XXIII. Todo estalla

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Aviso: es un capítulo largo. Es el final de esta primera parte. La segunda la empezaré a publicar después de verano. ¡Espero que os guste!


Desde la visita de Newt todo volvió a la "normalidad", si es que a eso se le puede llamar normalidad. Karkov volvió con las energías renovadas, aunque yo también. Por mucho mal que me intentase hacer, yo acababa con una sonrisa cínica que ocultaba mis ganas de incinerar el lugar y a todos los que estaban ahí. Mi sed de venganza iba aumentando cada día y cada hora.

Raven venía todas las noches a verme. De hecho, ayer me trajo una nota en la que ponía que algo grande se estaba gestando y que sólo tenía que esperar un poco más. Que aguantase. Y lo más sorprendente: que hoy fingiese que iba a confesar.

<Mi querida Phoenix- comenzaba la nota-, como bien sabes sigues en nuestros planes. Algo muy grande está por venir. Sé que estás sufriendo mucho, y te aseguro que todo te será recompensado y te prometo que tendrás tu añorada venganza. Pero, para ello, necesito que me hagas un favor. Quiero que finjas que han conseguido doblegarte y que vas a confesar. Les tomarás con la guardia baja y será el momento perfecto para atacar. El golpe será en tres días con la puesta del Sol. Prepárate>.

Tras leer eso estuve toda la noche dándole vueltas. Me levanté con ojeras, lo cual me ayudaría a preparar mi actuación. Para empezar, cuando los dos guardias abrieron las puertas por la mañana no les recibí con una sonrisa y no contesté a sus burlas. Me mantuve todo el día en silencio y con la cabeza baja aunque me apeteciese matar a alguien. La tortura matutina fue leve. Al salir, sentí como los ojos curiosos de Percival me observaban desde el umbral de la puerta.

Así estuve durante ese día entero y el siguiente.  En cada interrogatorio me mostraba más inestable hasta que decidí "explotar".

-¡Basta- comencé a decir con la voz rota-, no puedo más! Me gustaría confesar...- susurré prácticamente.

Karkov se quedó mudo por segunda vez en toda su vida. Se paralizó sin dar crédito a lo que oía.

-¿No me has oído?- se me quebró la voz y lágrimas salieron sin control-. ¡Te he dicho que quiero confesar! Quiero que esto se acabe ya, no puedo más- me metí tanto en el papel que me sorprendí a mi misma. Una sonrisa fue apareciendo poco a poco en su repugnante cara.

-No puedo creer esto... ¡He sometido a la puta Phoenix!- miró eufórico al cristal-. ¿Habéis oído eso? ¡Ha dicho que va a confesar! ¡JA! ¡Os dije que lo conseguiría, y vosotros estabáis a punto de rendiros! Malditos inútiles. Si no fuese por mí...- se abrió la puerta y uno de los responsables le hizo un gesto para que saliese.

Antes de que se fuese le agarré del brazo y le transmití mi falsa angustia y desesperación, que consiguieron dar el efecto deseado. Estaba siendo demasiado fácil. Sonrió aún más, se deshizo de un gesto brusco de mi agarre y salió.

Me dejaron sóla en la habitación que tanto había visto. Si las paredes hablasen... Continué llorando pero de forma silenciosa y apoyé mi cabeza sobre la mesa con un cansancio verdadero. ¿De qué estarían hablando? La curiosidad me estaba matando, así que creé una araña diminuta de fuego y la envié a la otra sala. Con esfuerzo conseguí conectarme con lo que veía y oía.

-¡Ya la habéis visto! Está completamente rota- hablaba el muy desgraciado. Había cinco hombres en la sala. Los únicos a los que reconocía fueron Karkov y Percival, quien no me quitaba el ojo de encima.

-No sé, Karkov... ¿No crees que ha sido un cambio muy brusco? Es decir, hace unos días parecía inquebrantable. Y ahora... Sólo mírala- hice que la araña girase la cabeza para mirarme. Se veía mi cuerpo tirado sobre la mesa y con la cabeza apoyada en la mesa sobre la mejilla izquierda, estando el cristal a mi derecha, por lo que no se veía mi cara.

PHOENIX• Animales Fantásticos [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora