¿𝐂𝐨́𝐦𝐨 𝐭𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐢̄𝐚𝐬 𝐬𝐢 𝐭𝐮 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐞𝐩𝐞𝐧𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐚𝐧 𝐦𝐚𝐥𝐚 𝐬𝐚𝐥𝐮𝐝 𝐭𝐮𝐯𝐢𝐞𝐫𝐚𝐬?
Daisy 'Dizzie' March es una chica que físicamente siente todo pero emocionalmente no siente nada... Y tampoco quier...
Los últimos días he estado teniendo un sueño, uno extraño.
"¿Qué clase de sueño?" pregunta Eleanor cada que le repito lo mismo, la mayoría de veces simplemente contesto "Nada, no lo entenderás", a pesar de que no es tan complicado.
Eso que algunos llamarían pesadillas comienza conmigo parada en una habitación oscura en la que solo estoy yo, caminó hacia adelante como si supiera a donde voy y, en un abrir y cerrar de ojos, resultó estar avanzando en medio de un bosque.
Se forma luna llena y el aullido de un lobo me impulsa a correr por mi vida hasta que pestañeo de nuevo y aparezco en otro lugar, ya es de día. Levanto la vista y observo mi casa, mi madre y a mis hermanas divirtiéndose en la nieve. Intento acercarme aumentando la velocidad con cada paso, pero en un momento alguien me golpea en la nuca con lo que parece una piedra. Gritó y caigo al suelo, llamo a mi familia para que se den cuenta, más mi voz no sale, estoy muda.
Toco mi herida y definitivamente estoy sangrando, miro a mi atacante y este rebela su verdadera identidad cubierta por una capa negra: soy yo, no es Meg, soy yo misma.
La otra toma la roca y me la lanza para terminar lo que inició... Inmediatamente me despierto.
— Estoy segura de que esto tiene que ver con mis hermanas —dije con seguridad.
— ¿En serio? —preguntó Eleanor —. ¿El lobo y lo demás que tiene que ver?
Las dos estábamos sentadas frente a la chimenea apagada y su horrible ceniza.
— No lo sé.
— Cambiando de tema, Laurie me contó que Beth ya mejoró —sonrió —. ¡Es una suerte! ¡Ella estaba tan mal!
— ¿La visitaste?
— Fuí a escondidas con ayuda de Laurence, larga historia.
— ¿Alguna novedad sobre...? —agarré un libro que había colocado en el suelo alargando la palabra.
— Jo se cortó el cabello.
— ¿Qué? —respondí con una mirada alarmante y confundida como si la estuviera regañando.
— Si, Jo se cortó el cabello.
— ¿Por qué?
— Es que a tu padre lo hirieron y Marmee no podía pagar el pasaje.
Al escucharla me recosté en la silla, suspiré y expresé una linda, y algo falsa, sonrisa.
— Esa es mi Jo.
— ¿Cuándo la irás a visitar?
— Nunca —y me levanté de la silla.
— Tienes que ir, no serás mala de nuevo.
— No lo sabes —me crucé de brazos mirándola.
— Tú tampoco.
— No quiero correr el riesgo.
— Lo correrás tarde o temprano.
— Prefiero tarde.
— Como quieras.
No estaba segura de regresar y de que fuera lo mejor, había algo en mí que no podía contarle a nadie sin que pensaran que caí en la locura. Porque es una afirmación completa que estoy loca.
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¡Hola otra vez!
Perdón por tardar en actualizar y por el capítulo tan corto!
