamemos Phoenix?- preguntó Newt un poco desconcertado
-¡No!- respondí rápidamente- eso me traería malos recuerdos. Prefiero que me llaméis Adara
-Bonito nombre... ¿griego?- preguntó Albus con duda
Asentí y decidí meterme en sus mentes. Es una de las habilidades que tengo, es parecido a la legeremancia. Puedo ver sus recuerdos y alterar sus emociones a través de ellos. Es muy útil para conocer la verdadera personalidad de las personas.
Normalmente podía usar esta habilidad a distancia, pero estaba muy cansada así que tenía que mantener un contacto físico. Me levanté desenredándome y me miraron cautelosos, aún más cuando me acerqué al profesor. Cuando estuve bastante cerca, alcé la mano y con suavidad le acaricié la mejilla y le miré a los ojos. Me sumergí en sus recuerdos.
Apenas estuve unos segundos porque me asombró cuanto dolor había detrás de la bondad que ahora emanaba. Retiré la mano como si su piel quemase y repetí el mismo proceso pero con Newt. Sólo vi una luz pura y blanca, y a una velocidad vertiginosa hice un viaje por sus aventuras con las criaturas.
Cuando abrí los ojos para cerrar la conexión, vi que Newt estaba completamente rojo, supongo que por la repentina cercanía, así que me separé.
El escarbato con el que me había tropezado trepó por mis piernas hasta colocarse en mi hombro. En ese momento me di cuenta de que sólo llevaba puesta la sábana, que estaba gris por la suciedad y tenía algunos raspones.
Mientras analizaba el estado de mi ropa, ambos se dieron cuenta de lo poco que llevaba encima y miraron hacia otro lado un poco incómodos. Si Newt antes estaba rojo, ahora parecía un tomate. Yo también me coloré rápidamente.
-Eh, bueno, gracias por su hospitalidad señor Scamander, pero me tengo que ir. Ha sido un placer conocerles- dije trabándome un poco por la vergüenza
-Espera Adara, no te puedes ir así. Deja al menos que te invite a tomar el té y te podemos dejar algo de ropa- comentó Newt sin mirarme
-Además, estás herida. Déjanos curarte, de verdad que no te queremos hacer daño
Hubo un momento de silencio en el que yo les miraba intentando averiguar si podía confiar en ellos o no, Newt seguía sin mirarme directamente y el profesor me miraba con amabilidad. Algo en mi interior me decía que podía confiar en ellos.
-Está bien- rompí el silencio- confiaré en vosotros. Pero, ¿por qué me queréis ayudar?
-Los rumores se esparcen como la pólvora, especialmente si hay algo de gran interés de por medio. Y hay personas que quieren aprovechar el poder al máximo para sus propios intereses- habló Dumbledore diciendo lo último con dolor
Sentí bastante curiosidad sobre el origen de dicho dolor, pero él adivinó mis intenciones y con una mirada me imploró que no lo hiciese, así que me quedé en mi sitio.
-Sí, además de eso tengo... una pregunta... si no te importa, claro
-Adelante señor Scamander, haga la pregunta
-Gracias, oh y llámame Newt, por favor. Bien, la pregunta es... ¿es cierta la leyenda sobre la piedra fogosa?
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PHOENIX• Animales Fantásticos [COMPLETADA]
FanfictionLas Phoenix son unas de las criaturas más poderosas que pueden existir. Con su belleza engatusan, con su telepatía modifican las emociones a través de los recuerdos y con su fuego abrasan a sus enemigos. Estas criaturas se creían extintas. Hasta aho...