Capítulo 28: La verdad

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Osamu entró al salón de música apenas finalizar las clases, necesitaba hablar con Sakusa

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Osamu entró al salón de música apenas finalizar las clases, necesitaba hablar con Sakusa.

Necesitaba arreglar lo que hizo.

Solo encontró a los chicos de primero, pero podía sentir como lo observaban.

Eso no le importaba en esos momentos, tenía que buscar a Sakusa. Esa era su prioridad.

No importaba qué clase de vergüenza debía pasar para poder hablar con ese tipo de cara larga y amargado, debía aclarar todo este desastre.

Además, mañana es su cumpleaños y Atsumu no le ha contestado ninguno de sus mensajes, lo poco que sabe es que el cambio seguirá estando para diciembre. Sin embargo, Osamu sabía muy bien que Atsumu quería regresar.

Bueno, en realidad no lo sabía... Lo sentía, de alguna manera absurda y ridícula Osamu realmente sentía que Atsumu ya quería regresar a Tokio.

No vio nada más y volvió a salir, estaba desesperado por encontrar a Sakusa.

—¿No me dijiste que esto era un error? —Mostró molestia Sakusa al verlo.

Su voz asustó a Osamu debido a que no se esperaba encontrarlo fuera del salón de música, el chico de rizos oscuros estaba apoyado contra la pared de brazos cruzados y miraba con cierto desdén a Osamu.

Y no era por menos, si cuando Sakusa quiso hablar Osamu simplemente dio la carrera porque no quiso enfrentarlo.

Tras besarlo sintió remordimiento y ganas de gritar, todo empeoró cuando Oikawa le dijo lo ocurrido a Atsumu y simplemente los gemelos tuvieron esa pelea.

De la cual Osamu estaba profundamente arrepentido.

Eso es sorprendente viniendo de alguien que usualmente no se disculpa y es extremadamente rencoroso.

—Por supuesto que lo es.

Pudo ver el desprecio en los ojos de Sakusa.

—No tengo tiempo para soportar tu mierda, no de nuevo.

Justo cuando Sakusa se dio media vuelta para irse, Osamu lo tomó de la manga de su camisa.

—¡Es un error porque yo no soy Atsumu! —Soltó enseguida.

Luego miró alrededor para asegurarse de que nadie escuchara eso, afortunadamente el pasillo estaba desierto.

La cara de Sakusa fue un completo poema al escucharlo, Osamu se hubiese reído de no estar en la situación en la que estaban.

—¿Y tú crees que yo me voy a creer esa mierda? —cuestionó Sakusa—. Suéltame, Miya. Me has dejado más que claro que no quieres nada conmigo...

Pero cuando Sakusa trató de liberarse de su agarre Osamu lo detuvo.

—Suéltame —ordenó el chico de ojos oscuros.

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