X. Más mentiras

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-¿Por qué hay dos tazas de café?

Mierda.

-Porque me he tomado dos tazas de café- dije con naturalidad, intentado que no sonase sospechoso. Me miró un poco confuso pero asintió con la cabeza. Uf.

-¿Has dado de comer a las criaturas?

-Me he quedado dormida. Por eso estaba tomando café; para estar más despejada- las mentiras salían con mucha fluidez.

-Oh, vale. Pues si quieres ve haciendo tú nuestra comida mientras yo les alimento.

Le respondí con un "vale" y me puse a cocinar. Hice algo sencillo, no me apetecía elaborar nada complicado. Cuando los dos acabamos, nos sentamos en la mesa en un silencio algo espeso.

-Y dime, ¿a dónde has ido?- le pregunté para romper el silencio incómodo. No me esperé que se atragantase con el agua que estaba bebiendo.

-Eh, ¿dónde he estado? Qué pregunta más tonta... He estado haciendo la compra. Sí, la compra- vale, estaba clarísimo que me estaba mintiendo.

-Oh, wow -miré el reloj de la pared haciendo cálculos-. Casi cuatro horas para hacer la compra. Habrás comprado muchas cosas, ¿verdad?

-Por supuesto, p-por eso he tardado tanto- evitaba el contacto visual.

-Si has comprado tantas cosas, ¿dónde están?- apoyé mis codos sobre la mesa y le escruté con la mirada. Se puso aún más nervioso.

-Lo he dejado todo en la maleta.

-Ya. Vale, Newt. Sé que me estás mintiendo. No me importa a dónde hayas ido, pero sí me importa y me preocupa que tengas que mentirme al respecto. Si no quieres decirme la verdad, está bien, no me la digas. Pero no me mientas- cogí mis platos, los fregué rápido y abrí la puerta.

-¿A dónde vas? ¿Podemos hablar antes?- se había levantado rápido. Sus ojos color miel con un tono verdoso me decían lo preocupado que estaba. Nunca me había fijado en lo bonitos que son-. ¿Por favor?- algo me impedía irme, como si un imán tirase de mi hacia la casa. De repente se me quitaron todas las ganas de irme.

 De repente se me quitaron todas las ganas de irme

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Con esa cara obviamente no le podía decir que no.

-Está bien, pero nada de mentiras- me sentía fatal porque yo era la primera que estaba mintiendo, pero ¿qué iba a hacer? ¿Decirle que había estado tomando café con el mago más buscado de todo el mundo mágico?

-De acuerdo- su sonrisa natural volvió a su rostro-. Espera un segundo- se fue hacia la maleta. Yo me senté en el sofá y al rato volvió con un libro muy viejo en su mano.

-¿Qué es eso?

-No te enfades.

-¿Por qué me iba a...- abrió el libro y en un capítulo ponía: "La leyenda de los Phoenix"- Oh.

-He estado investigando más sobre los Phoenix, para ver si te podía ayudar con algo- movía nerviosamente los dedos y se sentó a mi lado. El remordimiento de haberle juzgado me estaba empezando a comer por dentro. Él solo quiere ayudarme, y yo estoy fraternizando con el enemigo.

Me incorporé de tal forma en el sofá que quedamos de frente. Mi rodilla rozaba su pierna. De un movimiento rápido le coloqué la mano en la mejilla, y, en el breve segundo que estuve en su cabeza, me di cuenta de que me ocultaba algo.

-¡Adara! No te metas en mi cabeza- me miró como si estuviese regañando a su escarbato-. Sabes que no me gusta.

-Perdón. Bueno, ¿algo más que añadir?

-Sí...-hizo un breve silencio en el que emitió un suspiro-. He estado investigando especialmente sobre... sobre la piedra fogosa- bajó la mirada y nos quedamos en silencio durante unos segundos.

-¿Por qué me iba a enfadar?- no entendía nada. Abrió el libro que llevaba por una de las muchas páginas que tenían una marca.

-Porque "aquel que tenga en su posesión dicha piedra, podrá controlar a un Phoenix a su antojo"-dijo leyendo una frase textual del libro.

-¿Cómo?- me empezaron a temblar las manos y me recorrió un sentimiento que hacía mucho que no me visitaba: el miedo-. ¿Y por qué has estado investigando sobre eso?- me alejé un poco de él-. ¿No será porque quieres utilizarme... no?- me separé todavía más.

-¡No! Adara, nunca te haría algo así. Quiero que confíes en mí- yo estaba sentada al borde del sofá, muy al borde. De hecho si me inclinaba hacia atrás, me caería al suelo-. Por favor- susurró-. Sabes que no te haría daño por nada del mundo, me dolería más a mí que a tí- se acercó con cautela a mí- ¿Bien?

Volvíamos a estar igual de cerca que antes, la diferencia es que estabamos sentados cerca del borde del sofá. Extendió su mano para acariciar suavemente la mía y me relajé de inmediato. ¿En qué estaba pensando? ¡Es Newt! Nunca me haría nada malo, y lo podría afirmar con seguridad. Me iba a incorporar, pero el Escarbato saltó a la espalda de Newt, haciendo que este se cayese encima de mí. Como yo estaba practicamente en equilibrio y me pilló por sorpresa, ambos caímos al suelo. Obviamente yo caí al suelo de espaldas y él quedó sobre mí.

Me miró preocupado por si me había hecho daño, pero no pudimos contener la risa y acabamos riendo a carcajadas. Cuando se nos pasó, nos miramos durante un buen rato a los ojos, haciendo un análisis de la persona que teníamos en frente.

Sus ojos me recordaban a un hermoso prado en primavera; llenos de vida, color, sol, luz. Llenos de bondad. Me sumergí en ellos, sin miedo a la posiblidad de no salir de la profundidad de su mirada. El tiempo se detuvo, el salón desapareció; sólo estábamos él y yo. Concretamente, él sobre mí y yo en el suelo.

Al darme cuenta de la situación me puse un poco roja, y al ver mi reacción, él también cayó en la cuenta de que estaba sentado sobre mí. Se puso muy rojo y se levantó con algo de torpeza.

-Eh... Y-yo l-lo siento, no me había d-dado cuenta- se empezó a rascar la nuca muy nervioso y me tendió un mano. La cogí y os puedo prometer que noté una pequeña descarga cuando se tocaron nuestras yemas.

Al ayudarme a incorporarme, volvimos a quedar muy cerca. Esta vez de pie y con las manos sujetas con delicadeza, como si ambos tuviesemos miedo de que la mano del otro fuese a desaparecer. Me acarició la mano con su pulgar y sin separarlas, las subí a mi mejilla, de modo que su dorso tocase mi piel.

-Siento no habértelo dicho- dijo con un tono de voz bajo, íntimo, como la situación que vivíamos. Me acerqué más y apoyé mi cabeza en su hombro; él me rodeó casi sin tocarme por la cintura, en un gesto de puro cariño.

-Y yo siento haber desconfiado de tí- respondí con el mismo tono de voz. Separé mi cabeza de su hombro para mirarle. Me quedé fascinada con sus pecas-. No te vayas nunca, por favor.

-Si tú no te alejas, nunca nos separaremos- juntó nuestras frentes-. Porque sería estúpido si me fuese de tu lado- me dio un beso en la frente y nos separamos.

Esta separación me hizo volver a la realidad de golpe, y un repentino frío me invadió.

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¡Bueno! Personalmente adoro este capítulo. Me parece una pareja muy mona y creo que de verad tienen química entre ellos. ¿Vosotros que pensáis? ¡Espero que os esté gustando! Si es así, no os olvidéis de votar y comentar. ¡Os leo!

PHOENIX• Animales Fantásticos [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora