Capítulo 3: ¿Encuentro o reencuentro?

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Llegaron casi al atardecer, Aran se despidió de su madre y Atsumu se encargó de bajar su maleta.

Al ver el lugar se le salió una leve sonrisa entre los labios.

Estaba emocionado con todo esto, lejos de la cuidad podía ver mejor las estrellas.

El lugar era una especie de bosque y para llegar al campamento en su totalidad debían subir unas escaleras hechas de piedras. Parecía más bien que iban a una especie de templo.

Cuando Aran tomó sus cosas subieron de manera definitiva.

—Nada de locuras. —Advirtió su amigo.

—Ajá.

—Tampoco quiero que te la pases de un lugar a otro, necesito ver donde te la pasas.

—¿Acaso eres mi mamá o mi niñera?

—Sigue las indicaciones de los guías.

—Está bien.

—No hagas desastre, te lo pido de todo corazón.

Atsumu se detuvo por un segundo y observó incrédulo a Aran.

—Le quitas lo divertido a la vida —Comentó ofendido— ¿Qué quieres que haga entonces?

Aran le dio un golpe en la nuca y siguieron caminando.

¿Cuando se acabarían esas escaleras? Atsumu siente que son eternas.

—Ni de romances de verano, no quiero soportar tus lloriqueos. —Esta vez sonó un poco más suave la voz de Aran.

Atsumu miró mal esta vez a su amigo, lo único que hizo Aran fue encogerse de hombros.

—Mi corazón ya le pertenece a alguien más. —Puso su mano sobre su pecho.

El otro chico se limitó a sacudir la cabellera de Atsumu, tal cual como hacía cuando eran más pequeños.

Los dos sabían que era un tema un poco más complicado de lo que realmente hablaban, pero ninguno quería hacer algún comentario respecto a eso en ese momento. Los dos estaban en ese lugar para divertirse.

Y ese es el plan principal de Atsumu.

Para disfrutar y calmarse un poco.

No para pensar en toda la lista de romances fallidos que ha tenido a lo largo de su vida, los cuales son un récord o al menos para él.

—Por supuesto —Comentó de manera irónica Aran—. Cambias de crush como de ropa interior.

—¡Aran! —Se quejó Atsumu.

Cuando llegaron a donde se debían inscribir algunas personas se le quedaban mirando bastante extrañados, como si de un fenómeno se tratara y al principio pensó que era por Aran, pero con el paso del tiempo se dio cuenta que era él y le restó importancia. Atsumu simplemente se limitaba a sonreírles, no necesitaba que nadie lo molestara.

En el lugar donde debían anotarse y ver para dónde dormirían o más bien cuál sería su cabaña, el chico que los atendió parpadeo varias veces al verlo.

—Hola... ¿En que puedo ayudarlos? —Realmente no era lo que él, al parecer, quería decir.

—Nuestras cabañas —Indicó Aran—. Oijiro Aran y Miya Atsumu.

El chico lo que hizo fue fruncir todavía más el ceño al verlo.

—¿Tengo algo en la cara? Todo el mundo me está viendo igual o peor que tú. —Tras decir eso sonrió Atsumu.

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