Capítulo 11: Lo que realmente amo

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Para Miya Atsumu fingir ser un chico que no tiene interés en lo más mínimo de la vida no le es para nada cómodo.

Más bien le causa incluso cierta ansiedad que no puede describir con palabras, Atsumu siempre debe hacer algo y lo debe practicar mil veces para que salga bien.

Estar en clase y ver que varios de sus compañeros se le quedaban mirando a él y a Suna no sería incómodo, sino fuese por las miradas que les dan a los dos.

Atsumu está acostumbrado a miradas de odio, celos o envidia; más bien es extremadamente normal en su vida.

Ya sea porque estaba de viaje, por las redes sociales, por tener papeles importantes en todos los bailes o hasta cuando paseaba con sus amigos en cualquier lugar.

La envidia siempre lo seguía, pero esta vez no era así.

Esas miradas podían penetrar hasta su alma si así lo desea, porque sí, él está acostumbrado al odio.

Sin embargo, no a la repulsión.

Lo miran como si fuese un extraterrestre o alguna especie de animal con mal formación.

Irónicamente Atsumu se siente atacado y tristemente no es solo en su salón, algunas personas, ya sean del personal de la escuela, estudiantes o hasta maestros; lo observan similar.

Bueno, a él junto con Suna.

Aguantó las ganas de gritar para que dejaran de observarlo de esa forma, pero no sabía si las cosas se pondrían más difíciles.

Debía entender su entorno y saber cómo manejarlo, pero Atsumu no se va a adaptar a esto.

Ni aunque le pagaran medio millón de yenes lo haría.

—¿Pueden dejar su mierda? —Soltó una pregunta al aire Suna cuando el profesor salió de la clase.

—¿Disculpa? —Cuestionó un chico que estaba a su lado.

Suna enseñó una pequeña sonrisa, pero sus ojos mostraban que estaba cansado y más de lo que usualmente estaba, realmente estaba harto.

—Que dejen de mirarme idiotas, se les van a caer los ojos. —Aseguró Suna.

—Si cada día parecen más... —Murmuró un chico al fondo.

—¿Más que? —La voz de Suna ahora era un poco más ronca— ¿Más marico, más gay, más qué? Tengo las uñas pintadas ¿y qué? Miya se pintó el cabello ¿y qué? Dejen de ser idiotas, se les agradecería.

—Los raros aquí son ustedes.

—¿Y en qué momento Suna dijo que ustedes son raros? Solo idiotas, lo raro a veces es bueno... Lo idiota... Pues suerte con sobrevivir. —Habló Atsumu.

Algunos lo observaron con extrañeza.

¿Acaso Osamu aguanta esa clase de burlas absurdas? ¿Deja que su amigo enfrente todo eso solo?

Una completa mierda, Atsumu no soporta nada de eso y mucho menos si es a personas que aprecia.

Tal vez no le tiene el mismo cariño a Suna que lo tendría por Bokuto o Hinata, pero es amigo de su hermano y debe entender eso.

No es que se llevarán de maravilla en el futuro, porque realmente no sabe si Suna algún día sabrá de su existencia, pero tampoco puede soportar semejante estupidez.

Mucho menos si eso incluye a su gemelo.

—¿Por qué no te callas?

—¿Acaso te molesta mi cabello o las uñas de Suna? No te hacen nada, ni que fuera una enfermedad. —Le restó importancia.

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