04. 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 𝐀𝐋 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀.

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La lluvia había finalizado aquella tarde y el sol salió.

Dizzie se encontraba sentada en una de las bancas de color blanco en aquel patio donde no había mucho que ver mientras esperaba la hora en la que pasara algo con su familia para tener que marcharse de ese horrible lugar. Las enfermeras y los doctores la hartaban con sus mentiras de que mejoraría y, envuelta en el aburrimiento, procedió a escribirle una carta a su madre.

10 años antes...

— Quisiera que fuera Navidad por siempre —dijo Beth, que caminaba con sus hermanas, unas rumbo a la escuela, otras al trabajo y las que quedaban a ordenar la casa.

— Y yo quisiera no tener que ir a la escuela —agregó Amy con voz chillona —. ¡No tengo ninguna Lima y ya debo varias!

Luego de escucharla Meg sacó de su bolso dos limas y todas la quedaron mirando de forma reprochante.

— ¿Por qué hiciste eso? —preguntó Jo.

— Yo sé lo que es sentirse menos porque los demás tienen algo que tú no.

— Me alegra que mamá no me haga ir a la escuela con esas niñas —habló de nuevo Beth.

Cada una partió al trabajo, a la escuela o a casa, como Dizzie y Beth, que se encargaban de la limpieza del hogar. Esa vez habían terminaron más rápido.

La gemela fue a su habitación y se sentó en la ventana al mismo tiempo que contemplaba el hermoso paisaje blanco cuando de repente una bola de nieve se estampó contra el vidrio y supo de inmediato de quien se trataba.

Bajó las escaleras entusiasmada y abrió la puerta encontrándose a Eleanor sosteniendo un pastel.

— Hola —sonrió la vecina —. ¿Cómo estás?

— Bien.

— Te preparé un pastel de crema, incluso lleva tu nombre.

Daisy la hizo pasar y posaron el pastel en la mesa.

Prontamente ambas salieron del lugar para conversar un poco a solas.

— ¿Te gustó? —inquirió Barry —. El postre.

— Si, estaba delicioso. No sabía que cocinabas.

— La chef de mi familia me enseñó.

—A mí me lo enseñó mi madre.

— Mi madre no quería enseñarme.

— ¿Y fue tan directa al decírtelo? —frunció el ceño Daisy.

— No, ella se excusaba con que no tenía tiempo, pero luego me dí cuenta de que no quería, solo no hallaba la forma de contármelo.

Dizzie se sintió mal por preguntar, pero de igual manera creía que había algo especial en esa chica que, por alguna razón, le sacaba ese peso de culpabilidad de los hombros.

Las dos se despidieron y regresaron a sus casas como las hermanas March en unas horas.

— Odio el trabajo —dijo Jo entrando por la puerta —. Y esa horrible mujer.

— Tienes que entenderla —respondió Meg —. Perdió a su marido y a su hijo, no tiene a nadie.

— Eso no la justifica.

— Nunca dije eso.

— ¿Dónde está Amy? —preguntó Daisy.

— En la escuela.

— Ahora ya tendría que estar aquí.

Acto seguido optaron por esperar y esperar hasta que Eleanor volvió y les comunicó que su hermana estaba en casa del señor Laurence. Entonces fueron junto con Marmee hasta la biblioteca de la gran mansión.

Apenas entraron y Amy se veía sufrida.

— ¿Qué hiciste? —interrogó Jo a la rubia.

— ¡Fue solo un dibujo!

En medio de aquel alboroto Daisy, al lado de la puerta, fijó su vista en el nieto del señor que vivía en la mansión, al que solo había visto por la ventana y cuando salía, si es que salía. Él le devolvió la mirada y ella se hizo la tonta mirando para otro sitio.

— ¿Tú eres Meg March?

— No, soy Daisy March, gemela de Meg March —sonrió.

— No te ví en el baile.

— Es que a mi... No me gustan los bailes.

Y era mentira, la pobre haría lo que sea por asistir a una gala o evento social que su capacidad de enfermarse no le permitía y no le permitiría nunca.

— Entiendo, a mí tampoco me agradan tanto.

'Pero yo no puedo asistir por algo más grave, imbécil' pensó. Al instante se arrepintió rápidamente de eso y agregó en su mente para sí misma: 'Y tú dices eso porque no sabes nada y yo soy la imbécil, la mentirosa imperfecta imbécil'.

— Soy Laurie —se presentó —. Theodore Laurence pero dime Laurie.

— Y yo soy Dizzie March, Daisy March pero dime Dizzie. Tienen aquí una linda biblioteca.

— Tengo muchos libros, pero fácilmente no podría vivir de ellos.

— Yo sí —los interrumpió Jo tomando uno.

— En ese caso pueden llevarse y venir por lo que quieran —sonrió Laurie —. Aquí hay biblioteca, pinturas, pianos...

—Y un invernadero —agregó su tutor, Jhon Brooke.

Las mujeres se quedaron en silencio por sus palabras y al rato saludaron al vecino con la misma alegría y entusiasmo que antes.

Dizzie, antes de largarse, se topó con la huésped de Laurence debido a su retraso mientras el resto de las March ya estaba a mitad de camino:

— ¿Ya te vas? —frunció el ceño Eleanor.

— Si... —la observó la segunda hija de las March como si estuviera hipnotizada —. Hasta mañana, princesa.

— ¿Princesa es mí nuevo nombre?

— ¿Te gusta?

—Suena a nombre de perrito, gatita.

— Entonces serás 'El'.

— Me gusta más.

— Hasta mañana, El.

— Hasta mañana, Dizzie.

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Tranquilos chicos, hasta yo malpensé lo de "gatita".

¿Les está gustando la relación de estas dos? Porque a mí sí...

Sin nada más que decir

Bye 💖

𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍𝐈𝐔𝐌 - 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐖𝐎𝐌𝐄𝐍//𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑𝐂𝐈𝐓𝐀𝐒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora