01. 𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐄𝐍𝐙𝐎.

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— Buen día —dijo la mujer —. ¿Cuál es su nombre, señorita?

— Daisy March pero todos me dicen 'Dizzie'.

El ambiente era muy frío y nada amigable pero eso se explicaba fácilmente... El ambiente era un horrible hospital. La cama seguía helada a pesar de las velas, el sol y la ventana cerrada. Ella bebía su taza de té esperando para dárselo a la enfermera mientras deseaba que ojalá nunca se hubiese desmayado en medio del salón, que ojalá la estúpida de Jo nunca la hubiese mandado a ese asqueroso lugar pero ya nada se podía lograr, todo se encontraba perdido para Dizzie March.

10 Años antes...

Dizzie observaba por la ventana mientras atrás escuchaba el bullicio de sus hermanas por el tan esplendoroso baile al que no fue invitada por sus famosas "cuestiones de mala salud". La verdad era de que gozaba, por así decirlo, de buenas condiciones aunque de vez en cuando tenía una recaída muy leve. A pesar de todo una parte de ella estaba de acuerdo con no asistir, debido a que en la última lcasy terminó vomitando en la alfombra.

De repente se oyó un horrible gritó que asustó a la joven y giró la cabeza hacia el origen del estruendo.

— ¡Mí cabello! —exclamaba la hermana mayor —. ¡Jo, me has quemado el cabello! —Amy, la más pequeña, se reía y Jo se arrepentía, Meg fue a revisarse al espejo para volver a gritar —. ¡Marmee! No puedo ir al baile así —sozolló.

Aunque su queja le pareció bastante infantil la entendía y antes de que ambas partieran regañó a Josephine por lo que hizo, incluso insinuó que fue a propósito pero en el fondo tanto Jo como ella sabían que no era en serio.

Meg era su gemela, había nacido cinco minutos antes que Daisy y se caracterizaban por no ser muy unidas a la otra pese a haber compartido compañía 9 meses en el mismo lugar.

Jo era la que seguía y la más energética con sus ganas de correr y su pelo desenredado que le causaban dolores de cabeza a Meg, quien intentaba convertirla en una señorita.

Después de unos minutos la muchacha las acompañó a las dos al carruaje al que enseguida subieron y las saludó en señal de despedida.

En su regreso a casa percibió a una chica cerca de los arbustos. Su vestido era azul y largo hasta lo talones, su cabello desarreglado y con suerte su cara no presentaba ni una mancha. Cruzaron miradas pero Daisy prefirió adelantarse.

Se estaba congelando justo cuando, en el momento menos oportuno, a la desconocida se le ocurrió hablar.

— Hola, ¿Eres Meg March, no? —inquirió.

— No, soy su gemela, Dizzie March —respondió —. ¿Cómo conoces a Meg?

— No quiero parecer una acosadora, pero las he oído gritar sus nombres cuando miro por la ventana.

— Claro —rió un poco —. Buenas noches.

Intentó retirarse y de nuevo fue interrumpida.

— ¿Por qué tanta prisa?

— Porque necesito irme, perdona si fuí grosera.

— Bueno, eres más educada que yo en ese aspecto. Siempre que le digo a la gente de forma amable que no quiero hablar con ellos se enojan.

— Mientras no te importe supongo que está bien.

— Claro que sí —extendió las manos hacia la altura de sus hombros —. ¡Esa es la razón por la que ya no me invitan a ningún baile...! ¡Y soy más elegante que un cisne!

— Si, se nota —contestó de forma sarcástica.

— Solo porque ahora no esté bien peinada no significa nada.

𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍𝐈𝐔𝐌 - 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐖𝐎𝐌𝐄𝐍//𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑𝐂𝐈𝐓𝐀𝐒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora